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Los rangos de obesidad se han casi triplicado entre la juventud durante las últimas 3 décadas. Hoy, uno de cada tres niños en los Estados Unidos, sufre sobrepeso u obesidad. El exceso de peso aumenta las probabilidades de desarrollar enfermedades del corazón, derrames cerebrales, diabetes tipo 2, asma, enfermedades hepáticas y varios tipos de cáncer. Otras condiciones relacionadas con la obesidad, como la presión arterial alta y alto colesterol en la sangre, se diagnostican cada vez con mayor frecuencia en infantes.

Lamentablemente los problemas médicos no son los únicos que enfrentan estos niños. Los niños y los adolescentes obesos también pueden tener problemas de discriminación social, baja autoestima y depresión. Ellos son más propensos a convertirse en adultos obesos y enfrentar problemas continuos.

Las principales causas del exceso de peso en la infancia son similares a las de los adultos. La obesidad tiene un fuerte componente genético, y usar el automóvil para todo, estar atado a la computadora, tener disponible comida en todas partes y algunos otros factores sociales, contribuyen al problema para un número creciente de personas de todas las edades. Pero se puede ayudar a contrarrestar estas influencias al crear un ambiente saludable para los hijos, fomentando una alimentación sana y actividad física; este esfuerzo comienza en casa.

“Los adultos pueden ayudar a dar forma al medio ambiente en el cual los niños interactúan, proporcionando oportunidades de comer alimentos saludables, como verduras, frutas y granos enteros, limitando las bebidas azucaradas y comidas rápidas”, dice la Dra. Layla Esposito, quien supervisa algunos de los centros de investigación de la obesidad infantil del National Institute of Health (NIH), en EE.UU. “También es importante limitar el tiempo frente a los televisores, computadoras y juegos de video, y proporcionar oportunidades para la actividad física. Los estudios más recientes están demostrando que dormir lo suficiente también puede ser importante para el control de peso”, agrega Esposito.

Los expertos coinciden en que nuestro peso se ve afectado por cómo está estructurado nuestro entorno. Conocido como el “ambiente construido”, que incluye no sólo el hogar, sino también todo lo que hay en el vecindario y comunidad, incluyendo cómo están distribuidos las calles, los parques y las fuentes de alimentos. Los expertos dicen que los entornos construidos no sólo afectan a la actividad física, sino también a los alimentos que elegimos y la cantidad de tiempo que pasamos en el interior de los lugares.

Aunque es importante que los individuos y las familias se comprometan con la alimentación saludable y la actividad física, la comunidad en general también puede jugar un papel importante. Los niños se mueven entre muchos entornos diferentes, todo lo cual forma y afecta sus decisiones sobre alimentación y actividad. Los padres, los cuidadores, las escuelas, gobiernos, grupos comunitarios y organizaciones religiosas también pueden ayudar trabajando y desarrollando entornos saludables para alentar estas opciones de vida a largo plazo.

“Creo que mucha gente tiene la sensación de que es cuestión de fuerza de voluntad y que las cosas dependen completamente del autocontrol de la gente”, dice el doctor Stephen Daniels, pediatra e investigador en la Escuela de Medicina, en la Universidad de Colorado. “Si ese fuera el caso, no tendríamos la epidemia de obesidad que estamos teniendo. Vivimos en un entorno que no está estructurado para mejorar la dieta y las opciones de actividad.”

Por ejemplo, muchas comunidades no tienen supermercados, lo que puede significar una reducción del acceso a alimentos frescos y nutritivos. En algunos barrios, los bocadillos envasados y procesados que se ofrecen en las tiendas y los mercados de la esquina, son las únicas opciones disponibles.

Algunas comunidades no tienen patios o aceras seguras, por lo que los niños se ven obligados a pasar su tiempo libre en casa. Sentados, en lugar de moverse; esto hace que sea mucho más difícil de mantener un peso saludable.

Entre los muchos estudios en curso del NIH en esta área, hay 2 nuevos esfuerzos importantes de investigación para frenar la epidemia de obesidad infantil en el país. Uno evaluará el éxito de los enfoques a largo plazo diseñados para prevenir o tratar la obesidad infantil. El otro será examinar los esfuerzos que las comunidades han venido realizando para reducir la obesidad infantil.

En lugar de centrarse únicamente en los comportamientos de los individuos, estos nuevos estudios analizan las intervenciones existentes a largo plazo y consideran diferentes niveles de influencia, incluyendo organizaciones comunitarias juveniles, escuelas, casas y familias.

“La atención se centra ahora en los enfoques a multinivel. No es sólo el individuo, sino la familia, el médico, la escuela y la comunidad en general”, dice la Dra. Charlotte Pratt del NIH, quien ayuda a dirigir los nuevos estudios. “Hemos aprendido de las cosas que funcionan en un entorno único, pero los niños no sólo viven en casa.”

Es importante que los padres, maestros y comunidades se sientan empoderados en esta lucha por la salud de toda una generación y ser modelos de conductas saludables. “Los padres tienen una voz muy importante que los políticos necesitan escuchar”, dice Esposito, quien alienta a los padres y a las comunidades a identificar lo que necesitan para el cambio, para después pedirlo. Hay que pensar en lo que está siendo negado a los hijos, si se desean más calles peatonales y parques o si se necesita acceso a los alimentos saludables o más mercados.

Se puede hacer una lista de las mejoras que podrían realizar en cada comunidad. Luego reunirse con sus vecinos y líderes locales para discutir cómo se puede lograr que estas ideas se conviertan en realidad. Considerar la posibilidad de consultar con la junta escolar sobre las ofertas de alimentos en las escuelas.

Muchas comunidades han empezado con el mejoramiento del acceso y mantenimiento de los parques locales, solicitando caminos y aceras seguras para bicicletas, o pidiendo comidas más saludables y más actividad física en las escuelas, y explorando posibilidades para hacer frente a la falta de opciones de alimentos nutritivos y tiendas de comestibles.

Mientras que estemos trabajando para crear un medio ambiente sano, debemos tener en cuenta que nuestros propios comportamientos establecen un poderoso ejemplo para los hijos. Si los padres no están haciendo cambios saludables y teniendo buenas opciones para ellos mismos, entonces es difícil esperar que los niños entiendan lo que es mejor y tomar decisiones sabias para sí mismos.

Fuente: NIH News in Health

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