Dra. María del Rosario Ayala-Moreno1
Grupo de Investigación en Enfermedades no Transmisibles
Vicerrectoría de Investigación, ULSA
Dra. Azucena Martínez Basila1,2
Centro de Investigación y Metabolismo, Ciudad de México, Grupo de Investigación en Enfermedades no Transmisibles. Vicerrectoría de Investigación, ULSA
Lic. Laura Itzel Alonso Juárez1,3
Pasante de la Maestría en Ciencia de los Alimentos y Nutrición Humana
Grupo de Investigación en Enfermedades no Transmisibles
Vicerrectoría de Investigación, ULSA
Es común que, en muchas ocasiones, nos preguntemos si estamos alimentando correctamente a nuestros hijos(as), en las diferentes etapas de su vida, si la cantidad de alimento es adecuada o si los alimentos que seleccionamos contienen las cantidades correctas de nutrimentos que les permitan un óptimo crecimiento y desarrollo.
Es importante resaltar que las recomendaciones nutricionales para los niños, niñas y adolescentes cambian con la edad, el sexo, el peso y la talla; así como con el grado de madurez fisiológico que se va presentando en los adolescentes y que, a veces, difiere de la edad cronológica (edad en años) de los hijos(as). Sumado a esto, los pequeños van modificando sus gustos y la selección de alimentos y bebidas que consumen con su crecimiento, como influencia del ambiente que los rodean y determina la conducta nutricional (por ejemplo, se ofrecen alimentos distintos en la guardería, el hogar, las escuelas, los lugares visitados con las amistades, etc.).
Por otra parte, existe actualmente una gran cantidad de información a la que estamos expuestos, lo que puede generar ansiedad y confusión en el cuidador (madre, padre o tutor que selecciona y prepara los alimentos), que desea saber si la dieta que se ofrece a los menores es adecuada. En realidad, podría ser más sencillo, si partimos en primer lugar de saber qué es una “dieta” y cuándo hablamos de tener una “dieta adecuada”. Así, la Norma Oficial Mexicana NOM-043-SSA2-2012, establece como parte de los criterios generales para la integración de una alimentación correcta, que la “dieta” es el conjunto de alimentos y platillos que se consumen durante el día, y constituye la base de nuestra alimentación1. Ahora bien, una dieta es adecuada cuando considera los siguientes aspectos1,2,3,4:
Desde el nacimiento, es ideal considerar a la lactancia materna como la mejor alimentación que puede ofrecerse al recién nacido para favorecer su crecimiento, desarrollo cognitivo, disminuir las infecciones y a largo plazo la predisposición a obesidad y otras enfermedades crónicas5,6. Posteriormente, cuando se inicia la incorporación de alimentos complementarios a la leche materna, la ingesta calórica debe ser similar a la cantidad de energía que se gasta al día, lo cual dependerá siempre del peso, talla, sexo, estado de madurez fisiológica y actividad física del menor.
Algunas recomendaciones que pueden considerarse para evitar la ganancia de peso excesiva en los menores y otros integrantes de la familia incluyen: a) consumo de grasa menor al 30% de la ingesta total de calorías en el día, esto se puede lograr reduciendo el consumo de alimentos fritos, y moderando el consumo de alimentos de origen animal (embutidos, mantequilla, margarina, comida rápida, etc.); b) restringir el consumo de grasa trans, proveniente de la solidificación de grasa vegetal empleada en la industria de alimentos, a menos de 1g por día, contenida en alimentos industrializados de panificación, tortillas de harina, alimentos y botanas fritos4,7; c) limitar el consumo de azúcares a menos del 10% de la ingesta total de calorías en el día, como la contenida en refrescos, jugos, dulces y golosinas, galletas, pastelería, etc.; d) mantener el consumo de sal por debajo de 5g diarios y consumir sal yodada preferentemente, esto se logra reduciendo el consumo de alimentos procesados, botanas, embutidos, alimentos de origen animal, comida rápida; e) consumir entre 20-25g de fibra diarios, lo cual puede lograrse si se eleva el consumo de cereales integrales, así como de frutas y verduras; f) aumentar el consumo de frutas y verduras frescas (cinco porciones al día) para asegurar también un buen aporte de vitaminas y minerales4.
Adicionalmente, en el caso especial de la dieta de niños, niñas y adolescentes es recomendable disminuir el consumo de alimentos elaborados con edulcorantes no calóricos o fuentes de potasio, comúnmente usados para disminuir el contenido de azúcares o sodio, respectivamente4,8,9,10.
Recuerda que para que nuestro cuerpo haga un uso más eficiente de los alimentos consumidos en la dieta, es importante sumar actividad física y dormir el tiempo suficiente, además de destinar el tiempo adecuado a cada actividad; es decir, debe haber horarios bien establecidos para la alimentación, el juego o actividades recreativas y de entretenimiento, así como para la relajación y el descanso, lo que permitirá el crecimiento adecuado, pero también el desarrollo de forma integral. Estas recomendaciones favorecen una buena nutrición, pero también el control del estrés de la vida cotidiana y brindan estímulos positivos para el desarrollo psicomotriz, emocional y físico.
Finalmente, la manera de saber que en efecto nuestros hijos o hijas están llevando una dieta adecuada, es evaluar con un especialista del área médica (pediatría y nutrición), que el crecimiento y desarrollo son los correctos. Seguir las indicaciones de los especialistas y trabajar por enseñar a nuestra familia la importancia del autocuidado para la salud a través de establecer desde edades tempranas hábitos saludables, ayudará a prevenir el desarrollo de obesidad, enfermedades crónicas como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer y otras afecciones, pero, sobre todo, ayudará a hacer posible una infancia y desarrollo feliz.
Referencias:
Aditivos alimentarios: lo que todos los padres deben saber. En: https://acortar.link/YxtWtB. [Consultada 21 enero 2023].