M. en C. Elisa Dufoo-Hurtado
L.N. Patricia Martínez Reyna
Dra. Rocío Campos-Vega
Universidad Autónoma de Querétaro
La desinformación en redes sociales, en conjunto con la alta comercialización de alimentos procesados y campañas de desprestigio a cierto grupo de alimentos o componentes de los mismos, ha llevado a la restricción de alimentos y a una alimentación desordenada. De acuerdo a una encuesta de la Fundación del Consejo Internacional de Información sobre Alimentos, el 80% de las personas se sienten confundidas acerca de la nutrición y la elección de sus alimentos.
Hemos crecido de la mano con conceptos como “la grasa es mala”, “la yema de huevo eleva el colesterol” o “evita el consumo de carnes rojas y carbohidratos”. Esto nos lleva a dividir los alimentos únicamente en “buenos y malos”, o a pensar que algunos componentes, como los carbohidratos y grasas, son dañinos si los consumimos. Esto se hace evidente en la forma en que hablamos de la comida. Por ejemplo, las papas fritas se etiquetan como “comida chatarra o poco saludable”, en cambio otros alimentos simplemente se etiquetan como “nutritivos o buenos a la salud“.
Desde el punto de vista nutricional, al hacer la elección de los alimentos es importante diferenciar entre alimentación y nutrición. La alimentación es el conjunto de acciones voluntarias y necesarias para satisfacer al organismo, es decir, consumir algo porque nos gusta y satisface nuestro apetito. Hay factores como preferencias, necesidades, disponibilidad de alimentos, cultura y religión que pueden influir. Por otro lado, está la nutrición, que de acuerdo con la OMS es la ingesta de alimentos de acuerdo con las necesidades energéticas de cada individuo, es un acto involuntario ya que el organismo lo lleva a cabo con los alimentos que consumimos día a día. En este sentido, una “comida mala” es aquella que tiene poco o ningún valor nutricional, o aquella que se asocia con resultados negativos para la salud cuando se consumen regularmente. También existen alimentos con ingredientes que no son nutritivos para el cuerpo o que podrían ser considerados como “malos”, por ejemplo, las grasas trans y algunos aditivos artificiales.
Por otro lado, hay varios alimentos que están etiquetados con palabras y frases positivas como “saludable, bueno, funcional, limpio”, siendo considerados aquellos que son bajos en carbohidratos, ricos en nutrimentos o aquellos que están asociados con resultados positivos para la salud cuando se consumen regularmente. Por ejemplo, proteínas magras, alimentos ricos en fibra, frutas, carbohidratos sin almidón y grasas benéficas para la salud.
Es importante destacar que no existe una regla general y estricta sobre el consumo de ciertos alimentos. Un alimento puede ser bueno o malo en función de cada persona y sus características, razón por la cual no podemos generalizar, ya que dependerá en gran medida de las situaciones y condiciones fisiológicas de los consumidores o bien, de las preparaciones y presentaciones de cada plato. Es decir, un alimento como las nueces, el huevo, los lácteos o los cereales pueden ser clasificados como malos para personas que son alérgicas o intolerantes. Otro ejemplo son las carnes rojas, que se clasifican como malas para personas con niveles de ácido úrico elevado en sangre, mientras que puede ser buena para quienes buscan obtener hierro, para prevenir o controlar anemias nutricionales.
Recordemos que nuestra salud no depende completamente de comer un solo alimento o categoría de alimentos considerados “buenos” todos los días por el resto de nuestras vidas: el cuerpo humano necesita de una dieta variada que proporcione una gran cantidad de nutrimentos. Así como la libertad de consumir lo que el cuerpo necesita.
En nutrición existe un concepto llamado alimentación intuitiva, la cual se refiere al proceso personal de honrar la salud, escuchando y respondiendo a los mensajes del cuerpo para cubrir necesidades físicas y psicológicas. Este proceso permite que cada persona se alimente individualmente, eliminando los conceptos “malo o bueno” en los alimentos y simplemente consumirlos cuando se quiera, siempre y cuando se encuentren apegados a una dieta correcta (completa, equilibrada, suficiente, variada, adecuada e inocua).
Sin embargo, si se padece alguna enfermedad siempre es importante acercarnos a profesionales de la salud calificados, para informarnos de fuentes fidedignas y comenzar a reconocer todos los alimentos como útiles o seguir indicaciones de ciertos alimentos para mejorar nuestra salud.
Por lo tanto, es importante evitar caer en el error de categorizar a los alimentos o comidas en “buenos” o “malos” para el organismo. Los extremos nunca son buenos y en áreas como la nutrición todo está condicionado por cada organismo, la frecuencia de consumo, la preparación, las características de cada alimento o comida y las porciones.
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