El desperdicio de alimentos en el mundo es un problema cada vez mayor. Primero, porque esos desperdicios generan un 7% de los gases de efecto invernadero. Segundo, porque esos alimentos podrían redistribuirse a zonas donde la comida escasea. Tercero, porque representa pérdidas de millones de dólares.
Varios países de la Unión Europea se han puesto el reto de reducir los desperdicios de comida. Tanto, que incluso algunos quieren impulsar iniciativas de ley que prevengan dicho desperdicio.
¿Cuánta comida no nos comemos?
Cada año se desperdician unas 88 millones de toneladas de alimentos en Europa. Eso es casi el 20% de toda la comida que se produce en el continente. Eso significa pérdidas de 143,000 millones de euros (3,042,144,648,818 de pesos).
Los desperdicios de alimentos se dan a lo largo de toda la cadena de producción: desde que las materias primas se obtienen o se cosechan, pasan a las fábricas y son transportadas. Además, hay desperdicio en los abastecimientos de alimentos, ya sean mercados, supermercados, puestos de comida o restaurantes.
En las casas, también hay alimentos que no nos comemos y que terminan en la basura. En este caso en particular, una de las soluciones es planear los menús de la semana, hacer una lista de los ingredientes y comprar sólo lo necesario.
Además, es importante que la gente entienda cómo interpretar las etiquetas con las fechas de caducidad y consumo preferente, ya que el uso inadecuado de estas contribuye a que las personas desechen alimentos en buen estado.
El impacto del desperdicio de alimentos afecta la economía de las familias y de los países. Pero también tiene un impacto sobre el medio ambiente.
La producción de alimentos representa un desgaste de los campos donde se cultivan las frutas y vegetales, y de donde pasta el ganado. Además de que estas prácticas generan contaminantes.
Si en vez de desperdiciar un porcentaje de insumos, cultivamos sólo lo necesario, podríamos reducir una parte del impacto sobre la naturaleza.
El primer paso que ha llevado a cabo la Unión Europea es identificar la cantidad de desperdicio de comida que se da en cada punto de la cadena de producción y distribución de alimentos.
Después, se ha dado a la tarea de ubicar cuáles son las barreras para evitar ese desperdicio. Sobre estas bases, se harán iniciativas de políticas públicas para comenzar a reducir la cantidad de alimentos que no se consumen.
Una de las metas a cumplir, establecida por la Organización Mundial de la Salud, es reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para el 2030. Algunos países, como Italia y Francia, ya han puesto en marcha acciones concretas para este fin.
Una de las cosas que se deben hacer es mejorar las legislaciones sobre el desperdicio de alimentos y tener una plataforma que permita a los gobiernos y ciudadanos tomar conciencia y colaborar juntos para reducir este problema.
Otro punto es generar estrategias de aprovechamiento de desperdicios y vías de redistribución de los alimentos a regiones donde se necesitan.
Fuentes:
http://europa.eu/rapid/press-release_MEMO-16-3989_es.htm
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/03/160323082217.htm