Dra. María del Carmen Cortez Trejo
Profesor investigador
Facultad de Química
UAQ
El etiquetado de los alimentos es la información en los productos alimentarios sobre los ingredientes, la calidad o valor nutricional, que se presenta en forma de rótulo, marca, imagen u otra materia descriptiva o gráfica, que se haya escrito, impreso, marcado, o adherido al envase de un alimento o a un producto alimentario (FAO, 2023). El etiquetado es el medio principal que tienen los fabricantes para comunicar las características de sus productos a los consumidores.
A nivel internacional, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), así como la Organización Mundial de la Salud (OMS) están comprometidas con incentivar el etiquetado confiable y no engañoso o malintencionado de los alimentos con el fin de asegurar el derecho de los consumidores a tener productos alimenticios nutritivos y saludables. En igual sentido, cada país establece las regulaciones pertinentes para asegurar la calidad e inocuidad de los productos alimenticios, así como igualdad de condiciones comerciales de los fabricantes del ramo. En México, el etiquetado de alimentos está regulado por la NOM 051 SCFI SSA1 2010.
Pero, ¿por qué el etiquetado de alimentos se centra sobre todo en una perspectiva de salud para el consumidor? En los últimos 30-40 años, los patrones de dieta a nivel mundial han sufrido cambios importantes. El consumo de calorías ha aumentado como consecuencia de un mayor consumo de alimentos procesados. Este tipo de alimentos aporta en promedio más del 50% de la ingesta total de calorías (Cecchini & Warin, 2015).
Aunado a ello, el consumo de diversidad de aditivos y de productos con bajo valor nutrimental ha llevado a crisis de salud en todo el globo. Por ejemplo, en México se declaró en el 2016 una emergencia epidemiológica por altas tasas de obesidad y enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018, más del 35% de los niños en edad de 5 a11 años, y el 75% de los adultos tenían sobrepeso u obesidad. Además, la proporción de adultos con diabetes tipo 2llegó a 8.6 millones. La diabetes es la principal causa de invalidez y la tercera causa de mortalidad en nuestro país (White & Barquera, 2020). Ante este tipo de escenarios, hoy en día el etiquetado de alimentos representa una valiosa herramienta que puede asociarse a la adquisición de hábitos alimenticios más saludables(Cecchini & Warin, 2015).
En los últimos años, los consumidores están más preocupados por el tipo de alimento que consumen y, por tanto, exigen información más clara como la declaración de ingredientes completos, aditivos utilizados, valores nutricionales y beneficios reales para la salud (Moreira et al., 2019). Todo esto influye en la decisión de compra al contribuir a la percepción de los alimentos como un riesgo. El consumidor puede buscar información en el etiquetado con el fin de evitar ingredientes no saludables y evitar riesgos relacionados con la salud (Tonkin et al 2016). De esta manera, el etiquetado de alimentos y su lectura correcta empodera a los consumidores y facilita la elección de hábitos de alimentación más saludables (Moreira et al., 2019; Temple, 2019; Tonkin et al 2016).
En México, de acuerdo con la NOM 051 SCFI SSA1 2010, es obligatoria la siguiente información: denominación del producto, listado de ingredientes y aditivos utilizados, contenido neto, lote, fecha de caducidad, contenido nutrimental (contenido energético, cantidad de proteínas, carbohidratos, grasas, fibra dietética, sodio y de cualquier otro nutrimento relevante o del que se haga una declaración de sus propiedades), así como datos del productor (razón social, país de origen). Mientras que el contenido nutrimental e ingredientes nos informan de la composición del producto, la denominación informa del tipo real de alimento (que contribuye a evitar fraudes alimentarios), y el lote y datos de productor contribuyen a la trazabilidad o rastreabilidad del producto en caso de una emergencia por inocuidad.
Con relación a este último aspecto, la inocuidad de los alimentos puede definirse como la condición de estos en la cual no representan ningún riesgo para la salud del consumidor (Codex Alimentarius, 2020). Así, en una situación donde se detecte algún riesgo por inocuidad en un alimento procesado específico, los datos contenidos en la etiqueta sirven como identificador para su retiro del mercado y aplicación de acciones administrativas al fabricante correspondiente. Por razones de inocuidad, el etiquetado también sirve como un recurso para enterar al consumidor de la vida útil de los alimentos por medio de la fecha de caducidad, y hace obligatoria la declaración de posibles ingredientes alérgenos. La NOM 051 establece que la leche, huevo, nueces, crustáceos, cacahuate, soya, sulfitos (en concentraciones mayores a 10mg/kg), entre otros, deben ser declarados para alertar a consumidores con hipersensibilidad, intolerancia o alergia.
Por otro lado, en 2020 y en pro de la salud de los mexicanos, la NOM 051 fue modificada. Se estableció que los fabricantes de alimentos y bebidas deben incluir etiquetas de advertencia en forma de octágonos negros (sellos) que nos previenen de productos altos en calorías, grasas saturadas, grasas trans, azúcares y sodio. La modificación también incluyó una disposición única para advertir si un producto contiene cafeína o edulcorantes no calóricos, junto con la declaración “evitar en niños” (White & Barquera, 2020). Con estas modificaciones, los mexicanos podemos tomar decisiones informadas sobre los productos alimenticios que compramos y consumimos.
El etiquetado regulado de los alimentos que existe actualmente, además de proteger al consumidor de información falsa por parte de los fabricantes de alimentos y bebidas, representa un recurso útil para los consumidores que puede coadyuvar en el mejoramiento de la dieta y calidad de vida, y dirigir el tipo de alimentos que se encuentran en el mercado a través de decisiones de compra.
Referencias:
Cecchini, M., & Warin, L. (2016). Impact of food labelling systems on food choices and eating behaviours: a systematic review and meta‐analysis of randomized studies. Obesity reviews, 17(3), 201-210.
DOF. Manual de la MODIFICACIÓN a la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010. Disponible en: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/653733/MANUAL_NOM051_v16.pdf
DOF. Norma Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010. Disponible en http://www.dof.gob.mx/normasOficiales/8150/seeco11_C/seeco11_C.html
FAO (2023). Etiquetado de alimentos. Disponible en: https://www.fao.org/food-labelling/es/
FAO/OMS (2020). Comisión del Codex Alimentarius: Principios generales de higiene de los alimentos. P CXC 1-1969, 2020. Disponible en: https://www.fao.org/fao-who-codexalimentarius/sh-proxy/en/?lnk=1&url=https%253A%252F%252Fworkspace.fao.org%252Fsites%252Fcodex%252FStandards%252FCXC%2B1-1969%252FCXC_001s.pdf
Moreira, M. J., García‐Díez, J., De Almeida, J. M. M. M., & Saraiva, C. (2019). Evaluation of food labelling usefulness for consumers. International Journal of Consumer Studies, 43(4), 327-334.
Temple, N. J. (2020). Front-of-package food labels: A narrative review. Appetite, 144, 104485.
Tonkin, E., Coveney, J., Meyer, S. B., Wilson, A. M., & Webb, T. (2016). Managing uncertainty about food risks–Consumer use of food labelling. Appetite, 107, 242-252.
White, M., & Barquera, S. (2020). Mexico adopts food warning labels, why now? Health Systems & Reform, 6(1), e1752063.