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Porciones de alimentos para niños

PLN. María Sofía Abdala Márquez

Mtro. Carlos Alberto Rubí Morales

Universidad Anáhuac Mayab

En el mundo se viven diversas problemáticas nutricionales globales y es importante conocer la necesidad y urgencia de una correcta nutrición pediátrica. Las estadísticas que dicta el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) indican que, por lo menos 1 de cada 3 niños menores de 5 años no crece de acuerdo con lo esperado, ya que pueden tener una de las tres consecuencias de la malnutrición, como el retraso en el crecimiento, sobrepeso o delgadez extrema, o fallecimiento. Otro factor importante es que uno de cada dos niños en el mundo que de ese mismo rango de edad sufren deficiencia de vitaminas junto con otros nutrimentos esenciales, conocido como “hambre oculta”. 

Las preferencias alimentarias de los niños están asociadas a lo que usualmente comen en su día a día, lo que se conoce como patrón de alimentación. Se asocia que los alimentos que son atractivos para los niños son alimentos con baja densidad de vitaminas y minerales, así como altamente energéticos -con un alto aporte de grasas y azúcares-. Además, se ha observado que existe la creencia de que a los niños les atraen las golosinas y, por ello, los adultos tienden a dárselas, lo que lleva a que las coman con frecuencia. De igual forma, la publicidad sobre los alimentos con alto contenido energético puede influenciar en los niños e incentivar su consumo.

Debido a lo anterior, es común escuchar que las verduras no son del agrado de los niños. Una posible explicación es porque las verduras, al no contener grasas ni azúcares, las perciben como “insípidas” o “aburridas”, ya que el paladar se va acostumbrando a alimentos con sabores más intensos dulces o salados. Sin una educación nutricional, lo anterior puede conllevar al consumo excesivo e inconsciente de estos productos y, como consecuencia, asociarse a un aumento de tejido adiposo en el área visceral y la posible presencia de enfermedades en la niñez o en la vida adulta.

Haciendo énfasis en todos los alimentos que la sociedad etiqueta como “malos” o “prohibidos”, existe la creencia que los alimentos procesados o con un alto aporte calórico causan, per se, una ganancia de peso. Con ello, es importante invitar a la población a cambiar la forma de ver la alimentación y evitar etiquetar la comida como “buena” o “mala”, ya que no todo es blanco y negro, y puede haber una gran escala de grises en medio. 

Se ha demostrado que, si desde una temprana edad se les enseña a los niños a tener una dieta equilibradaen lugar de prohibitiva o restrictiva, se evitarían muchos problemas de salud como los trastornos alimenticios y, como consecuencia, posibles afectaciones de la salud. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando se habla de “dieta” se hace referencia al conjunto de alimentos y bebidas que una persona o grupo consume habitualmente. La variedad de alimentos dentro de esta depende de factores como la disponibilidad de alimentos, el costo, los hábitos alimentarios y el valor cultural de alimentos.

Una recomendación útil para promover una alimentación saludable entre los niños es incentivarlos a probar todo tipo de alimentos, sin etiquetarlos como buenos y malos, haciéndoles saber que hay alimentos más nutritivos que otros -con más vitaminas, minerales, fibra, proteína, etc.-. Lo anterior permitirá que crezcan más conscientes de sí mismos y de su alimentación. 

Por lo anterior, es importante promover que las personas, desde la niñez, estén informadas sobre los alimentos y su impacto en la nutrición como parte de las estrategias de educación nutricional, la cual tiene como objetivo mejorar las prácticas de manejo y consumo de alimentos para el bienestar de las personas y sus comunidades. Es por ello por lo que, durante las etapas preescolar (de los 2 a los 5 años) y escolar (de los 6 a los 12 años), se recomienda que las comidas principales sean en familia, ya que es un buen momento para fomentar los lazos familiares, guiar las elecciones de alimentos de los más pequeños, incentivarlos a probar nuevos platillos y promover una relación saludable con los alimentos y sus cuerpos.

Por otra parte, se sugiere que, durante las comidas, los niños no tengan distractores como pantallas, videojuegos, televisión y tabletas, promoviendo así la atención en la alimentación y en la convivencia con las demás personas. Se sabe que los distractores incrementan la ingesta calórica por afectación a la saciedad específica sensorial, es decir, al estar distraídos, se reduce la capacidad de identificar los sabores, las texturas y las cantidades de alimentos ingeridos. 

A pesar de lo anterior y del gran esfuerzo por que los niños coman lo más sano posible todo el tiempo, es importante evitar la restricción alimentaria. En cambio, es más conveniente inculcar una alimentación saludable, con una gran variedad de alimentos, un consumo apropiado de frutas y verduras, alimentos ricos en vitaminas y minerales, incluir colaciones, guiar a los niños en su elección de alimentos, formar hábitos de alimentación y de vida activa realizando el deporte o ejercicio físico que ellos elijan y con el que se sientan cómodos. 

Es crucial que, como padres, tutores o familiares, se evite hablar ante la presencia de niños acerca de estereotipos físicos de delgadez, ya que estos promueven algo irreal, así como de estereotipos físicos de gordura, fomentando así la aceptación de la diversidad corporal.

Otro punto a cuidar es el del desayuno, ya que, a pesar de que se sabe que es una comida importante para el desarrollo y rendimiento de los niños, es frecuente que se les mande a la escuela sin desayunar. Los estudios han demostrado que entre las consecuencias de omitir este tiempo de comida se encuentra el bajo rendimiento académico, la reducción en la capacidad de resolver problemas, la disminución de atención en las clases, la repercusión en el desempeño físico y una reducción en la ingesta óptima de nutrimentos(vitaminas, minerales, proteínas, lípidos e hidratos de carbono), los cuales son esenciales para su crecimiento y desarrollo, entre otros. 

Una alimentación equilibrada y completa, junto la práctica cotidiana de ejercicio físico dará como resultado un óptimo crecimiento y desarrollo, así como la prevención de enfermedades. Es importante tener en cuenta que, durante la etapa escolar, el cuerpo almacena grasa como mecanismo de preparación para el segundo brote de crecimiento que ocurrirá en la adolescencia, por lo tanto, es fundamental proveer una dieta suficiente y variada que contribuya a su sano desarrollo. Se recomienda que el médico pediatra y los profesionales de la nutrición vigilen y monitoreen el crecimiento de los niños mediante indicadores antropométricos.

Como papel formativo que tienen los padres, tutores o familiares, se les debe enseñar a los niños a percibir sus señales de hambre y saciedad, para que así coman cuando realmente el cuerpo lo requiera y, por el otro lado, sepan en qué momento están satisfechos tras una comida y con ello permitir que elijan sus alimentos de manera informada y en armonía con sus gustos y preferencias. 

De acuerdo con las “Guías Alimentarias y de Actividad Física (Bonvecchio, Fernández-Gaxiola, Plazas et al., 2014)”, el número de porciones sugeridas por grupo de alimentos para preescolares se encuentra en la Tabla I y para escolares en la Tabla II.

Tabla I: Número de porciones sugeridas por grupo de alimentos para niños de 2 a 5 años de edad

Tabla II: Número de porciones sugeridas por grupo de alimentos para niños de 6 a 12 años de edad (con actividad física ligera o moderada)

Durante las etapas mencionadas se debe garantizar que los niños obtengan el consumo adecuado de micronutrimentos como el calcio, ya que este mineral es crucial para el desarrollo óptimo de huesos y dientes. Las fuentes principales las encontramos en lácteos y derivados, frijoles de soya o edamames, verduras como col rizada o kale y brócoli, así como alimentos enriquecidos como pueden ser los cereales para el desayuno, el tofu, el jugo de naranja o las bebidas de origen vegetal, ya sean de soya, almendras o arroz.

Otro micronutrimento de especial relevancia en esta etapa es el hierro, que lo podemos encontrar en las carnes rojashuevo, pollo, pescados y, por otro lado, los alimentos de origen vegetal cuyas fuentes son las leguminosas como frijoleslentejas, garbanzo; las verduras de hoja verde, el betabel, las nueces y algunas frutas secas como las uvas pasas, pero requieren que se acompañen con una fuente de vitamina Cpara su mejor aprovechamiento, como los cítricos o el jitomate. Una dieta deficiente de hierro tiene como consecuencia el riesgo de presentar anemia, cuyos síntomas son fatiga, cansancio, falta de atención, bajo rendimiento académico, palidez, mareos y dificultad para respirar.

Como se mencionó en párrafos previos, las etapas preescolar y escolar son cruciales para el óptimo crecimiento, desarrollo y prevención de enfermedades de la infancia y en la edad adulta. Se trata de un periodo fundamental de la vida en el que se recomienda que padres, tutores o familiares acompañen a los niños en esta ruta de aprendizaje nutricional, los ayuden a tomar decisiones saludables respetando los gustos y preferencias de los niños de acuerdo con sus señales de hambre y saciedad, permitiendo que sean ellos mismos quienes tomen las decisiones de lo que comerán. Está probado que la educación nutricional desde edades tempranas es la clave para cambiar al futuro de los niños y, por lo tanto, del país.

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