Dra. Ruth Pedroza Islas
Ingeniería de Alimentos
Universidad Iberoamericana
La sucralosa es actualmente, uno de los edulcorantes no calóricos (ENC) más utilizados en el mundo por su estabilidad al calor, a la acidez y a la acción enzimática, lo que la hace adecuada para los diversos procesos que se llevan a cabo en la elaboración de alimentos. Así, la encontramos, por ejemplo, en jugos, bebidas, galletas, panes, lácteos, gelatinas, flanes, sustitutos de leche, aderezos, y también en presentaciones de mesa (Padilla y colaboradores, 2020).
¿Qué dice la legislación alimentaria?
La sucralosa está aprobada como aditivo alimentario para aportar sabor dulce a los alimentos por el Codex Alimentarius de la OMS/FAO (Codex Alimentarius, 2021). Los países que primero aceptaron su uso en alimentos fueron: Canadá en 1991, posteriormente en Estados Unidos en 1998, ampliando el número de productos que pueden usarla en 1999 y, en el año de 2004 la Unión Europea también la aprueba a través de la EFSA y le asigna el numeral E955. Actualmente, se encuentra aprobada en más de 100 países (Sollid, 2022), por haber demostrado su seguridad para el consumo.
¿Cuál es su utilidad?
El uso de los ENC busca apoyar la reducción de la ingesta excesiva de calorías en la alimentación, uno de los múltiples factores que contribuyen a las crecientes tasas de obesidad que enfrenta la población del mundo. Para combatir este escenario, se han investigado diversas estrategias como la restricción calórica, el control del tamaño de las porciones, contar el número de calorías ingeridas, restringir el tiempo de las comidas, etiquetar los menús, además de diferentes propuestas de etiquetados de alimentos y bebidas, entre otras. En muchos de estos planteamientos, los ENC son útiles para aquellas personas que buscan mantener su peso.
En especial, la sucralosa tiene como ventaja el tener un perfil de dulzor similar al del azúcar común, aunque con permanencia del sabor dulce un poco más larga en la boca, pero sin notas amargas (Grotz y Munro, 2009), lo que le da ventaja sobre otros ENC, y como ya mencionamos, tiene buena estabilidad por lo que no cambia su sabor cuando se aplica en diversos alimentos. Esto último es de particular relevancia para lograr una mejor adhesión a los regímenes alimentarios que prescriben los médicos y nutriólogos, asegurando la palatabilidad de la dieta (EFSA, 2016; Mennella y Bobowski, 2015; Drewnowski y colaboradores, 2012; Ventura y Mennella, 2011). De este modo, se ha encontrado un efecto beneficioso del uso de los ENC, al disminuir la ganancia en peso y la acumulación de grasa cuando se sustituyeron las bebidas endulzadas con azúcar, por bebidas con los ENC sucralosa y acesulfame K (de Ruyter y colaboradores, 2012).
Se ha reconocido que el uso de ENC es una buena herramienta en los patrones de alimentación para mantener una ingesta adecuada de energía (calorías) y si lo que se busca es la reducción de peso, es necesario incluir actividad física y cambios en los estilos de vida (Miller y Perez, 2014). El balance general sobre el uso de ENC es que favorece una menor frecuencia de ingestión (ocasiones/día) y una menor ganancia en peso (Rogers y colaboradores, 2016). Sin embargo, se ha reportado que, en adultos con sobrepeso u obesidad, la sucralosa ha resultado más efectiva, en comparación con otros ENC, en la disminución de la ingesta de calorías, la frecuencia de ingestión y la masa grasa aunque el mecanismo que explica estos hallazgos es aún una pregunta abierta (Higgins y Mattes, 2019).
También se ha encontrado que la combinación entre una proteína y la sucralosa, actúa de manera sinérgica para la liberación de hormonas que inducen saciedad, lo que abre nuevos caminos en apoyo a los programas de control de peso (Maartje y colaboradores, 2012).
¿Quiénes la pueden consumir?
La sucralosa, al igual que los demás ENC, puede ser consumida por todas las personas de todas las edades, según ha postulado la Asociación Americana de Dietética (Fitch y Keim, 2012) y la Academia Americana de Pediatría (Baker y colaboradores, 2019). También las personas que viven con diabetes la pueden consumir ya que no tiene efecto en aumentar la respuesta glucémica ni incrementa la concentración de glucosa en sangre (Ma y colaboradores, 2010).
Además, hay investigaciones dedicadas a estudiar lo que pasa en el organismo cuando la consumimos. Así, se ha hecho evidente que la sucralosa prácticamente no es absorbida por el organismo. Solo una pequeña parte lo hace, por lo que puede decirse que no se metaboliza (Cavagnari, 2019) y se elimina en la orina y las heces (Magnuson y colaboradores, 2016; Roberts y colaboradores, 2000), sin mostrar efectos adversos (Baird y colaboradores, 2000).
La sucralosa es entonces un aliado seguro para las personas que buscan controlar su consumo de energía o para aquellas que por algún motivo deben restringir el consumo de carbohidratos.
Bibliografía:
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