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Tener frutos más grandes, resistentes y jugosos, sin afectar sus propiedades naturales es un proyecto ambicioso. En México, se ha desarrollado una técnica para lograrlo, a un costo significativamente menor de lo que tradicionalmente implica.

Con el objetivo de producir frutos grandes y jugosos sin que pierdan sus propiedades de textura y manteniendo todos sus nutrimentos, el doctor en ciencias en biotecnología Eleazar Máximo Escamilla Silva, desarrolló un bioproceso para la producción de fitohormonas (hormonas vegetales) que es 60% más económico que el material que se usa en la actualidad.

El proyecto, que se desarrolló en el Instituto Tecnológico de Celaya (ITC), consiste en la producción de diversas giberelinas, incluida la más activa de ellas, conocida como ácido Giberélico, una hormona del crecimiento que se agrega a los cultivos.

Esta hormona ayuda a que las plantas y frutos aumenten en tamaño y actividad antioxidante. Esto las vuelve más resistentes y jugosas, además de que da matices a manzanas, fresas y cítricos. También tiene aplicación en la industria de la vinicultura, floricultura, cervecera y hortalizas, entre otros.

El especialista explica que la giberelina no es tóxica debido a que es una hormona del crecimiento presente en las plantas y encargada de promover el progreso de los frutos. De ahí se vio la oportunidad para crear un método de producción y aplicarlo a diversos cultivos que no cuentan con las características apropiadas para tener un óptimo desarrollo.

La innovación consiste en producir cristales de giberelina a partir de un proceso de fermentación, con el hongo llamado Gibberella fujikuroi, el cual crece y se desarrolla dentro de un cultivo, secretando fitohormonas de forma líquida.

Después, se elimina el hongo y se separa el líquido que contiene la giberelina para convertirla en cristales, y así purificarla. Luego, se diluye en agua y se esparce en los cultivos. El proceso de producción tarda alrededor de 20 días.

El doctor en biotecnología comenta que actualmente se busca regular las condiciones del pH de la giberelina para obtenerla de forma líquida sin necesidad de convertirla en cristales, y así evitar que se degrade al estar en el agua más de siete días.

El nuevo bioproceso demuestra una gran efectividad en los cultivos de fresas, limón y uva, en los que se obtienen frutos más grandes, coloridos, fuertes y con mayor floración. En otras ramas de la industria, por ejemplo, la cervecera, la giberelina se usa para reducir a 3 días el proceso de elaboración de malta, que de otro modo tardaría 7 días. Además, con las fitohormonas aumenta el grosor y altura de la caña de azúcar utilizada para diversas bebidas.

Escamilla Silva detalla que la giberelina usada en México se importa de China, Inglaterra y Estados Unidos a un precio de 70 dólares por gramo mientras que el bioproceso del Instituto Tecnológico de Celaya, en etapa de producción, tiene un costo aproximado de 20 dólares por gramo, lo que significa un ahorro económico de más del 60%.

El proyecto, que se ha desarrollado durante 13 años, se encuentra en proceso de registro de patente para poder ser comercializado en México y cuenta con apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Instituto Nacional Tecnológico de México.

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