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Ejercicio físico y microbiota intestinal

PLNH. Itzel Castillo Rosales

Centro de Medicina y Ciencias Aplicadas al Deporte

Comité Olímpico

Dr. César I. Ayala Guzmán

UAM-Xochimilco

Dentro del cuerpo humano viven billones de microorganismos que, en su conjunto, se les llama microbiota, de hecho, contamos con aproximadamente 2kg de bacterias habitando dentro de nosotros, las cuales tienen un papel crucial sobre nuestra salud general y el funcionamiento del cuerpo. Estas bacterias han evolucionado para tener relaciones simbióticas con sus huéspedes, es decir, la interacción entre microorganismos y huésped es beneficiosa para ambos; por ello, la diversidad y composición de la microbiota intestinal es sumamente importante, ya que interviene en el proceso de digestión, síntesis, absorción de nutrimentos, así como en la defensa del sistema inmune ante algunos agentes extraños. Además, tienen influencia indirecta en varios factores relacionados con el rendimiento físico, recuperación y patrones de enfermedad.

Es común contar con información acerca de la influencia que tienen sobre la microbiota factores como la edad, el sexo, la genética, la alimentación e higiene personal, sin embargo, poco se habla sobre la relación entre la práctica de ejercicio con la microbiota intestinal. Por lo tanto, en este artículo nos enfocaremos a describir esta relación. 

Los efectos benéficos que tiene la práctica de ejercicio físico sobre la salud física y mental (como fortalecer músculos, mejorar el estado de ánimo, etc.) han sido descritos por varios autores. En el caso de la microbiota intestinal, la investigación realizada con humanos es limitada, pero, diferentes estudios han mostrado que el nivel de actividad física de una persona puede afectar la diversidad bacteriana de la microbiota intestinal y, por ende, influir en su salud. En el caso de adultos sedentarios se ha observado modificaciones en la composición de la microbiota después de sólo seis semanas de ejercicio físico regular (3 veces/semana, 30-60 minutos, ligera-moderada intensidad), independientemente de otros factores como la alimentación. Algunos sujetos presentaron un incremento de ciertos microbiomas, por ejemplo, aquellos que ayudan a la producción de ácidos grasos de cadena corta que son capaces de reducir el riesgo de diabetes mellitus tipo 2, enfermedades del corazón, así como enfermedades inflamatorias. Sin embargo, después de seis semanas de retomar un estilo de vida sedentario, la microbiota intestinal regresó a su estado previo.

Lo anterior supone que los efectos benéficos del ejercicio físico sobre la microbiota intestinal son transitorios, de modo que es indispensable realizar entrenamientos de forma regular y no tener lapsos prolongados de sedentarismo, para evitar que exista una pérdida de los beneficios obtenidos. Por lo que es importante señalar que, en los estudios que reportan beneficios sobre la microbiota intestinal derivada de la actividad física, los participantes realizaron ejercicio de ligera a moderada intensidad y con un componente principal de tipo cardiovascular (natación, ciclismo, running, etc.). Así mismo, en un estudio donde se evaluó la capacidad del sistema cardiorrespiratorio en adultos (es decir, la habilidad del sistema circulatorio y respiratorio para transportar oxígeno a los músculos durante la actividad física prolongada), los investigadores encontraron que a mayor capacidad cardiorrespiratoria, era mayor la  diversidad bacteriana en el intestino.

Por otra parte, un entrenamiento de alta intensidad supone una demanda bastante elevada para el cuerpo; en consecuencia, el flujo sanguíneo se desplaza desde el tracto digestivo a los músculos para poder realizar los movimientos, provocando la ralentización del sistema digestivo y probables molestias gastrointestinales una vez finalizado el entrenamiento, sobre todo en personas que presentan síndrome del intestino irritable. Aunque también existen estudios en los que se evaluó a poblaciones con problemas gastrointestinales en tratamiento (como constipación), es decir, que se encontraban tomando probióticos de alta calidad. Los investigadores descubrieron que la práctica de ejercicio de alta intensidad (por ejemplo, HIIT High Interval Intensity Training y otros tipos de entrenamiento que suponen un esfuerzo alto para el cuerpo), a pesar de su padecimiento, generó beneficios sobre su rendimiento físico y estimuló su sistema inmunológico, sin embargo, hace falta investigación sobre este tema. 

Existen datos interesantes en estudios donde se evaluaron atletas de élite de diferentes disciplinas deportivas, encontrándose que en corredores hubo una mayor concentración de colonias de Veillonella, que parecen conferir una ventaja metabólica durante el ejercicio de resistencia al convertir el lactato producido por el ejercicio en propionato, un ácido graso de cadena corta que el cuerpo utiliza para mejorar el rendimiento físico. En otro estudio donde se compararon jugadores profesionales de rugby con población general, se observó que los primeros tenían mayor diversidad en su microbiota intestinal, en consecuencia, el ejercicio físico pudo aumentar la proporción Bacteroidetes-Firmicutes (dos tipos de bacterias más abundantes en el intestino), incrementar la proliferación de bacterias que pueden modular la inmunidad de la mucosa, mejorar las funciones de barrera y estimular bacterias capaces de producir sustancias contra los trastornos gastrointestinales. No obstante, los investigadores también señalaron que los beneficios obtenidos podían no sólo estar relacionados con el ejercicio, sino también con las pautas dietéticas presentes en la alimentación de los atletas. Es bien sabido que la alimentación bien planificada es uno de los pilares fundamentales en el éxito deportivo, sin embargo, la relación y el impacto exacto en la microbiota intestinal en un atleta en etapa pre-competitiva o competitiva aún no termina de evaluarse.

Con los estudios realizados en humanos hasta el momento, se sabe que la práctica de ejercicio físico puede favorecer la diversidad bacteriana en el intestino, aumentar la proporción Bacteroides-Firmicutes incrementar la concentración de colonias de Veillonella, y esta última tener un efecto sobre el rendimiento físico. Sin embargo, sería precipitado decir exactamente cómo influye el ejercicio físico sobre la microbiota intestinal y si la alimentación influye o es independiente de esta relación; pero parece existir un fuerte vínculo entre ejercicio y cambios benéficos en la microbiota intestinal. 

Futuras investigaciones deben enfocarse en estudiar la relación entre la práctica de ejercicio físico con la microbiota intestinal, tomando en cuenta factores como la alimentación, la etapa de preparación física, tipo de disciplina deportiva (en el caso de atletas), diferencias con base en el sexo, la edad, entre otros.

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