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La obesidad y el sobrepeso se han convertido en temas que encontramos casi en cualquier lado y parece que se ha desatado una guerra contra las calorías y la grasa. Pero algunos estudios muestran que tener un poco de grasa extra en el cuerpo, es bueno a largo plazo.

El tejido graso del cuerpo secreta una enzima que manda una señal al cerebro y ayuda a controlar los niveles de energía en el organismo. Este es un nuevo hallazgo de una investigación realizada en la Escuela Universitaria de Medicina de Washington, en EE.UU.

Los resultados de dicha investigación muestran una relación peculiar entre el tejido graso presente en el organismo y el cerebro. En los sujetos de estudio (ratones) se observó que el tejido graso tiene un papel importante en el control de la respuesta del cerebro ante la escasez de alimentos. Posteriormente se sugirió que hay una cantidad óptima de grasa corporal relacionada con la longevidad y un estado de salud positivo.

La grasa corporal y la longevidad

En estudios anteriores se encontró que personas con un ligero sobrepeso, es decir, quienes se encuentran en el límite inferior de lo que se considera como sobrepeso, tienden a tener una tasa de mortalidad más baja.

Esta nueva investigación, publicada en Cell Metabolism en abril del año pasado, da las pautas para poder explicar ese fenómeno. El autor principal del estudio, el Dr. Shin-ichiro Imai dice:

“Los resultados sugieren que existe una cantidad óptima de tejido graso que maximiza la función del centro de control del envejecimiento y la longevidad en el cerebro. Todavía no sabemos qué cantidad ni las variaciones según cada persona. Pero al menos, en ratones, sabemos que si no tienen la suficiente cantidad de esa enzima clave producida en la grasa, una parte importante del cerebro no puede mantener sus niveles de energía”.

“Nadie sabe por qué las personas catalogadas con poco sobrepeso, tienden a tener una tasa de mortalidad más baja. Pero nuestro estudio sugiere que si no tienes una cantidad adecuada de grasa, estás afectando la parte del cerebro que es particularmente importante para controlar el metabolismo y el envejecimiento”.

La enzima de la longevidad

La enzima que ha sido relacionada con una prolongación de la vida, que se forma gracias a la presencia de cierto nivel de grasa corporal en el organismo, se conoce como NAMPT. Esta produce un combustible, NAD, esencial para los procesos celulares.

Los ratones que fueron utilizados en el estudio no tenían la capacidad de producir la enzima NAMPT. La falta de la enzima no afectó el funcionamiento de la mayoría de los órganos vitales ni de los músculos, pero sí afectó al hipotálamo. Esta parte del cuerpo –localizada en el cerebro-, se encarga de controlar varios procesos, entre ellos, el mantenimiento fisiológico del cuerpo, la regulación de la temperatura corporal, los ciclos de sueño, el ritmo cardiaco, la sed y el apetito.

Los ratones que no tenían NAMPT presentaban niveles bajos de actividad física y de actividad en el hipotálamo. Esto sugiere que hay una relación entre el tejido graso, o más bien, entre la enzima mencionada y el buen funcionamiento del hipotálamo. Como antecedentes a esta investigación, el equipo liderado por el Dr. Imai, encontró que hay una proteína en específico (SIRT1), producida por el hipotálamo que en el caso de los ratones estudiados, aumentó su vida útil.

La conexión que Imai está tratando de demostrar con sus investigaciones es que la función de las enzimas del hipotálamo que intervienen en la longevidad, están vinculadas con la cantidad de grasa corporal, debido a que la grasa funciona como combustible de las células.

Si Imai y su grupo logran identificar con claridad el papel del tejido graso con relación a la prolongación de la vida útil, este podría marcar un antecedente en intervenciones en enfermedades asociadas con el envejecimiento.

La enzima NAMPT viaja hacia el hipotálamo y le da a los animales energía suficiente para aguantar ciertos periodos de ayuno y además activa mecanismos anti-envejecimiento.

Una de las teorías de Imai es que hay un mecanismo de comunicación entre los tejidos, que no se conocía antes. Se supone que este mecanismo hace que los tejidos se estimulen entre sí para buscar alimento. Esto funciona en el caso de tiempos de hambruna en los que con la falta de alimento el animal perdía energía. En vez de dejarse morir, el organismo desencadena un mecanismo que lo estimula a moverse y buscar comida.

Cuando el alimento ya está presente, por lo general, más disponible, este mecanismo no tiene ya la función de motivar la búsqueda de comida. Sin embargo, puede ser que ese mismo mecanismo traiga beneficios frente al envejecimiento y algunos padecimientos relacionados con éste. Esa es la apuesta del Dr. Imai.

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