LN. Martha Pérez Bolde
Asociación Méxicana de Alimentos de Soya
El concepto de “Superalimentos o superfoods” ha sido empleado con fines de mercadotecnia en la promoción de ciertos alimentos, sin considerar el aval científico que respalde estas afirmaciones.
Se establece que los “superalimentos” son una categoría de alimentos mal definida y, de cierta manera, mantienen un concepto ambiguo, ya que puede causar confusión al consumidor por la información que la publicidad y los medios dan sobre este tema. En la actualidad, el término se refiere a alimentos poco comunes o exóticos que se comercializan a costos elevados.
Publicitar de esta manera y promocionar estos alimentos se va dando debido a que las personas cada vez más buscan dietas saludables que incluyan alimentos funcionales. En ocasiones, estos alimentos se consumen fuera y se exportan a países donde no es común o no forman parte de la cultura local.
Otro de los problemas que suscita esta denominación es que puede confundirse con la de “alimentos funcionales”, que se refiere a aquellos que, además de aportar nutrimentos, se ha demostrado que pueden tener un efecto positivo en la salud para tratar o prevenir ciertas enfermedades.
El término de alimentos funcionales se acuña en Japón en la década de los 80, con el fin de identificar las funciones de los alimentos, además del aporte nutritivo que presentan, y como estrategia para prevenir y tratar cierto tipo de patologías.
En el año de 1991 se emitió un informe sobre los alimentos funcionales identificados por su nombre en inglés “Food for Specified Health Use” FOSHU (alimentos para usos específicos en salud). En él se indica que los alimentos funcionales son aquellos que contienen ingredientes con funciones específicas para la salud, al reducir el riesgo de presentar una enfermedad. Dentro de estos alimentos se encuentran: los prebióticos, los probióticos, el ácido fólico, el Psylium, el Omega 3, el nopal, los esteroles vegetales, los péptidos bioactivos, los antioxidantes, la soya, entre otros.
La soya es una leguminosa que ha sido estudiada alrededor del mundo por más de 25 años, mientras que en países como México se ha investigado los compuestos bioactivos y sus componentes por más 15 años en el Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán”, liderado por la Dra. Nimbe Torres y Torres y el Dr. Armando Tovar.
En este instituto han encontrado que este alimento puede disminuir colesterol, reducir la lipogénesis y mejorar la sensibilidad a la insulina, entre otras cosas.
La combinación de 2 o más alimentos funcionales surge como un nuevo diseño de alimentos en Canadá con el Dr. Jenkins, llamado “Portafolios Dietarios (PD)”, que en conjunto pueden tener un mayor impacto en los indicadores bioquímicos de la salud del organismo. Estos alimentos se pueden elaborar al mezclar proteínas como la de soya con fibras solubles, como es el caso de alimentos como el nopal, la avena y la chía, entre otros.
En el caso de la soya es un alimento que puede ser consumido por la población en general, desde infantes con intolerancia a la lactosa o galactosemia (fórmulas lácteas), niños, adolescentes, adultos, adultos mayores, vegetarianos, veganos, personas con desnutrición, con obesidad y en patologías como diabetes mellitus, síndrome metabólico e hipercolesterolemia.
Para tener los efectos saludables de los alimentos de soya, el Joint Health Claims Initiative (JHCI) recomienda:
En conclusión, el término de superfoods o superalimentos puede resultar ambiguo. Para considerar que un alimento es funcional debe estar respaldado por evidencia científica que demuestre que tiene los efectos que se menciona que tiene ese alimento. Sin duda, los alimentos funcionales como la soya, pueden formar parte de una alimentación saludable y son una alternativa para la generación de productos alimenticios más saludables, que puedan mejorar el estado nutricio de la población mexicana.
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