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Los primeros 1000 días de vida para prevenir la obesidad infantil

Lic. Danilo Castro-Sifuentes

Dra. Velia M. Cárdenas-Villarreal

Cuidado a la Salud en Riesgo de Desarrollar Estados Crónicos y en Grupos Vulnerables

Facultad de Enfermería

Universidad Autónoma de Nuevo León

La obesidad sigue siendo un gran problema de salud pública y global, debido a que continúa creciendo y presentándose en edades más tempranas. Recientemente, se han dirigido estudios para abordar ciertos factores de riesgo que están implicados en el desarrollo del sobrepeso y obesidad en edades precoces que, por lo general, es el período desde la concepción hasta los primeros dos años de vida del niño. A esto se le conoce como los primeros 1000 días que, según la evidencia internacional, son determinantes para el bienestar y una vida sana en las siguientes etapas como la niñez y adolescencia, así como en la adultez. 

La importancia que subyace en este periodo es que no solo está asociado al desarrollo cognitivo del lactante (capacidad de pensar y razonar), sino que también con la maduración de órganos y sistemas, la creación de sus hábitos alimenticios y muchos ámbitos más, que a su vez se ven relacionados con la prevención de enfermedades no transmisibles (ENT), también conocidas como enfermedades crónicas. Tal es el caso de la obesidad que funge como enfermedad y es uno de los determinantes y factores de riesgo metabólico principales para el padecimiento de enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la resistencia a la insulina, problemas relacionados con el sueño y también es precursora de ciertos cánceres como el de colon.

Ahora bien, en estos primeros días, una de las acciones clave para prevenir estas complicaciones son la alimentación, la estimulación temprana y la educación, principalmente, de los padres en lo que respecta a estas acciones dichas. Como bien se sabe, la lactancia materna es el principal alimento y el más nutritivo y funcional en esta etapa, ya que no solo se desempeña como proveedor de nutrimentos altamente benéficos, sino también como un factor protector de obesidad y otras ENT. Por otro lado, se ha investigado que la estimulación temprana ayuda, en parte, a aumentar el desarrollo motor que, a su vez, favorece a la adaptación de estilos de vida activos y menos sedentarios para la etapa de la niñez y la adolescencia. Otra cuestión importante que cabe mencionar es que la introducción de bebidas endulzadas en estos primeros 1000 días puede ser un determinante importante que influya en la ganancia de peso, tanto para ese período, como para los próximos del niño.

Otro aspecto importante que hay que mencionar es el estado de salud de los padres. Hablando de la madre, principalmente, se toman en cuenta el porcentaje de índice de masa corporal (IMC) que presenta durante la concepción y el embarazo, la alimentación y el tipo de dieta que ella practica en esos 1000 días, y todo lo asociado con estilos de vida en relación a las conductas alimentarias y de actividad física. Claro que, también, la genéticajuega un papel en esto, pero es relevante enfatizar que, en diversos casos, los genes no se activan si no hay estímulos externos que los despierten, y esos estímulos pueden despertarse en ambientes propicios como la adopción de las conductas de riesgo para la salud, que por lo general se encuentran en los ambientes familiares obesogénicos.

No cabe duda que, durante los primeros 1000 días hay una lista enorme de factores y determinantes que influencian el desarrollo del sobrepeso y obesidad en los lactantes, aunado a que esta población aún es dependiente de los padres y que su alimentación se basa en el ambiente en que ellos se desenvuelvan. Por lo tanto, la educación y la alfabetización en salud durante los primeros 1000 días será una intervención que pueda ayudar a reducir la probabilidad de padecer obesidad en los primeros años de vida del niño. Las acciones que se recomiendan con base en la evidencia científica son:

  • Un correcto fomento educativo sobre los factores de riesgo que influyen en el desarrollo de la obesidad infantil hacía los padres.
  • Una correcta alimentación y control de peso (sin restricciones) durante el embarazo, incluyendo a la familia también. 
  • Lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses.
  • Alimentación complementaria nutritiva y baja en azúcares, evitando las bebidas azucaradas.
  • Un correcto descanso y sueño en los lactantes.
  • Estimulación temprana para el desarrollo del bebé.
  • Intervenciones que incluyan a todo el núcleo familiar respecto a los hábitos saludables.

En síntesis, las causas de la obesidad son multifactoriales y, por ende, deben de intervenirse en todos los aspectos biopsicosociales para poder prevenir y así, tal vez, controlar esta pandemia que cada vez se presenta más precozmente. Actuar en los primeros años de vida puede ser una estrategia para evitar muchas enfermedades crónicas que, incluso, pueden reducir la calidad de vida de quien la padece, así como generar un desenlace no deseado como una muerte prematura. 

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