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LN. Ana Luisa De León Hernández

Universidad Vizcaya de las Américas 

Campus Piedras Negras

La alimentación en los niños es un factor crítico que marcará y definirá periodos de crecimiento y desarrollo, conductas alimentarias, preferencias y rechazos a ciertos alimentos a lo largo de sus vidas.
La primera comida para un ser humano es la leche materna, y esta aporta los nutrimentos y energía que el lactante necesita en los primero meses de vida. La OMS y el UNICEF recomiendan que la lactancia materna sea exclusiva durante los primeros 6 meses de vida del bebé. La lactancia debe iniciar desde la primera hora de vida extrauterina, debe ser a libre demanda y se complementa después de esos primeros seis meses hasta los dos años o más incorporando otro tipo de alimentos (OMS, 2022).

Iniciar una alimentación complementaria equilibrada nutricionalmente en la mayoría de los casos llega a ser un desafío para los padres. Esto se debe a que el primer alimento que reciben los lactantes es dulce (la leche, sea materna o de fórmula), y eso podría indicar una predisposición biológica a preferir ese sabor sobre otros. Además, en muchos casos, los padres no tienen suficiente información correcta sobre cómo implementar una alimentación sana. Estos son factores que intervienen en la dificultad para proporcionar a los hijos una dieta balanceada y adecuada a su etapa de desarrollo (Forestell, 2017). 

El cambio de llevar una dieta líquida exclusiva a una alimentación que incluya sólidos es una tarea importante, ya que desde el comportamiento y conductas que toman los padres frente a la comida, se puede influir en los patrones de alimentación de los niños. Algunos ejemplos de esto son: hablar o hacer gestos negativos hacia grupos de alimentos como verduras y comidas caseras; comprar alimentos de alta palatabilidad (que son altos en grasas y azúcares); etc. Este tipo de conductas afectan el proceso de introducción de alimentos después de los primeros seis meses de vida. Por ello, se debe animar a los padres a que prueben y consuman alimentos balanceados para que sean parte habitual de la alimentación de la familia completa. Otro factor a considerar es la alimentación de la madre durante el embarazo. Es importante platicar con las madres, pues desde el periodo de gestación, la variedad de sabores que consumen es trasmitida a través del líquido amniótico y, a su vez, a la leche materna. 

Es por todos estos factores que la dieta familiar, el comportamiento de la familia y una alimentación perceptiva juegan un papel importante en el tiempo, tipo y calidad de alimentos ofrecidos al niño durante la primera etapa de vida (Mennella & Trabulsi, 2012).

Existen métodos de introducción de alimentos como el método papillas y método Baby Led Weaning, que tiene como reglas básicas la incorporación, la duración-frecuencia-combinación de los alimentos.  En la incorporación de los alimentos sólidos se busca que sea de la manera más natural posible en sabor, es decir, no agregar sal, condimentos, azúcares ni otro producto que pueda alterar el sabor. Además, se debe dar el alimento durante 3 a 4 días para revisar la tolerancia digestiva, es decir, si presentó o no alguna alergia o intolerancia. Al momento de ofrecer diferentes grupos de alimentos se debe cuidar la calidad nutricional y texturas por el riesgo a atragantamiento. Sin embargo, uno de los principales focos a cuidar es empezar primero por alimentos que no tengan tanto sabor, es decir, por las verduras que tienen un sabor más neutro y ofrecerlas de manera natural, cuidando de no agregar ningún sabor extra. 

En los lactantes es más fácil la aceptación de frutas por ese sabor dulce que tienen y por la familiaridad con ese sabor que tenemos en nuestra memoria debido a la leche humana o fórmula. Al ofrecer primero frutas o papillas adicionadas con azúcares se le brinda al niño un umbral más alto de sabor que influye en la aceptación de nuevos alimentos y la preferencia por consumir alimentos de sabor dulce o productos caracterizados por un alto contenido en azúcares (Murray, 2017).

Los recién nacidos tienen una preferencia innata por el sabor dulce, la leche humana contiene 7g/ de lactosa por cada 100mL, que equivale a la intensidad del dulzor de una solución de sacarosa de 2.12%, es decir, la dulzura de la leche materna es más alta que la leche de vaca o de cabra. La leche humana también tiene un olor dulce y acaramelado proporcionado por el furaneol y el maltol presentes en ella. Existe evidencia de la preferencia por lo dulce incluso desde el periodo de gestación, cuando en la alimentación de la mujer embarazada el edulcorante sacarina se consume y se traspasa al líquido amniótico de la madre, así también en recién nacidos a término o prematuros que reciben sacarosa (Hayes & Johnson, 2017) .

Durante el periodo de embarazo se recomienda evitar el consumo de ciclamato, sacarina y hoja cruda de Stevia así como el de sus infusiones o extractos, se considera seguro en el embarazo, siempre y cuando se consuman con moderación y adhiriéndose a los niveles de la IDR. La sacarina, el acesulfame-k y la sucralosa se han encontrado en la leche materna, pero las concentraciones obtenidas están por debajo de la ingesta diaria recomendada y no representan riesgo para el lactante (Cavagnari, 2019).

La OMS define el azúcar libre como todos los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos y bebidas por el fabricante, cocinero o consumidor, además del azúcar presente de forma natural en la miel, jarabes, zumos de frutas y concentrados de zumos de frutas (OMS, 2015). Por otro lado, tenemos al azúcar intrínseco presente en las paredes celulares de las plantas, que en las frutas es la fructuosa, o en la leche y productos lácteos presente como lactosa; para este tipo de azúcar no hay requerimientos en bebes y niños. El impacto en la salud al consumir azúcar excesivo es: caries dental, sobrepeso y obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, molestias gastrointestinales o modificaciones en el comportamiento. La elección y preferencias de alimentos son influenciadas por la genética y, lo que es todavía más importante, por la disponibilidad de alimentos, influencias culturales y de los padres (Fidler Mis et al., 2017).

El comité de Nutrición de ESPGHAN recomienda que la ingesta de azúcar libre se reduzca y limite a ˂5% de la ingesta energética para niños y adolescentes (2 -18 años), la ingesta de azúcar libre debe ser menor o nula en bebes y niños menores de 2 años.

Aunque los niños tienen esa preferencia innata por el sabor dulce, esto puede ser modificado con hábitos correctosde alimentación. La lactancia puede estar asociada a mayor aceptación de nuevos alimentos (Fidler Mis et al., 2017). La formación de estilos de vida saludable, entre ellos los buenos hábitos de la alimentación, en los niños es tarea de todos empezado por los padres de familia o cuidadores y con el apoyo de los profesionales de la salud.

Bibliografía:

Cavagnari, B. M. (2019). Non-caloric sweeteners in pregnancy and lactation. Revista Española de salud Pública93.
Fidler Mis, N., Braegger, C., Bronsky, J., Campoy, C., Domellöf, M., Embleton, N. D., Hojsak, I., Hulst, J., Indrio, F., Lapillonne, A., Mihatsch, W., Molgaard, C., Vora, R., & Fewtrell, M. (2017). Sugar in Infants, Children and Adolescents: A Position Paper of the European Society  for Paediatric Gastroenterology, Hepatology and Nutrition Committee on Nutrition. Journal of Pediatric Gastroenterology and Nutrition65(6), 681–696. https://doi.org/10.1097/MPG.0000000000001733
Forestell, C. . (2017). Flavor Perception and Preference Development in Human Infants. Annals of Nutrition and Metabolism70(3), 17–25. https://doi.org/10.1159/000478759
Hayes, J. E., & Johnson, S. L. (2017). Sensory Aspects of Bitter and Sweet Tastes During Early Childhood. Nutrition Today52(2). https://journals.lww.com/nutritiontodayonline/Fulltext/2017/03001/Sensory_Aspects_of_Bitter_and_Sweet_Tastes_During.7.aspx
Mennella, J. A., & Trabulsi, J. C. (2012). Complementary Foods and Flavor Experiences: Setting the Foundation. Annals of Nutrition and Metabolism60(suppl 2)(Suppl. 2), 40–50. https://doi.org/10.1159/000335337
Murray, R. D. (2017). Savoring Sweet: Sugars in Infant and Toddler Feeding. Annals of Nutrition & Metabolism70 Suppl 3, 38–46. https://doi.org/10.1159/000479246
OMS. (2015). Ingesta de azúcares para adultos y niños Directriz: Resumen. https://apps.who.int/nutrition/publications/guidelines/sugars_intake/es/index.html
OMS. (2022). Lactancia materna exclusiva. https://apps.who.int/nutrition/topics/exclusive_breastfeeding/es/index.html#:~:text=La leche materna es la,tercio durante el segundo año.
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