Algunos titulares indican que hay probióticos capaces de curar el autismo, que malinterpretan los estudios científicos. ¿Qué pueden hacer los probióticos frente al autismo?
El autismo incluye una gama de características que afectan el comportamiento de las personas que lo padecen. Existen distintos tipos de autismo, pero lo que tienen en común es que sus habilidades de sociabilización no son como las de los demás y les cuesta más trabajo adaptarse que a la mayoría de las personas.
Hasta ahora no hay una cura para el autismo, pero sí hay investigaciones que están tratando de entender cómo funciona esta condición. Un ejemplo, es tratar de ver las diferencias que hay en la microbiota de las personas con autismo en comparación con quienes no lo padecen.
Microorganismos diferentes, personas diferentes
Desde hace varios años se está investigando la relación de los microorganismos que habitan en el intestino humano y varios factores que afectan a las personas. Recientemente se está tratando de descifrar la conexión entre la microbiota intestinal y trastornos de la personalidad como la ansiedad, la depresión, el autismo e incluso con la esquizofrenia.
En el caso del autismo, se sabe que las personas que lo padecen tienen una menor cantidad de las bacterias beneficiosas Prevotella en el intestino, y en muchos casos, cuando estaban en etapa de gestación, sus madres tuvieron una infección viral. Esto desencadena una respuesta del sistema inmune materno que reduce la barrera intestinal y aumenta la permeabilidad, ocasionando alteraciones en la composición de la microbiota del feto.
¿Qué nos dicen los estudios en ratones?
Un estudio conducido por la Dra. Elaine Hsaio, del Instituto de Tecnología de California, utilizaron un modelo de ratones para mostrar que los síntomas del trastorno del espectro autista (TEA) son provocados por cambios en la composición y estructura de los microorganismos que existen en los ratones.
Esos síntomas se vieron reducidos con el suministro de un probiótico: Bacteroides fragilis. Esta no es la primera vez que se trata de establecer una relación entre la microbiota y algunos desórdenes de personalidad o enfermedades mentales. Sin embargo, sí sienta un precedente para comprender cómo los probióticos podrían ayudar a las personas que viven con autismo.
Los ratones con síntomas parecidos a los del TEA, tenían una diferencia del 8% de abundancia de microorganismos y sus metabolitos, que los ratones sin estos síntomas. Al administrarles B. fragilis, un 34% de los metabolitos se restauró, mejoró la barrera intestinal y los síntomas desaparecieron.
En términos del comportamiento de los animales, la ansiedad que presentaban disminuyó considerablemente y comenzaron a socializar con otros de su especie.
Lo que se ha hecho hasta ahora es modelar en los ratones los síntomas de autismo, provocándoselos, para administrar distintas cepas de probióticos y ver los efectos. En ese sentido, este estudio es una pista que da pie a mejores tratamientos y a opciones terapéuticas. Pero antes de afirmar que se ha encontrado una cura para el autismo, es necesario hacer pruebas en seres humanos, considerando diferentes factores y variables.
Muchas veces los encabezados de las noticias anuncian curas o causas de enfermedades como una estrategia para enganchar a los lectores. Pero, cuando leemos la nota completa, resulta que lo que prometían en el título no se cumple. Por eso, hay que tomar con reservas los titulares llamativos hasta leer completa la historia.
Fuentes: