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Salud en todas las tallas: un abordaje a la salud incluyente en peso

LN. Raquel Lobatón

Consultora independiente

(Resumen hecho por Hablemos Claro)

Salud en todas las tallas es un abordaje distinto a la salud y a la nutrición, y muchos de los conceptos que se manejan suelen causar inquietud porque retan muchas de las concepción que ya tenemos sobre estos temas. Incluso, puede resultar incómodas algunas de las posturas que se plantean en desde esta perspectiva. Por ello, les pido que escuchen esta postura con una mente abierta.

Antes de comenzar, quiero aclarar algunos puntos sobre los conceptos. Bajo las perspectiva de Salud en todas las tallas abandonamos palabras como “obesidad” y “sobrepeso” porque las consideramos estigmatizantes, como explicaré más adelante. En los casos en que se necesario utilizarlas, irán entrecomilladas, por ejemplo, al hacer referencia a algún estudio o a la clasificación de los cuerpos según en índice de masa corporal (IMC). Pero, cuando hable de corporalidades más grandes, utilizaré las palabras “gordo” o “gorda” sin ninguna connotación negativa ni despectiva, sino como un adjetivo como cuando decimos “flaco”, “chaparro” o “alto”. También usaré términos como “talla grande”, “cuerpo grande” para hacer referencia a cuerpos que rebasan el IMC establecido.

El objetivo de todo profesional de la salud es promoverla. Pero, hemos sido formados, en la mayoría de los casos, desde un enfoque centrado en el peso corporal, especialmente los nutriólogos. Este modelo pesocentrista nos enseña que:

  • Las personas con pesos altos comen más o peor que alguien delgado
  • Estas personas no se ejercitan
  • La salud general se toma como sinónimo de salud metabólica
  • Todas las personas deben y pueden ser delgadas
  • Las dietas hipocalóricas son una estrategia efectiva para perder peso de forma permanente
  • La gordura significa enfermedad
  • Las personas con peso alto tienen un mayor riesgo de mortalidad

A continuación analizaremos cada una de estas premisas. 

Las personas con pesos altos comen más o peor que alguien delgado

Sin embargo, no puedo saber ni la cantidad ni la calidad de la alimentación de una persona solo por su talla corporal. Algunos estudios (como los recopilados por Jess Campbell) muestran que la ingesta de calorías es muy similar entre cuerpos con IMC muy disímiles. Por otra parte, tampoco podemos conocer la calidad de la dieta de una persona sólo con mirarla. La realidad es que no podemos saber nada sobre los hábitos alimenticios de una persona sólo por el tamaño de su cuerpo. Todo lo que infiramos sobre una persona basándonos en su talla, son prejuicios. 

Las personas con peso alto no se ejercitan

Un estudio elaborado en Australia por el Buró de Estadística del país comparó el nivel de actividad física entre personas de diferentes pesos (bajo peso/normal, sobrepeso y obesidad) y lo que encontró es que no hay variaciones realmente significativas entre cada uno (todos oscilan entre el 40 y 50%). Esto significa que tampoco podemos inferir la cantidad de actividad física que realiza una persona al juzgar su talla. 

La salud general es la salud metabólica y es una responsabilidad indivudual

Las campañas de salud actuales tienden a patologizar a los cuerpos grandes identificándolos como cuerpos enfermos o no saludables. Esto deriva de una idea muy común que se deriva de pensar en la salud solamente en términos metabólicos, sin considerar factores sociales o emocionales. Pero, la salud tiene una diversidad de determinantes de los cuales la menor parte es de tipo genético-biológica. Existen factores mucho más significativos como los comportamientos o hábitos, el acceso a salud pública y, sobre todo, las características socio culturales -que abarcan la proporción más grande con casi un 60%. La mayoría de estos están fuera de nuestro control. 

El ámbito sorbe el cual podríamos tener control respecto de nuestra salud es el de los hábitos y comportamientos, que representan, más o menos, el 25% de todos los factores involucrados en nuestro estado de salud. Aquí es donde entran la alimentación y el ejercicio, pero también si somos fumadores, nuestro descanso, etc.

Las características socioculturales son determinantes muy importantes respecto de nuestra salud y comprenden cosas como el acceso a la información, la situación económica, la educación, el acceso a agua potable, etc., e impactan de manera más fuerte a la salud que las elecciones alimenticias.  

En el caso de los hábitos que tenemos de manera cotidiana podemos cuestionar también hasta qué punto nuestros hábitos son una elección nuestra. Es decir, es sencillo creer que hacer ejercicio es una decisión que todos podemos tomar, pero debemos revisar hasta qué punto esta elección es asequible para todos o si es una cuestión de privilegio. Por ejemplo, una mujer que tiene un horario laboral extendido más un tiempo largo de transporte a casa, y al llegar tiene que atender a los hijos, hacer ejercicio es algo que le agregaría una tarea más, en caso de tener tiempo para ello. No siempre es una elección. 

La definición de salud de la ASDAH (Asociación para la Salud en Tallas Diversas) la plantea así: “La salud no puede ser la simple ausencia de enfermedad física o mental, alguna limitación o padecimiento. La salud existe como un continuo que varía con el tiempo y las circunstancias de un individuo. Debe ser concebida como un recurso disponible para todos sin importar las condiciones reales de salud y no como un objetivo de la vida misma. Perseguir la salud no debe ser un imperativo moral ni una obligación individual, y el estado de salud de cada quien no debe ser usado para juzgar u oprimir, ni determinar el valor de cada individuo.” (Tomado de la presentación de Raquel Lobatón durante el webinar del cual se hace este resumen)

Todas las personas pueden y deben ser delgadas

La delgadez se ha convertido en una obligación incuestionable que se protege detrás de la idea de que delgadez es salud. Pero, los factores que conocemos que influyen en el peso de una persona son increíblemente diversos y amplios, y no puede reducirse a preguntar qué es lo que come y cuánto ejercicio hace. En realidad, no es cierto que todas las personas puedan ser delgadas; los cuerpos son diversos y tienen diferentes tamaños. En muchos casos, la delgadez no depende de la voluntad y no podemos declarar que la gordura es consecuencia de la falta de voluntad. Así como los cuerpos vienen en diferentes tonos de piel o estaturas, también vienen en diferentes tamaños. 

La delgadez no es una superioridad moral y pensarla así es sumamente violento. Este tipo de creencias derivan en gordofobia que es un tipo de discriminación basada en la talla corporal y es tan violenta como el racismo o la homofobia o cualquier otra.

Las dietas hipocalóricas son una estrategia efectiva para perder peso de forma permanente

Las dietas para perder peso, a largo plazo, no funcionan. Está comprobado que el 95% de las personas que perdieron peso de esta manera lo recuperan y dos terceras partes suben aún más de lo que bajaron. El punto más alto de pérdida de peso en cualquier estrategia dietética se logra entre los 6 y 12 meses de haber empezado. A los 2 años, se recupera la mayor parte del peso perdido y en un lapso de 5 años la mayoría de las personas regresan al peso que tenían antes de empezar la dieta. 

Esto sucede porque se entra en el ciclo de las dietas que, de manera muy resumida es así: me pongo a dieta porque odio o rechazo mi cuerpo, esto me obliga a ignorar mi sensación de hambre lo cual provoca que piense de manera obsesiva en comida. Este rechazo y la “voluntad” para aguantar el hambre se convierten en una hipervigilancia sobre mi cuerpo, que me genera un estrés que desencadena procesos inflamatorios. La escasez de comida pone en alerta a mi cuerpo y aumenta la acumulación de grasa y la insulina afectando al metabolismo. En muchos casos, esto provoca un hambre extrema que conduce a comer en exceso; la culpa y la vergüenza ante esta conducta aparecen y renuncio a la dieta por sentir un fracaso. Aumento de peso, lo cual ocasiona que rechace aún más a mi cuerpo.

Un meta análisis (presentado en Am Psychol abril 2007; 220-33) indica que las dietas conducen a bajar de peso en el corto plazo, pero no se mantiene a la larga. Por el contrario, el peso perdido se recupera. Las adolescentes que han hecho dietas triplican su riesgo de desarrollar obesidad en la edad adulta. 

Respecto del IMC y la pérdida de peso a partir de la dieta, resulta que entre más alto es el IMC, más baja es la probabilidad de perder 5% de peso. Por ejemplo, si el IMC inicial es de entre 30 y 35, 1 de cada 12 hombres y 1 de cada 10 mujeres logrará bajar 5% de peso. Si el IMC es de 45, la cifra se reduce a 1 de cada 5 y 1 de cada 6, respectivamente. 

Las dietas a largo plazo no funcionan y, por el contrario, pueden ser un riesgo para la salud.

La gordura significa enfermedad

En un estudio de 2016, publicado en el International Journal of Obesity, se muestra que no podemos decir que todas las personas delgadas están saludables y la gordas enfermas. No existe ninguna enfermedad que se presente de manera exclusiva en las personas gordas, como para establecer al peso alto como una causa de enfermedad. Existen personas con un peso normal que tienen un metabolismo no saludable, así como personas con obesidad que tienen uno saludable. Que estadísticamente haya una prevalencia de personas con obesidad que tienen algún problema metabólico no significa que la grasa corporal sea la causa de ello, porque en ciencia la asociación no es causalidad. Habría que revisar qué factores tienen en común estas personas e incluir los ciclos de dieta a los que se han sometido y la carga alostática, que son procesos inflamatorios derivados del estrés crónico y ser una persona de talla grande es un factor que genera estrés crónico. 

El estigma que genera el peso arriba de lo “normal” tiene fuertes efectos negativos en la salud, desde el estrés de la discriminación ya mencionado, hasta un diagnóstico tardío por parte del personal de salud que solamente ve la talla del paciente y no el contexto amplio del padecimiento que lo llevó a la consulta. Los médicos atribuyen a la gordura la situación a atender y no revisan con cuidado lo que hay más allá del peso. La realidad, como dijimos al principio, es que no puedes inferir nada sobre la salud de una persona con solo considerar su peso.

Las personas con peso alto tienen un mayor riesgo de mortalidad

Un par de estudios (publicado en Inter J of Obesity 35:838-851, 2011 y otro en JAMA, 2013 Jan 2; 309 (I):71-82) señalan que un bajo IMC (menos de 18.5) y un mayor a 35 aumentan el riesgo de mortalidad. Pero en personas con sobrepeso y un IMA de 25 a 30 es menor. Las personas con obesidad en grado I tiene el mismo riesgo de mortalidad que una persona con peso normal. Sin embargo, el riesgo de mortalidad en personas sedentarias es doble que en personas con obesidad que hacen ejercicio. Así que resulta que la actividad física es un factor más importante que le peso respecto de la expectativa de vida.

La propuesta de salud en todas las tallas promueve la inclusión de peso y de las tallas, ya que no toma al peso como un indicador de salud. La apuesta es que la salud es mejorable en cualquier talla y tipo de cuerpo. Los buenos hábitos cobran un papel mucho más importante en esta perspectiva independientemente de si se refleja o no en la báscula. Se comprende que el peso corporal no es una elección personal y no puede controlarse a voluntad. Por ello, habla de la mejora integral de la salud y no sólo del ámbito metabólico. 

Salud en todas las tallas va contra el estigma de la gordura y el peso y respeta la individualidad de cada persona poniendo en consideración la complejidad de su contexto particular. En ese sentido, promueve un cuidado respetuoso. 

La alimentación está enfocada al bienestar y no al peso ni a la talla. Confía en la responsabilidad personal y en la capacidad de la toma de decisiones. Además, recupera la importancia de la alimentación intuitiva, considerando que la alimentación debe ser personalizada, flexible y placentera, que atienda las necesidades fisiológicas y económicas, teniendo como objetivo el bienestar completo de la persona. De manera adicional, se promueve el movimiento como un elemento que aporta salud y bienestar pero no enfocado a modificar el cuerpo. El movimiento placentero favorece la conexión con el cuerpo. 

Al cambiar el enfoque y dejar de lado el peso se ve una mejora en los marcadores metabólicos, se aumenta el apego a conductas positivas de salud, disminuyen los atracones, mejora el bienestar emocional, reduce los niveles de depresión y mejora la autoestima. Salud en todas las tallas protege contra la gordofobia, protege a las personas contra la guerra contra la obesidad y se ayuda de modelos de alimentación, como la alimentación intuitiva, por ejemplo. Esta es comer como cuando éramos niños: respetando nuestras sensaciones de saciedad y hambre. 

Una pregunta que debemos plantearnos es si queremos una población más sana o más delgada, porque no son lo mismo. 

*La información aquí presentada es un resumen del webinar impartido por la LN. Raquel Lobatón el día 28 de octubre de 2020, organizado en conjunto por AMECA (Asociación Mexicana de Ciencia de Alimentos) y Hablemos Claro, y puede ser consultado en https://www.youtube.com/watch?v=AfMpeLZbrHo&t=6s.

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