L. en N. Liliana Ortega
Consultora
Comienza el lunes y con él, la rutina diaria del trabajo, la escuela, los deberes domésticos y también comienzan los compromisos serios y la toma de decisiones importantes por el bienestar de la salud:
“Tomaré más agua diariamente”
“Hoy comeré más verduras”
“No comeré comida rápida en la calle”
“Haré ejercicio: me inscribiré al gimnasio, tomaré una clase de baile o saldré a caminar 30 minutos”
A lo largo de la semana, alguno de estos objetivos cobra sentido, se ponen en práctica y la persona está realmente motivada, sin embargo, los buenos propósitos en materia de salud se viene abajo apenas se avecina el fin de semana.
Existe algo de lógica en este suceso, ya que la persona se encuentra más relajada el viernes de tarde pues cesa la rutina diaria del trabajo, las prisas, el tráfico de la ciudad, el estrés en general disminuye y entonces se tiene tiempo para uno mismo, para complacerse, para vivir relajado, y comer es un placer, y es uno de los placeres más socorridos por la humanidad y si se puede compartir con las personas queridas, mucho mejor.
Además de contar con más tiempo libre, un gran número de responsables de la familia, elige el fin de semana no cocinar, pues lo que quieren es cambiar totalmente la rutina y evitar cualquier tipo de trabajo. Es como otorgarse un premio, y es muy válido.
Así que la persona es presa fácil de cualquier antojo, celebración y siente libertad absoluta para dar rienda suelta al placer de comer. Opciones no faltan.
Durante el desayuno en locales o puestos de la calle:
En restaurantes establecidos desayunos completos que incluyen café, jugo o fruta y:
Durante la comida las opciones también son variadas: bufete de todo tipo (mariscos, carnes, guisados), pozole verde, rojo de pollo, de cerdo, pizzas, hamburguesas o bien, la comida rápida de los centros comerciales.
Al concluir el día la ciudad ofrece cualquier cantidad de locales para la venta de tacos de pastor, bistec, cecina, longaniza y más.
El fin de semana es tiempo también para celebrar cumpleaños o reunirse con los amigos por diversos motivos, actividades donde la comida siempre está presente.
Si se trata de una fiesta infantil, el menú para los pequeños generalmente incluye hot dog o hamburguesa, papas fritas y refresco y para los adultos, tacos de guisado (chicharrón en salsa verde, mole con pollo, papas con longaniza, rajas con crema), además de pastel, helado, gelatina, mesa de dulces y para concluir la reunión, cada niño se lleva a casa una bolsa repleta de dulces y frituras.
Si la elección es ir a un parque de diversiones, no hay mucha opción para comer: la variedad incluye productos con alto contenido de grasa e hidratos de carbono simples. Analicemos una ida al cine: no puede faltar la inmensa bolsa de palomitas extra- mantequilla, refresco y porque no, una crepa, baguette, hot dog, pizza y caramelos.
¡Y podríamos seguir! Porque cada fin de semana es una nueva aventura (bodas, XV años, aniversarios, reunión con amigos, salida a algún estado, reuniones de trabajo, etc), pero es momento de parar, de parar en seco y actuar, como adultos responsables que deberíamos ser.
Como adultos responsables de nosotros mismos y también si es que tenemos familia, como responsables de ellos.
Sería muy conveniente que cada uno reflexionara con absoluta consciencia sobre lo expuesto anteriormente, al margen de la hilaridad que puede provocar.
Seguir ese tren de vida, representa un total descuido a la salud, un atropello al bienestar. Quizás no se comprenda de momento, ya que el placer es inmediato, pero a largo plazo, tiene consecuencias importantes, nada más y nada menos que impacta en la salud; afectando el bienestar general, el trabajo mismo, las finanzas, la salud mental, nuestro entorno y el de nuestras familias.
Particularmente en el caso de los niños, resulta aún más grave la situación, pues ellos están aprendiendo de los adultos, están aprendiendo hábitos de vida, de salud, de alimentación y el mensaje es que, no importa elegir inteligentemente, hay que saciar el hambre sin importar las consecuencias; basta con elegir lo que sea.
Cuando el mensaje debiera ser: vive en equilibrio, cuida tu cuerpo, fortalécelo, es el que te acompañará toda tu vida y de ti depende su bienestar.
Y no es el objetivo de este artículo que quien lo lea se aparte de la sociedad y nunca coma fuera de casa, o salga a divertirse, no. Incluso, si se apetece se pueden comer las opciones antes señaladas con moderación y eventualmente, no excederse y evitar así gastar en un fin de semana las kilocalorías destinadas para cuatro o cinco días. El problema radica en el exceso, en comer mal durante la semana y también, el fin de semana.
Y, ¿por dónde comenzar?
Primero haciendo un análisis con absoluta honestidad sobre nuestros hábitos de alimentación y si es necesario realizar cambios para tener una calidad de vida mejor. Después, hay que actuar de inmediato.
Es momento de actuar de inmediato para mejorar nuestra salud, eso incluye elegir hábitos de alimentación saludables de manera constante, incluso los fines de semana o los días de fiesta, ya que el bienestar físico es una prioridad que no se debe postergar.