Dra. Arely Vergara Castañeda
Q.A. estudiante Alondra Hernández Rubín
Grupo de Investigación en Promoción y Educación para la Salud y Alimentación
Facultad de Ciencias Químicas
Universidad La Salle México
El haba (Vicia faba), también es conocida como frijol de campo, frijol caballo, frijol Windsor, frijol inglés o frijol pichón, es una leguminosa versátil, de bajo costo y con numerosos compuestos bioactivos asociados con beneficios para la salud intestinal y con la disminución del riesgo de enfermedades crónicas, por lo que su potencial y usos ha crecido en los últimos años.
Es considerada la leguminosa que posee el genoma más grande con 13.4 pares de gigabases, más de 15 mil genes expresados, así como la semilla más antigua en ser domesticada y la tercera leguminosa en grado de importancia a nivel mundial. Originaria de Medio Oriente y cultivada desde tiempos prehistóricos, actualmente, se reporta una producción cercana a 4,923,154 toneladas por año, siendo China (36.7%), Etiopía (20.1%), Reino Unido (8.2%) y Australia (7.7%) los países que más producen. En el caso de México, los municipios de Acambay, Almoloya de Alquisiras, Almoloya de Juárez y Almoloya del Río, en el Estado de México son los principales productores, seguidos de Puebla y Michoacán.
Es una planta de cultivo anual de la familia de las fabáceas, que crece de manera óptima en climas templados-fríos y húmedos, de forma recta y de tallo grueso, hueco y no ramificado desde la base, crece entre 0.1 y 2m de altura y sus frutos pueden llegar a medir hasta 35 centímetros, con 2 a 9 habas o semillas a su interior, las cuales pueden ser verdes, marrón, negro o violeta, y son consumidas en una gran variedad de platillos, ya sea verdes como legumbres o secas como leguminosas.
Sus semillas, las habas, son reconocidas con un alto valor nutrimental, ya que por cada 100g de alimento aporta aproximadamente 320 kilocalorías, de las cuales el 40% está dado a expensas de proteína, el 56% de hidratos de carbono complejos y el 4% de lípidos, de estos últimos particularmente de ácidos grasos insaturados (oleico, palmitoleico y linoleico), además de ser consideradas una fuente importante de aminoácidos esenciales como arginina, fenilalanina, valina, treonina y triptófano. También aporta fibra y minerales como potasio, hierro y zinc, nutrimentos cuyo contenido depende de la variedad, condiciones ambientales, prácticas de cultivo y grado de maduración.
Sus hojas, raíces, brotes, vainas y frijoles pueden ser consumidos en su totalidad y han sido empleados en la medicina tradicional, ya sea como infusiones o alimento para el manejo de algunas enfermedades crónicas tales como diabetes, enfermedades cardiovasculares, anemia, malaria, depresión, alergias, enfermedad de Parkinson, enfermedades gastrointestinales (diarreas y úlceras gástricas), algunas enfermedades autoinmunes (a partir de la modificación de la microbiota intestinal) y algunos tipos de cáncer. Esto debido a su rico contenido de más de 240 compuestos bioactivos, incluyendo polifenoles (ácidos como el ferúlico, cafeico, cumárico, sinápico y coutárico, protocatéquico, siríngico, vainílico, gálico y salicílico, entre otros), flavonoides (quercetina, kaempferol, miricetina, catequinas y epicatequinas), isoflavonas y carotenoides.
Además, se ha propuesto desde antiguos textos de la literatura india y recientemente en estudios clínicos, el uso de las habas como una alternativa coadyuvante a formar parte del tratamiento de la enfermedad de Parkinson, ya que contienen de manera natural cantidades suficientes de L-dopa (50 a 100 mg/100g de haba), precursor de la dopamina, neurotransmisor que influye en la conducta al contribuir en la regulación del placer y la gratificación, cuyo efecto puede observarse en la mejora de la función motora en este tipo de pacientes.
Asimismo, las habas, además de desempeñar un papel importante como fuente de nutrimentos en la dieta humana, también son consideradas una alternativa para garantizar un suministro estable de alimentos para el ganado y así contar con una fuente importante de proteína y energía como forraje dentro de la industria ganadera.
Por otro lado, dado que las plantas de haba resaltan por su eficiencia en la fijación de nitrógeno, pueden facilitar la reducción de uso de fertilizantes comerciales, sugiriendo que su cultivo rotativo puede contribuir a una agricultura sustentable.
Pese a que las habas tienen muchas características nutricionales, es importante resaltar que también contienen una proporción importante de factores “antinutricionales”, tales como fitatos, saponinas, lectinas, inhibidores de proteasa y alcaloides, los cuales pueden interferir en la utilización de los nutrimentos en el humano y en ganado no rumiante. Sin embargo, hay procesos que contribuyen a reducir a reducirlos o inactivarlos, a la vez que mejoran la digestibilidad de los nutrimentos que aporta, algunos de estos son el descascarillado, germinación, remojo y tratamientos térmicos tales como cocción, esterilización en autoclave y extrusión. De ahí que los procesos tecnológicos a los que se someten pueden facilitar y optimizar la calidad nutrimental del haba.
Si bien se puede incorporar como parte de la dieta en infinidad de recetas, su consumo no es tan habitualen una gran proporción de la población, por lo que podrían valorarse estrategias para facilitar su consumo y enriquecer la calidad de nuestra alimentación a la vez que aporta beneficios a la salud.
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