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Una dieta parecida a la mediterránea puede prevenir el sobre peso y la obesidad infantil, y reducir el riesgo de desarrollar algunas enfermedades crónicas. Algunos de los productos que forman parte de ese tipo de alimentación son frutas, frutos secos, pescado y granos de cereales. La dieta mediterránea puede ser adoptada con facilidad en distintos países del mundo.

La dieta mediterránea tradicional se asocia con un menor peso corporal y porcentaje de grasa en los niños. Sin embargo, ese tipo de dieta no es muy común entre la población infantil de los países mediterráneos.

Un equipo de investigadores llevaron a cabo un estudio, llamado IDEFICS, financiado por la Unión Europea (UE) entre 2006-2012, en el que analizaron el consumo de la dieta mediterránea en 8 países europeos: Bélgica, Chipre, Estonia, Alemania, Hungría, Italia, España y Suecia.

El objetivo del estudio es tener bases para desarrollar tratamientos de intervención en la dieta para niños de entre 2 y 10 años de edad. Esta investigación es una de las más grandes que se hayan hecho para analizar los efectos de una dieta, un estilo de vida y un entorno social cambiante sobre la población infantil de una región. IDEFICS es un estudio de intervención que involucró a 16,220 niños.

El equipo de investigadores cree que seguir la dieta mediterránea o un patrón muy similar a ella, se asocia con un mejor estado de salud en general. El patrón de dieta se basa en consumir grupos de alimentos, mientras que la dieta tradicional mediterránea consiste en el consumo de productos típicos de esa región, como el aceite de olivo, almendras, cítricos, etc.

Agrupar los tipos de alimentos y establecer un patrón a partir de estos, permite replicar los beneficios de la dieta mediterránea en otros lugares del mundo, por ejemplo, en donde diferentes frutas o tipos de grano sean más comúnmente consumidos, y luego hacer comparaciones sobre las ventajas de la dieta.

Seguir constantemente la dieta mediterránea ha demostrado reducir el riesgo de síndrome metabólico, y la morbilidad y mortalidad relacionada con las principales enfermedades crónicas en adultos, en países de Europa y América, así como en Australia. Además, se asocia con una vida más larga.

En el caso de los niños, también se han mostrado efectos positivos para la salud al seguir este tipo de dieta. Sin embargo, aún son pocos los estudios que demuestran la asociación de ésta con el peso corporal y con otros indicadores de sobre peso u obesidad, como el índice de masa corporal (IMC), la circunferencia de la cintura o la relación cintura-estatura.

Por ello, hay una necesidad de tener más estudios que comparen la adherencia de una dieta mediterránea en niños de más países europeos con diferentes culturas, ya que la mayoría de las investigaciones se han realizado en España, Grecia e Italia.

En el estudio IDEFICS actual, que fue presentado en el 2014 en el Congreso Europeo sobre Obesidad, en Sofía, Bulgaria, los investigadores llevaron a cabo una comparación que abarcó a todo el continente europeo. Lo que querían averiguar era si seguir una dieta de tipo mediterránea, estaba relacionado con el sobrepeso o con la obesidad. Además, analizaron si este tipo de alimentación (evaluada al inicio del estudio) se relacionó con cambios en la composición corporal después de dos años, incluyendo el IMC, la circunferencia de la cintura, la relación cintura-altura y el porcentaje de masa/grasa.

La adherencia a la dieta del tipo mediterránea se evaluó con un cuestionario respondido por los padres, en el que se preguntó por la frecuencia de consumo de 43 alimentos. La puntuación para evaluar las encuestas, se calculó dando un punto por el consumo elevado de cada grupo de alimentos que se consideran típicos de la dieta mediterránea (verduras, frutas y frutos secos, pescado y granos de cereales), así como un punto por el bajo consumo de alimentos atípicos en la zona (por ejemplo, productos lácteos y cárnicos).

Un hallazgo importante de este estudio fue que los niños que comían una dieta de tipo mediterráneo, eran menos propensos a tener sobrepeso u obesidad y no tuvieron un mayor índice de masa corporal ni de circunferencia de la cintura después de dos años.

Es importante señalar que la dieta del tipo mediterránea, al menos entre los niños, ya no es necesariamente una característica de los países mediterráneos. Los investigadores encontraron que la mayor adherencia a esta dieta fue en Suecia, donde los niños tenían las más altas calificaciones en el consumo de granos de cereales, frutas, frutos secos y vegetales. Por otro lado, las tasas de adherencia general más bajas se encontraron en Chipre. El consumo más bajo de verduras se dio en Italia, donde se observaron las tasas más altas de sobrepeso y obesidad entre los niños (más del 40% de sobrepeso u obesidad), seguido de los de Chipre y España (más del 20%).

Según los autores, los resultados no fueron enteramente inesperados. Afirmaron que los hábitos alimentarios, especialmente en el sur de Europa están cambiando, sobre todo entre los jóvenes. Los productos y grasas animales son cada vez más consumidos, mientras que comer alimentos de origen vegetal está disminuyendo.

Una de las hipótesis de los investigadores sobre los cambios en las dietas es que mientras que la gente de los países mediterráneos se ha alejado de su patrón alimentario tradicional, las personas en el norte pueden haberse hecho más conscientes de la salud.

La conclusión más importante del equipo fue que promover hábitos alimentarios de una dieta del tipo mediterránea, debe ser considerado como parte de las estrategias europeas de prevención de la obesidad infantil. Las autoridades de la salud deben enfocarse más en impulsar el consumo de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y pescado entre los niños. Por otra parte, sugieren que una dieta de este tipo, fácilmente se puede adoptar en otros países con diferentes culturas alimentarias.

La dieta mediterránea puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en niños que ya padecen obesidad. En México desde 2006 se ha reportado que casi el 30% de niños entre 5-11 años tiene obesidad.

Una dieta del tipo mediterráneo, que es rica en fibra soluble y en ácidos grasos omega-3, ha demostrado que reduce el riesgo de padecer síndrome metabólico en un 20 a 43%, además disminuye los niveles de triglicéridos y colesterol.

A pesar de que aún faltan estudios para establecer una relación estrecha entre la dieta mediterránea y la salud infantil, en México se están realizando ya algunas investigaciones al respecto. Hasta ahora, se plantea la posibilidad de que este tipo de dieta se utilice como un medio de prevención de obesidad infantil, aunque no necesariamente tenga efectos significativos en la pérdida de peso.

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