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Hábitos familiares para decisiones más saludables que favorecen a los niños

Una alimentación sana y ejercicio son esenciales para los niños de cualquier edad. “Una buena nutrición y la actividad física son importantes para la formación de huesos y músculos fuertes y para sentirse bien consigo mismo”, dice la Dra. Lynne Haverkos, especialista en desarrollo infantil en el National Institute of Health (NIH) en los EE.UU. “Algunas investigaciones sugieren que el ejercicio físico pudiera incluso ayudar a mejorar el pensamiento de los niños y sus funciones mentales”.

Mantenerse activo y comer bien también pueden prevenir el sobrepeso y la obesidad infantil, un problema creciente. Hoy en día, casi 1 de cada 3 niños en los Estados Unidos tiene sobrepeso u obesidad. “El exceso de peso provoca mucho estrés en las articulaciones, los músculos, los huesos y el corazón, y aumenta el riesgo de ciertas enfermedades”, dice Haverkos. “También estamos encontrando que los recién nacidos con sobrepeso, son más propensos a convertirse en escolares, estudiantes de secundaria y adultos con sobrepeso. Es por eso que es importante tomar medidas tempranas”.

Aunque la mayoría de nosotros sabemos que es una buena idea comer alimentos saludables y moverse más, no siempre es fácil de lograrlo. Los niños no son susceptibles de cambiar su dieta y hábitos de actividad por cuenta propia. Todo depende de ti para que sea más fácil que tu familia tome decisiones saludables.

“Los padres son muy importantes en cuanto a la organización de un medio ambiente y el establecimiento de un modelo de comportamiento saludable o no”, dice el Dr. Leonard H. Epstein, experto en obesidad infantil de la Universidad de Buffalo. Los padres llevan los alimentos a casa. Ellos controlan la cantidad de tiempo que un niño puede ver la televisión. Ellos controlan el tipo de actividades sociales que se combinan con los alimentos y los niños aprenden mucho sobre alimentación y actividad física de la observación y la imitación de sus padres”.

La investigación de Epstein muestra cómo los padres son tan importantes: en el estudio financiado por el NIH, su equipo asignó a niños obesos, con edades entre 8 y 12 años, a diferentes tipos de programas de pérdida de peso. A todos los grupos les fue enseñada la importancia de una dieta saludable, de los comportamientos en torno a la alimentación y del ejercicio. Para algunos grupos, se utilizaron comentarios positivos y el estímulo verbal dirigido a los niños respecto de la pérdida de peso y los cambios de comportamiento. Otros grupos se centraron en un padre e hijo obesos. Los grupos de comparación recibieron poca retroalimentación.

Los investigadores encontraron que cuando los padres e hijos obesos trabajaron juntos, ambos tuvieron éxito en perder peso y hacer cambios saludables. “Nuestros estudios sugieren que conseguir que toda la familia trabaje junta realmente beneficia a los niños”, dice Epstein. “Incluso después de 10 años, cuando estos niños tuvieron entre 18 y 22 años, habían perdido más peso y mantuvieron la pérdida de peso, incluso más que los tratados por los investigadores y, obviamente, más que los grupos de comparación.”

Con el tiempo, la mayoría de los padres comenzaron poco a poco a recuperar el peso perdido. Pero después de 10 años, más del 40% de los niños que trabajaron con sus padres mantuvieron una reducción de peso de al menos un 20%. “El hallazgo sugiere que aun cuando los padres regresan a sus viejos comportamientos, muchos de los niños no”, dice Epstein.

A pesar de que nunca es demasiado tarde para empezar a hacer cambios saludables en tu familia, la investigación sugiere que mientras más temprano se aprenda a tener buenos hábitos alimenticios, será mejor. La Dra. Julie Lumeng, pediatra de la Universidad de Michigan, centra su investigación, financiada por el NIH, sobre los factores que afectan las conductas alimentarias en los niños pequeños, especialmente en los bebés y en niños en edad preescolar. Es el momento ideal para empezar a exponer a los hijos a una variedad de alimentos saludables como frutas y verduras, con lo que desarrollarán un gusto por ellos.

Lograr que los jóvenes acepten las frutas y verduras puede ser un reto, pero algunos padres se rinden demasiado rápido, si un niño rechaza un alimento nuevo. Las investigaciones sugieren que cuantas más veces se ofrecen alimentos, es más probable que un niño lo acepte. “Los niños tienen que probar un alimento nuevo de 9 a 15 veces para que les guste”, dice Lumeng.

Si a tu hijo no le gusta un alimento nuevo de inmediato, mantente positivo y sigue intentando. Alentar a los niños a darles solo una probada a un alimento nuevo, puede ayudar. Sin embargo, es importante evitar la creación de conflictos y el estrés sobre el mismo. “Tratar un alimento nuevo puede ser emocionante y también estresante, generalmente”, dice Lumeng. “Varios estudios muestran que los niños son más propensos a probar alimentos nuevos, si se encuentran comiendo en un ambiente relajado y agradable.”

Los niños menores de 3 años tienden a dejar de comer por sí mismos cuando están llenos. “Pero después de 3 años de edad, dice Lumeng, cuanto más ponga en su plato, más van a comer.” Así que asegúrate de darles porciones de tamaño infantil.

Aprovecha las oportunidades para enseñarle a los niños a identificar la sensación de saciedad. “Si tu hijo te pide más, en lugar de decir: ‘No, cariño, has tenido suficiente‘, trata de decir algo como: ‘Para hoy en la noche, sí que tendrás hambre‘, para elevar la conciencia de sus sentimientos”, sugiere Lumeng. “O cuando dejen de comer puedes decir, por ejemplo, ‘Ya has de estar satisfecho’, para así ayudar a que aprenda sobre el hambre y la sensación de satisfacción.”

Varios estudios muestran que los padres pueden influir eficazmente en los comportamientos saludables al hablar de una manera positiva o evitar ciertas situaciones por completo. “En lugar de decirle a sus hijos: ‘No, ya no puedes comer más galletas’, sólo mantén las galletas fuera de la casa por completo”, dice Lumeng.

Cuando se llevan alimentos poco saludables y bebidas azucaradas a la casa “los padres se convierten, esencialmente en la policía de la comida”, agregó Epstein. “Es más fácil crear un buen ambiente en el hogar donde hay un acceso limitado a los alimentos poco saludables y un montón de acceso a alimentos saludables.”

Los expertos recomiendan que la mayoría de los niños tengan al menos una hora de actividad física, de moderada a vigorosa cada día. Los padres pueden ayudar a limitar el tiempo de televisión y computadora a no más de 1 o 2 horas por día.

“Pequeños cambios en el entorno del hogar también pueden tener un gran efecto sobre la actividad física”, dice Epstein. Puedes hacer que los artículos deportivos, como pelotas y cuerdas para saltar, sean más accesibles al ponerlos al lado de la puerta. Caminar rápido, andar en bicicleta, saltar la cuerda y jugar al baloncesto, el fútbol, etc. son buenas maneras para que los niños sean activos.

Cuando se trata de los alimentos y la actividad física, lo que tú dices y haces cerca de tus hijos, puede tener un efecto duradero. Trabajen juntos como familia para hacer fáciles y divertidos los hábitos saludables.

Fuente: NIH News in Health

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