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Los pilares de una alimentación correcta

LN. Cecilia García Schinkel

Consultora

 

Cuando hablamos de alimentación correcta, tendemos a pensar en lo que comemos. Sin embargo, la alimentación es un fenómeno complejo que implica otros factores además de la dieta. En esta colaboración pretendemos definir los conceptos alrededor de una correcta alimentación y algunas estrategias para lograrla.

Según el Dr. Héctor Bourges, uno de los más reconocidos expertos en el campo de nuestro país, la alimentación se define como el conjunto de procesos biológicos, psicológicos y sociológicos relacionados con la ingestión de alimentos, mediante la cual el organismo obtiene del medio los nutrimentos que necesita, así como las satisfacciones intelectuales, emocionales, estéticas y socioculturales que son indispensables para la vida humana plena. Por ello, alimentarse va más allá del hecho de brindar a nuestro cuerpo los nutrimentos que requiere para mantener la vida.

Para fines prácticos podemos dividir a la alimentación en tres pilares, de igual importancia entre sí. En primer lugar se refiere a lo que comemos, es decir, a la dieta. En principio, este término no tiene nada que ver con la pérdida de peso, como lo usamos de manera coloquial, sino que se refiere a lo que cada uno de nosotros come a lo largo de un día. La dieta es una cuestión personal y en nuestro país existe una norma, la NOM 043, que nos ayuda a diseñar una dieta adecuada para cada persona. Esta legislación nos indica que la dieta correcta[1] debe tener 6 características, principales: completa, equilibrada, inocua, suficiente, variada y adecuada.

Otro aspecto fundamental de la alimentación que resulta especialmente difícil de lograr en nuestra sociedad, es aprender o re aprender a consumir porciones adecuadas de cada grupo de alimentos y la proporción adecuada entre ellos. Y es que medir mentalmente media taza de algo, o una cucharadita de otra cosa, no es sencillo. Tampoco resulta práctico andar por la vida con una taza medidora o una báscula. El reto aquí es calcular mentalmente la cantidad adecuada de lo que comemos.

Los profesionales de la nutrición, con el afán de brindar opciones viables para calcular la ingesta adecuada de comida, trabajamos con “sistemas equivalentes”. En estos se establece una porción para cada alimento que es intercambiable por otro del mismo grupo; se parte de la idea de que su aporte nutrimental es casi idéntico y, por lo tanto, son equivalentes. La eficacia de estos sistemas depende de que la gente sepa medir o apreciar correctamente la porción ingerida, de tal manera que no falte ni sobrepase la cantidad adecuada de alimento.

El cálculo de porciones y cantidades, y que afecta este método de equivalencias que mencionamos, se enfrenta a dos obstáculos. En primer lugar está el efecto visual que los platos, vasos y platones donde se acomoda un platillo tiene sobre quien lo consume. Hagamos un ejercicio: analiza con cuidado cómo impacta el ancho y alto del vaso, el tamaño del plato y la forma de acomodar la comida en tu percepción visual y la de tu familia. Si, por ejemplo, la porción adecuada de pasta es media taza, esta cantidad lucirá abundante en un plato pequeño, pero se verá muy chica en uno grande. La diferencia entre una y otra presentación impacta la sensación de saciedad de quien la come y, por lo tanto, influye en la cantidad de comida que ingerimos.

La segunda cuestión es que nos hemos acostumbrado a tener porciones cada vez más grandes y ya las consideramos normales. Por ejemplo, hace cuarenta años una hamburguesa de 120g era considerada adecuada para un adulto, y hoy se ofertan hamburguesas de hasta 800g como porciones individuales. Estamos acostumbrados a comer más de todo, y a considerar como porciones adecuadas unas que, en realidad, equivalen a varias porciones de acuerdo con las tablas de los sistemas de equivalentes intercambiables.

Algunos estudios han mostrado que, en un ambiente en el que las porciones son más grandes, las personas no se sienten satisfechas con facilidad o alcanzan esta sensación de saciedad con una mayor cantidad de comida de la que su organismo necesita. Esto implica que tienen una respuesta retardada a las señales de hambre y saciedad, lo que les lleva a comer más.

Lograr una alimentación correcta implica poner atención en todos los aspectos que la conforman y diseñar estrategias adecuadas para cubrir estos tres pilares: lo que como (mi dieta), cómo y cuándo lo ingiero (mis hábitos alimentarios) y cuánto consumo (el control de las porciones).

Bibliografía:

http://www.profeco.gob.mx/revista/publicaciones/adelantos_08/16-21%20COMER%20BIEN%20OKMM.pdf

http://www.facmehttp://basica.sep.gob.mx/tiempocompleto/pdf/manual_alim.pdfd.unam.mx/deptos/salud/censenanza/spi/unidad2/glosario.htm

[1] NOM-043-SSA2-2005. Servicios Básicos de Salud. Promoción y Educación para la Salud en Materia Alimentaria. Criterios para brindar orientación.

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