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Dra. Ruth Pedroza Islas

Ingeniería de Alimentos

Universidad Iberoamericana

Dentro de los problemas de salud pública existen dos que son urgentes de atender, por su repercusión en la calidad de vida. Uno es el sobrepeso y la obesidad, y el otro, la diabetes. En ambos, es relevante la reducción de la ingestión de azúcar y seguir ciertas recomendaciones dietéticas y es ahí donde, frecuentemente, los médicos y nutriólogos encuentran resistencia por parte de los pacientes, así que alcanzar las metas de salud propuestas es un gran reto (Campuzano y colaboradores, 2013; Muñoz y colaboradores, 2023).

No se trata de problemas de salud menores pues el primero de ellos se relaciona con el incremento de riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 y la enfermedad cardiovascular, entre otras, y el segundo, a comorbilidades (coexistencia de dos o más padecimientos en una misma persona, generalmente, relacionados) y mortalidad. Aunque en ambos hay que buscar un estilo de vida saludable, incorporar en los hábitos de vida una dieta correcta es fundamental. 

En los casos de salud mencionados, el azúcar ha sido puesto en el centro de la discusión, ya que un exceso en su consumo contribuye con el sobrepeso y la obesidad y, en las enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, el azúcar debe ser restringido. La Organización Mundial de la Salud (OMS), preocupada por el exceso en el consumo de azúcar y los problemas de salud asociados, ha publicado directrices al respecto considerando que, al reducir la energía (calorías) que proviene del consumo de azúcares en la dieta, puede reducirse el peso corporal (OMS, 2015), aunque hay que resaltar la relevancia de mantener una dieta correcta.

La incorporación de edulcorantes no calóricos (ENC), en sustitución del azúcar, es una buena alternativa para reducir el consumo de energía en la dieta (Nadolsky y colaboradores, 2021; Wilk y colaboradores, 2022), con la ventaja de mantener el sabor sin comprometer la palatabilidad. Sin embargo, no todos los ENC tienen el mismo perfil de sabor y, por ello, además de por su estabilidad durante el procesamiento de los alimentos, la sucralosa ha ganado atención. Siendo el sabor uno de los determinantes más relevantes de la elección de los alimentos (Prescott, 2015) y si la sucralosa ofrece uno similar al sabor acostumbrado, será más fácil que las personas acepten el cambio a productos a los que se les ha sustituido el azúcar, así, se ha encontrado que la sucralosa es el ENC preferido (Warshaw y Edleman, 2020). Por otra parte, es sabido que cuando se debe modificar la dieta habitual por una más adecuada, debido a una determinada condición de salud, el mayor reto es lograr que la persona consiga seguir el régimen recomendado; es decir, la adherencia a la dieta. Por tanto, un buen sabor es un aliado para el apego a las recomendaciones sobre la alimentación de quien debe reducir su ingestión de energía (calorías) y de quien debe restringir el consumo de azúcar. 

Los ENC también pueden ser utilizados por personas sanas en el mantenimiento de un balance adecuado entre la energía que se consume en la dieta y la que se gasta por la actividad física y el mantenimiento del organismo, lo que lleva a un peso corporal adecuado. Al sustituir el azúcar, en el contexto de una dieta adecuada, se reduce el consumo de energía (calorías), siempre y cuando no haya compensación, favoreciendo el balance energético y disminuyendo el riesgo de padecer sobrepeso, que es un precursor de enfermedades crónicas. Diversos estudios han mostrado que, con el uso de sucralosa, no hay alteración en el índice glucémico, en la resistencia a la insulina (Thomson y colaboradores 2019; Orku y colaboradores, 2023) ni en la microbiota, en consumo a corto plazo (Thomson y colaboradores, 2019), y tampoco en las hormonas del apetito (Romo-Romo y colaboradores, 2020). Al respecto los estudios continúan y los resultados, hasta ahora, no han sido consistentes (Ahmad y colaboradores, 2020). Por ahora, se sabe que, por su seguridad en el consumo y su perfil de sabor, la sucralosa es una buena opción para endulzar alimentos y bebidas sin aportar energía (calorías) (Magnuson y colaboradores, 2016; EFSA, 2016, 2019; FAO, 2021).

Dada la magnitud de la problemática mencionada es necesario enfatizar la prevención, donde la sucralosa y otros ENC son herramientas útiles, y recordar que la salud es un estado de bienestar físico, mental y social.

Bibliografía:

Campuzano, M. D. L. R., Rodríguez, A. R., & Rodríguez, J. C. G. (2013). Adherencia a la dieta en pacientes diabéticos: efectos de una intervención. Summa Psicológica UST10(1), 91-101.
FAO, 2021. Codex Alimentarius. (2021). GENERAL STANDARD FOR FOOD ADDITIVES CODEX STAN 192-1995. Adopted in 1995. Revision 1997, 1999, 2001, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2021.  
https://www.fao.org/fao-who-codexalimentarius/sh-proxy/en/?lnk=1&url=https%253A%252F%252Fworkspace.fao.org%252Fsites%252Fcodex%252FStandards%252FCXS%2B192-1995%252FCXS_192e.pdf  [Consultado en enero 2, 2023]
EFSA. (2019). Edulcorantes. https://www.efsa.europa.eu/es/topics/topic/sweeteners
EFSA. (2016). Safety of the proposed extension of use of sucralose (E 955) in foods for special medical purposes in young children.  https://www.efsa.europa.eu/en/efsajournal/pub/4361
Magnuson BA, Carakostas MC, Moore NH, Poulos SP, Renwick AG. (2016). Biological fate of low-calorie sweeteners. Nutrition Reviews 74(11):670–689.
Muñoz, F. L., Pou, S. A., & del Pilar Diaz, M. (2023). An empirically derived “prudent” dietary pattern is associated with lower obesity occurrence: Modeling and mapping from a national nutrition survey. Nutrition Research109, 26-34.
Nadolsky, K. Z. (2021). COUNTERPOINT: Artificial Sweeteners for Obesity—Better than Sugary Alternatives; Potentially a Solution. Endocrine Practice27(10), 1056-1061.
OMS. 2015. Directriz: Ingesta de azúcares para adultos y niños. WHO_NMH_NHD_15.2_spa.pdf
Orku, S. E., Suyen, G., & Bas, M. (2023). The effect of regular consumption of four low-or no-calorie sweeteners on glycemic response in healthy women: A randomized controlled trial. Nutrition106, 111885.
Prescott, J. (2015). Multisensory processes in flavour perception and their influence on food choice. Current Opinion in Food Science3, 47-52.
Romo-Romo, A., Aguilar-Salinas, C. A., López-Carrasco, M. G., Guillén-Pineda, L. E., Brito-Córdova, G. X., Gómez-Díaz, R. A., ... & Almeda-Valdes, P. (2020). Sucralose consumption over 2 weeks in healthy subjects does not modify fasting plasma concentrations of appetite-regulating hormones: a randomized clinical trial. Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics120(8), 1295-1304.
Thomson, P., Santibanez, R., Aguirre, C., Galgani, J. E., & Garrido, D. (2019). Short-term impact of sucralose consumption on the metabolic response and gut microbiome of healthy adults. British Journal of Nutrition122(8), 856-862.Wilk, K., Korytek, W., Pelczyńska, M., Moszak, M., & Bogdański, P. (2022). The effect of artificial sweeteners use on sweet taste perception and weight loss efficacy: a review. Nutrients14(6), 1261.
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