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Alimentación y COVID-19. Reflexiones desde una perspectiva social

Dra. Martha Leticia Cabello Garza

Universidad Autónoma de Nuevo León

La calidad de la alimentación hoy en día se vuelve sumamente importante, sobre todo porque está íntimamente vinculada con factores relacionados a la pandemia de COVID-19. Las comorbilidades más asociadas con las muertes por COVID-19, como son la hipertensión, la diabetes y la obesidad, encuentran convergencia en el consumo o no de ciertos alimentos (3,6,18).

La situación de estrés que ha generado el aislamiento ha promovido el consumo de alimentos reconfortantes que tienen efecto en el estado de ánimo. Además, ha implicado un cambio en la cantidad, variedad y frecuencia de su consumo que, aunado a los aspectos emocionales, a creencias que pueden derivar en hábitos no saludables y a pensamientos relacionados a la comida, ha contribuido a una atrofia del sistema inmunológico de la humanidad, propiciando la producción de comorbilidades relacionadas con la COVID-19. (2,10)

Lo paradójico es que, al mismo tiempo que avanza el conocimiento médico desde lo epidemiológico, como la vacunación y los nuevos tratamientos para las nuevas cepas del Coronavirus, no se ha podido generar una contraparte adecuada en el desarrollo de patrones de alimentación saludables y de bajo costo que mejore la calidad de vida (12,17). Nuestros gobiernos deben entender que no es equiparable al gasto altísimo en recursos humanos, insumos, procedimientos médicos y dinero que la COVID-19 ha traído en la carga de los servicios de salud, con la prevención, no sólo de medidas sanitarias, sino en la promoción de estilos de vida saludable, siendo la alimentación un punto crucial. (2, 13, 18)

En investigaciones que hemos realizado sobre este tema, encontramos que los factores sociales y culturales tienen una influencia muy importante sobre lo que la gente come, la preparación de sus alimentos, sus prácticas alimentarias y los alimentos que prefieren (1,3,18). ¿Qué podemos hacer sobre los hábitos alimenticios, los trabajadores de la salud y la población en general? Primero, podemos proteger y ayudar a conservar los numerosos y excelentes hábitos alimentarios que existen en nuestro país y que son nutricionalmente valiosos, respetar el conocimiento y las costumbres de la población según el contexto y la comunidad donde viven. Introducir buenas prácticas de alimentación en las escuelas locales y educar en nutrición. (9,12)

Además de los hábitos y prácticas alimentarias, es importante considerar la inseguridad alimentaria, que se presenta cuando una sociedad no tiende el acceso a alimentos suficientes, nutritivos e inocuos; esto, aunado a la desinformación de la población y mitos, empeora la situación de la pandemia actual, ya que afecta, además de al crecimiento normal y saludable de los individuos, su sistema inmunitario. (3,4,10,19)

Los profesionales de la salud debemos profundizar en el conocimiento científico no solo nutricional, sino social, que apunte a la promoción de alimentos que sean seguros para la población y además respetuosos de nuestro hábitat, pero además que se informe a la población adecuadamente sobre los estragos de la inseguridad alimentaria (13,16). Será muy importante incorporar estrategias de selección, compra, consumo y almacenamiento de alimentos, además de nuevas técnicas culinarias para la preparación de platillos que resulten reconfortantes para cada contexto sociocultural donde se intervenga. (1,3,7)

La coyuntura que estamos viviendo puede permitirnos permear estilos de vida de manera permanente y, a partir de esta situación, instalar nuevas maneras de entender y priorizar la alimentación (12). Es fundamental conocer los hábitos y prácticas de alimentación de las comunidades, de manera que se pueda ayudar a reforzar los elementos positivos y luchar para cambiar los negativos. (15,19)

Apostemos a la alimentación que ha dejado de ser no sólo una respuesta ante una necesidad biológica, sino también a factores de índole económico, cultural, psicológico, histórico y contextual (8,15). El componente nutricional de la alimentación en estos tiempos que estamos volviendo a la “nueva normalidad”, resulta un aspecto fundamental para el desarrollo de estrategias y acciones no solo nutricionales sino sociales, como lo serían intervenciones cognitivo-conductuales que resignifiquen conceptos como dieta, alimentación, comida u obesidad (5), reaprendizajes de creencias no saludables que fomenten una alimentación correcta en el marco de un estilo de vida saludable, pero, sobre todo, hay que promover las elecciones saludables (13,16).

Las problemáticas relacionadas con la alimentación exigen un esfuerzo de redefinición constante para poder hacer intervenciones con un sentido humanista, poniendo en juego un conjunto de competencias profesionales que permitan evaluar el entorno, atendiendo principalmente los discursos que tienen los protagonistas de nuestro quehacer profesional (3,4,18). Considerando que los patrones alimentarios están fuertemente asociados a factores culturales, nutricionales, socioeconómicos y demográficos, se necesita lograr un entendimiento de los aspectos relacionados al contexto que rodea a los sujetos y tomar en cuenta los motivos, preferencias, conocimientos y significados relacionados al consumo de alimentos (1, 3,18).

La salud es el resultado de los cuidados que uno se dispensa a sí mismo y a los demás, implica tener la capacidad de tomar decisiones y controlar la vida propia, y de asegurar que la sociedad en que uno vive ofrezca a todos sus miembros la posibilidad de gozar de un buen estado de salud. (14). En estos momentos de incertidumbre que estamos viviendo ante la nueva normalidad debemos activar el sistema inmunológico a través de una alimentación variada, completa aunado a un estilo de vida saludable que coadyuve al manejo del estrés. La activación física a través de baile, caminatas al aire libre, andar en bicicleta, así como otros hábitos como dejar de fumar y dormir suficiente, son muy necesarios (9). Las prácticas alimentarias se crean y se viven en el marco de la vida cotidiana, por lo que el ejemplo de los padres y maestros a las nuevas generaciones, puede dejar a aquellos que esperan el futuro con esperanza, un legado de mejor calidad de vida y salud.

Referencias:

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