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Trastornos del espectro autista y lactancia materna

M. en C. N. H. Karina Alejandra Pedroza García

Departamento de Nutrición 

Centro de Ciencias de la Salud 

Universidad Autónoma de Aguascalientes

Los trastornos del espectro autista (TEA) son un conjunto de alteraciones del desarrollo que afectan la comunicación y la interacción social, y provoca que se presenten conductas, intereses o actividades restrictivas y repetitivas1. Ejemplos de estas conductas son el aleteo de manos, repetir siempre la misma frase o tema de conversación, siempre comer en el mismo lugar, entre otras. Los problemas en la comunicación incluyen dificultad para entender el sentido figurado, problemas en la comprensión de instrucciones o explicaciones muy largas, dificultad para entender el lenguaje corporal o falta de empatía hacia sus interlocutores y, en los casos más graves, problemas importantes de lenguaje por la incapacidad para la comunicación verbal. Tanto los problemas en la comunicación, como en el comportamiento pueden generar serias repercusiones en la interacción social. 

Hasta el momento no se conoce la causa de los TEA; sin embargo, se ha propuesto que su aparición es multifactorial, donde factores genéticos y ambientales podrían incrementar el riesgo de que un niño los presente2

Recientemente, algunos grupos de investigación han propuesto que la lactancia materna podría participar como un factor protector de los TEA, siempre y cuando se lleve a cabo de manera exclusiva los primeros 6 meses de vida y se continúe hasta el primer año del bebé en combinación con la alimentación complementaria3

La leche materna es, sin duda, el alimento por excelencia para el recién nacido en los primeros 6 meses de su vida. Contiene un equilibrio adecuado de nutrimentos de acuerdo al grado de desarrollo del bebé, lo que favorece el correcto desarrollo físico y del sistema nervioso del niño. Además, ofrece beneficios en el corto y largo plazo; de forma temprana, previene la aparición de enfermedades alérgicas como el asma, la dermatitis atópica y las alergias alimentarias, mientras que, a largo plazo, los niños alimentados al seno materno tienen un riesgo menor de presentar obesidad, diabetes, enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad celiaca y enfermedades cardiovasculares4

El papel preventivo de la lactancia materna en los TEA puede deberse a que la leche materna contiene diversas sustancias que tienen un papel importante en el desarrollo y maduración del cerebro, algunos ejemplos de estas sustancias son los ácidos grasos esenciales (el ácido eicosapentaenoico o EPA, docosahexaenoico o DHA y el ácido araquidónico o ARA), el factor de crecimiento similar a la insulina (IGF-1), la oxitocina y la melatonina. La leche materna también contiene inmunoglobulinas, que son proteínas importantes para el sistema inmune que ayudan a la protección del bebé contra infecciones, pudiendo prevenir estados de inflamación crónica en el sistema nervioso central. 

La leche materna beneficia a la salud gastrointestinal del recién nacido pues aporta probióticos y prebióticos que favorecen el desarrollo de la microbiota intestinal5, de hecho se ha sugerido que alteraciones en la microbiota intestinal o en la permeabilidad del intestino incrementan el riesgo de TEA; se ha reportado que personas con TEA tienen una mayor frecuencia de problemas gastrointestinales como el estreñimiento, la diarrea y el dolor abdominal, por lo que la lactancia materna podría prevenir dichas situaciones. Por otro lado, la lactancia materna no sólo implica la alimentación del bebé, también es un proceso activo, bidireccional y dinámico de interacción social entre la madre y su hijo, en el que este lazo se ve reforzado por la secreción de dos hormonas en la leche materna, la oxitocina y la prolactina. Ambas tienen un papel importante en el comportamiento social y el reforzamiento del vínculo madre-hijo, por ello, la lactancia materna se ha sugerido como un posible factor protector contra los TEA6.

A pesar de todos los beneficios antes descritos, es importante mencionar que la nutrición de la madre debe ser adaptada a las necesidades incrementadas de energía y nutrimentos durante la etapa de la lactancia, pues se ha evidenciado que se pierde la protección que confiere la lactancia materna en la aparición de los TEA en aquellas mujeres que cursan estados de desnutrición o que presentan deficiencias de algunas vitaminas como la tiamina (vitamina B1) o la niacina (vitamina B3)(7). De igual manera, mujeres que están expuestas constantemente a contaminantes ambientales pierden dicha protección, pues algunos de estos, como las dioxinas, pueden pasar a la leche materna8.

Existen muchos otros factores que influyen en la aparición de los TEA, sin embargo, la lactancia materna ha demostrado diversos beneficios que pueden conferirle un papel protector, como ya se ha mencionado. Por ello, debe promoverse e incentivarse la práctica de la lactancia materna pues, independientemente del papel preventivo, la leche materna sigue siendo el alimento ideal para el recién nacido. En aquellas madres que puedan y deseen extender la práctica de la lactancia materna más allá de la recomendación de hacerlo los primeros 6 meses de vida del bebé, es recomendable que se realice durante el primer año de vida, pudiendo extenderse hasta los dos años de acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud9.

Referencias:

1.         American Psychiatric Association. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders – DSM-5. 5th, revised ed. American Psychiatric Pub; 2013. 991 p. 

2.         S C. On the origins of autism: The Quantitative Threshold Exposure hypothesis. Med Hypotheses [Internet]. 2015 Dec 1 [cited 2021 Jul 8];85(6):798–806. Available from: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26481157/

3.         PT T, YW C, B S, AF C, P W, CH T, et al. Maternal breastfeeding and autism spectrum disorder in children: A systematic review and meta-analysis. Nutr Neurosci [Internet]. 2019 May 4 [cited 2021 Jul 8];22(5):354–62. Available from: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29046132/

4.         S B, R M, A A. Long-term neurodevelopmental benefits of breastfeeding. Curr Opin Pediatr [Internet]. 2016 Aug 1 [cited 2021 Jul 8];28(4):559–66. Available from: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27386975/

5.         Osorio LM, Umbarila AS. Microbiota de la glándula mamaria. Pediatria (Santiago) [Internet]. 2015 Jan 1 [cited 2021 Jul 8];48(1):1–8. Available from: https://www.elsevier.es/es-revista-pediatria-213-articulo-microbiota-glandula-mamaria-S0120491215000026

6.         GN S, M M, G W, E M, J K, C D, et al. Association Between Breastfeeding Initiation and Duration and Autism Spectrum Disorder in Preschool Children Enrolled in the Study to Explore Early Development. Autism Res [Internet]. 2019 May 1 [cited 2021 Jul 8];12(5):816–29. Available from: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30852853/

7.         RJ S. Autism rates associated with nutrition and the WIC program. J Am Coll Nutr [Internet]. 2011 Oct 1 [cited 2021 Jul 8];30(5):348–53. Available from: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22081621/

8.         M N, TT P, AT N, NN T, H N, LV H, et al. 2,3,7,8-Tetrachlorodibenzo-p-dioxin in breast milk increases autistic traits of 3-year-old children in Vietnam. Mol Psychiatry [Internet]. 2014 Nov 5 [cited 2021 Jul 8];19(11):1220–6. Available from: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24637425/

9.         Metas mundiales de nutrición 2025: documento normativo sobre lactancia materna [Internet]. [cited 2021 Jul 8]. Available from: https://www.who.int/es/publications/i/item/WHO-NMH-NHD-14.7

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