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Anfibios y reptiles comestibles

Dr. David Ramiro Aguillón Gutiérrez

Centro de Investigación y Jardín Etnobiológico 

Universidad Autónoma de Coahuila

A lo largo de la historia, los seres humanos hemos aprovechado muy diversas especies para alimentarnos. Miles de plantas, animales y hongos forman nuestra dieta. Algunas de estas especies son de uso cosmopolita, otras, por su condición de desarrollarse en un ambiente determinado, son de uso local o regional. 

Cuando hablamos de comida, difícilmente lo primero que se viene a la mente son los anfibios y los reptiles, pues muchos de estos animales causan miedo, aversión o simplemente indiferencia, por lo que no son parte muy popular de la gastronomía tradicional en muchas partes del mundo. Sin embargo, en algunos lugares se consumen estos animales o sus derivados de forma habitual. Sin duda, las ancas de rana representan el alimento más común que deriva de estos grupos biológicos, consideradas comida gourmet en algunos países, principalmente en la cocina francesa. El consumo de ancas de rana representa un riesgo para la conservación de anfibios cuando las ranas no se obtienen de criaderos, sino que son capturadas de la naturaleza, disminuyendo así sus poblaciones. 

En México, principalmente en el centro del país, además de ancas de rana, se ha registrado el consumo de ajolotes, cuyas poblaciones son todavía más vulnerables que las de las ranas y sapos, y renacuajos.

Pasando a los reptiles, las opciones son muchas más que en los anfibios. Se consume la carne de cocodrilos, serpientes, iguanas, lagartijas, tortugas y los huevos de estas últimas, sobre todo de las especies marinas. La carne de cocodrilo, generalmente, se obtiene de granjas o criaderos y se ha disminuido su caza en hábitats naturales, lo cual es favorable para su conservación. Sin embargo, esta carne no ha logrado mucha popularidad, además de que es mucho más cara que la de res, puerco o pollo. La carne de serpiente se consume, principalmente, por el mito o creencia de que cura el cáncer. Lamentablemente, estos ejemplares son capturados en vida libre, afectando así sus poblaciones y ocasionando desequilibrios ecológicos. 

La carne de iguana en ocasiones proviene de criaderos, pero a veces de animales de vida libre. Se ha reportado que los cazadores buscan a las hembras preñadas para extraerles los huevos, poniendo en riesgo las poblaciones de iguanas en algunos lugares. Las lagartijas son los reptiles menos utilizados con fines alimenticios, no obstante, en lugares como Hidalgo, México, existe un platillo con estos animales. 

Finalmente, las tortugas son aprovechadas tanto por su carne como por sus huevos. Las grandes tortugas terrestres insulares, cuya mayoría de especies hoy en día están en peligro de extinción, y muchas otras ya están extintas, fueron ampliamente utilizadas como alimento por los marineros, pues son animales grandes y fáciles de mantener, ya que pueden pasar meses sin alimentarse y no representan un peligro para el ser humano. Estos motivos hacían que cuando los barcos llegaban a las islas, eran cargados con decenas de tortugas que servían de alimento a los tripulantes en sus largos viajes. Hoy día algunos pueblos continúan consumiendo carne de tortugas terrestres. 

En el caso de las tortugas marinas, aunque se puede aprovechar su carne, lo que más ha mermado sus poblaciones, desde el punto de vista alimenticio, es el saqueo de nidos con el fin de obtener los huevos, ya que es muy extendida la creencia de que tienen propiedades afrodisiacas. Desde luego, esto no tiene sustento científico, así como tampoco la creencia popular de que la carne de serpiente cura enfermedades como el cáncer. 

Como hemos visto, al igual que muchos otros animales, los anfibios y los reptiles forman parte de un bagaje gastronómico en muchas partes del mundo y México no es la excepción. No es malo consumir esta fuente de proteínas, lo malo es comprometer la existencia de poblaciones y comunidades de estos animales al cazarlos directamente en su hábitat natural. El hecho de que se piense que tienen propiedades “milagrosas” para curar enfermedades o aumentar la libido, no justifica estas malas prácticas. 

Es un derecho disfrutar de la maravillosa y diversa gastronomía de los diferentes pueblos del mundo, pero conlleva la responsabilidad de cuidar a esos seres vivos que nos alimentan, para que continúen existiendo en beneficio de las generaciones futuras.  

Bibliografía:

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