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Dra. Ruth Pedroza Islas

Ingeniería de Alimentos

Universidad Iberoamericana

Un buen inicio para este artículo es decir que el término “superalimentos” es una denominación sensacionalista que se le ha dado a algunos alimentos que se han puesto de moda. Ahora explicaremos porqué. 

Se ha usado ese término para designar a aquellos alimentos que contienen compuestos químicos con propiedades que pueden promover la salud. Es decir, compuestos con acción biológica o bioactivos, como las vitaminas, los minerales y los antioxidantes, entre otros.

Por la creciente preocupación de mantenernos saludables, se ha difundido la idea de que, al consumir este tipo de alimentos, gozaremos de salud con el único esfuerzo de comerlos. Por ejemplo: el acai, las bayas de goji, la moringa, el kale y la chía. Revisemos algunos de estos llamados “superalimentos”.

El acai es una fruta que se produce principalmente en la zona Amazónica. Tiene una serie de compuestos antioxidantes con actividad biológica antiinflamatoria, de inhibición de agregación de plaquetas, prevención potencial de riesgo de enfermedades neurodegenerativas y de ciertos tipos de cáncer y de síndrome metabólico. Se ha informado de la baja biodisponibilidad de los antioxidantes de este tipo de frutos, ya que a las 3h de consumidos solo un 0.003%, se detectó en el plasma humano. Esto quiere decir que los antioxidantes que contienen, que serían responsables de hacer de esta fruta un “superalimento”, no se absorben en nuestro organismo de una manera significativa. Sin embargo, se requiere de mayor número de estudios sobre los beneficios del acai. De cualquier forma, el acai puede considerarse dentro del consumo de 400g de frutas y verduras que ha sido recomendado por la Organización Mundial de la Salud, como parte de una dieta correcta.

A las bayas de goji se le atribuyen propiedades de reducción de la glucosa en plasma (hipoglucemiante) y del colesterol, estimulación del sistema inmune, anticancerígenas y antioxidantes. La mayoría de los estudios que demuestran estas propiedades se han elaborado en animales, por ello, los resultados no pueden extrapolarse a las personas. Recientemente se han reportado reacciones alérgicas en algunos individuos que consumieron goji e interacciones negativas con algunos medicamentos, por lo que se ha recomendado hacer un mayor número de estudios sobre los efectos del consumo de esta baya. 

La moringa es originaria de la India, pertenece al género Brassica y se le conoce como “árbol milagro”. En zonas muy marginadas de Asia sus hojas se secan para hacer un polvo con alrededor de 29% de proteínas, con el que se alimenta a personas con alto grado de desnutrición. Su popularidad se debe, además, a que se han reportado propiedades antihipertensivas, hipoglucemiantes e incluso antibióticas y laxantes. Por su contenido de un compuesto químico llamado isotiocianato, es que se le han atribuido propiedades anticancerígenas. Se cultiva en México, principalmente con fines ornamentales, y sus hojas y semillas se venden como suplementos alimenticios en forma de harina o en cápsulas. Sin embargo, las propiedades para la prevención de enfermedades deben ser corroboradas por medio de estudios clínicos. Su consumo sin la prescripción de un médico o un nutriólogo, puede representar un riesgo para la salud. 

El kale o col rizada es un vegetal de hoja verde originario de Asia y que se produce también en México. Pertenece a la familia de la col, el rábano y el brócoli. En fresco, el kale tiene un contenido de proteína entre 3 y 11% y es rico en calcio. Contiene además un grupo de compuestos químicos con azufre, denominados glucosinolatos, que se descomponen en otro tipo de sustancias, como el isotiocianato, con propiedades para reducir el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer. No obstante, estos compuestos interfieren en la absorción de yodo aumentando el riesgo de enfermedad tiroidea (bocio). Por ello, es importante moderar el consumo en fresco de kale y de los otros vegetales de su misma familia. El procesamiento térmico de estos vegetales los vuelve más seguros para el consumo, al limitar la descomposición de los glucosinolatos. Cabe resaltar que otros alimentos del género Brassica, al que pertenece el kale y también la moringa, presentan el mismo efecto en el organismo. 

Entonces, necesariamente tenemos que considerar la relación riesgo-beneficio al incorporar en la dieta a los “superalimentos” y estar conscientes de que la presencia de un alimento de este tipo no puede compensar las deficiencias de una dieta incorrecta.

De ninguna manera estamos tratando de decir que los alimentos mencionados no se consuman, ya que pueden aportar variedad a la dieta, apoyando el concepto de que una dieta entre más variada, mejor.

La chía ha formado parte de la cultura de México desde tiempos precolombinos, especialmente en ceremonias religiosas y como revitalizante. Contiene cerca de 33% de lípidos con predominio de ácidos grasos omega-3, con propiedades antiinflamatorias y de promoción de la salud cardiovascular, por lo que ha cobrado gran aprecio en los tiempos recientes; también aporta fibra, así que se recomienda incorporarla en los programas de control de peso. Se reconocen sus propiedades antioxidantes y su aporte en vitaminas y minerales. Su consumo se ha incrementado a nivel mundial, de tal forma que, en los últimos 15 años, su producción en México ha crecido en casi 112 000%. 

Quizá no sea una sorpresa, pero hay otros alimentos que también contienen compuestos químicos con propiedades que pueden promover la salud como los frijoles, el nopal, las lentejas, los cereales integrales y los frutos rojos, por citar algunos. No obstante, tampoco por sí solos pueden sostener la nutrición que se requiere.

Así que al aceptar que los “superalimentos” de moda tienen propiedades superiores, estamos olvidando que ningún alimento por sí mismo puede ser extraordinario para mantener la salud, porque es el conjunto de alimentos, debidamente variados y combinados, lo que nos proporciona todos los nutrimentos necesarios para una buena salud, siempre y cuando se tome en consideración a los otros componentes que integran un estilo de vida saludable.

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