Investigaciones anteriores, habían sugerido que las bebidas endulzadas artificialmente podrían perturbar las hormonas implicadas en las sensaciones de hambre y de saciedad, provocando que la gente comiera más. Otras, han sugerido que la baja en calorías pero alta dulzura de las bebidas dietéticas, podría confundir a los consumidores en gustos, teniendo como consecuencia una percepción alterada del gusto y la preferencia por los alimentos de alto contenido calórico y dulce.
Sin embargo, los hallazgos más recientes revelan que esas sugerencias son infundadas, dejando ver en cambio, que las personas que toman bebidas endulzadas artificialmente no son ni más ni menos propensas a consumir alimentos altos en calorías o azucarados, que quienes beben agua. “Nuestro estudio no proporciona evidencia que sugiera que el consumo a corto plazo de las bebidas de dieta, en comparación con el de agua, aumente la preferencia por los alimentos y bebidas dulces”, dijeron los autores del nuevo ensayo, publicado por la revista American Journal of Clinical Nutrition. De hecho, el equipo de investigación, dirigido por el profesor Barry Popkin de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, EE.UU., indicó que el grupo que tomó bebidas de dieta “mostró una disminución en el consumo de bebidas calóricas y específicamente redujo más [el consumo] de postres, que o el grupo [que tomó] agua”.
Popkin y su equipo de investigación realizó el ensayo con 318 adultos con sobrepeso u obesidad en Carolina del Norte, quienes dijeron consumir un mínimo de 280 calorías en bebidas cada día.
A un tercio de los participantes se les aconsejó sustituir al menos dos porciones diarias de bebidas azucaradas por agua, mientras que otro tercio recibió instrucciones para sustituir las bebidas dietéticas. Los participantes informaron sobre los efectos de estos cambios en su consumo de bebidas, a los tres y seis meses de comenzado el estudio.
Aquellos que consumieron agua y bebidas de dieta mostraron una reducción de sus calorías promedio por día desde el inicio del estudio, de 2.000-2.300 a 1.500-1.800 calorías. En ambos casos, la gente estaba comiendo una cantidad similar de calorías totales, hidratos de carbono, grasas y azúcar, dijeron Popkin y sus colegas.
Después de seis meses los autores revelaron que la única diferencia significativa entre el grupo que consumió agua y el de bebidas de dieta, al compararse con sus propios hábitos al inicio del estudio, fue que los del primero comieron más frutas y verduras, mientras que los asignados al azar en el grupo de bebidas de dieta, consumieron menos postres.