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Osteoporosis. ¿Por qué afecta más a mujeres?

L.N Jonathan Mendoza Zamorano

Dra. Rocio Campos Vega

Facultad de Química

Universidad Autónoma de Querétaro

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la osteoporosis de define como una “enfermedad progresiva del sistema esquelético caracterizada por una disminución de la masa ósea y deterioro del tejido óseo”. Como consecuencia se presenta fragilidad en los huesos y predisposición a fracturas.

Existen varios factores que originan la osteoporosis, incluyendo los ambientales y genéticos, siendo de gran relevancia nuestro estilo de vida; sin embargo, los mecanismos patológicos de la osteoporosis van mucho más allá. 

La osteoporosis es una enfermedad que se puede presentar a cualquier edad tanto en mujeres y hombres, sin embargo, es más común en la adultez media y en la vejez, siendo más frecuente en mujeres. De acuerdo con la International Osteoporosis Foundation (IOF) 1 a 2 de cada 5 mujeres en el mundo la padecen. En México 5.4 millones de mujeres padecen esta enfermedad. Además, la prevalencia de osteoporosis en mujeres aumenta un 2% a los 50 años y a más del 25% a los 80 años, presentándose muy frecuentemente fracturas en columna lumbar y cadera.

Naturalmente, la densidad ósea de la mujer es menor que la de los hombres y conforme avanzan los años de vida disminuye el tejido óseo por la disminución de la producción de estrógenos durante la menopausia y postmenopausia. Estas hormonas sexuales esteroideas tienen un papel importante en la fisiología reproductiva y en el tejido óseo de la mujer.

En este tejido se origina la expresión de receptores funcionales afines a estrógenos, los cuales generan la expresión de genes implicados en la remodelación ósea. Sin embargo, la disminución de estrógenos ocasiona un mayor efecto en la respuesta inflamatoria y proliferación celular, principalmente una mayor formación de osteoclastos y una reducción de su eliminación, ocasionando un incremento de la descalcificación de los huesos, volviéndolos más frágiles. De igual manera se ha reportado que una menor síntesis de estrógenos origina la disminución de la actividad de glutatión peroxidasa y un incremento de radicales libres, contribuyendo de manera secundaria a la resorción ósea.

Existen alternativas farmacológicas y no farmacológicas para poder prevenir la osteoporosis; la primera es a través de la terapia hormonal que incrementa la eliminación de los osteoclastos y disminución de la actividad inflamatoria. Y la no farmacológica, que consiste en ejercicio recurrente y principalmente una alimentación saludable, ambos factores mantienen la densidad ósea adecuada y aportan los nutrimentos necesarios para el mantenimiento de los huesos y prevención del desarrollo de la osteoporosis en la postmenopausia.

Los nutrimentos principales en la alimentación para tener en cuenta son el calcio, el fósforo y la vitamina D, que en general participan en el metabolismo del tejido óseo. 

El calcio es un mineral que se encuentran en mayor cantidad en el ser humano, además de participar en diferentes procesos celulares, metabólicos y fisiológicos. Es por ello por lo que se recomienda un consumo alto y constante para evitar el uso del calcio proveniente del tejido óseo y mantener la calidad de la densidad ósea. De acuerdo con Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) se recomienda el consumo de 1000 y 1200mg al día de calcio para mujeres de 19 a 50 años y 51 a 70 años, respectivamente. Los alimentos en donde podemos encontrar un mayor aporte de calcio son vegetales de hojas verdes, salmón, cereales y principalmente lácteos. Los productos lácteos son la mejor fuente de calcio, dado que 250ml de leche aportan 220mg el mineral, 125ml de yogurt aportan 188mg y 50g de queso aportan 125mg.

Al igual que el calcio, el fósforo es otro mineral importante para el mantenimiento de la densidad ósea y formación del tejido óseo; éste se encuentra como fosfato de calcio. Su ingesta recomendada es de 600 a 900mg al día en adultos, según el INCMNSZ. Una porción aproximadamente de 250g de cualquier tipo alimento de origen animal, 100g de frutos secos (almendras, pistaches, semilla chía, garbanzos) y 40g de cereales (avena, arroz integral, pan integral, pasta) aportan el 50% de la ingesta diaria recomendada.

Por otra parte, la vitamina D es un micronutrimento que juega un papel importante en el metabolismo del calcio y la salud ósea, debido a que la vitamina D obtenida de manera endógena o exógena sufre una hidroxilación en el hígado y riñón, dando lugar al calcitriol, el cual es un metabolito activo que permite la absorción de calcio y fósforo en diferentes órganos, entre ellos el tejido óseo. Por consiguiente, un déficit de vitamina D se relaciona con un efecto negativo en la densidad ósea. Los adultos mayores de 50 años son un grupo recurrente que presenta deficiencia de esta vitamina, debido a que conforme la edad avanza es un poco mas complicado realizar la conversión de la vitamina D, contribuyendo al riesgo de padecer osteoporosis en las mujeres adultas. El uso de vitamina D por nuestro cuerpo debe ser recurrente y continuo, esto previene la aparición de osteoporosis. 

Existen dos fuentes de vitamina D: a través de la exposición a la luz solar de la mañana durante 10-15 minutos y por medio del consumo de alimentos que aportan esta vitamina como lo son pescados de agua azul, lácteos, alimentos de origen animal y cereales; sin embargo, no es posible cubrir su ingesta diaria recomendada (800 UI) con lo antes mencionado, por lo que se recomienda alimentos fortificados o la suplementación a través de multivitamínicos en una edad avanzada.

En general, la osteoporosis es una enfermedad con un aumento en la prevalencia conforme la edad avanza. Por eso es muy importante tener un estilo de vida saludable y mantener una alimentación equilibrada y variada que nos aporte diferentes nutrimentos como el calcio, el fosforo y la vitamina D, acompañada de actividad física para el fortalecimiento de la estructura ósea, además de mantenerse en contacto con algún especialista.

Bibliografía:

Föger-Samwald, U., Dovjak, P., Azizi-Semrad, U., Kerschan-Schindl, K., & Pietschmann, P. (2020). Osteoporosis: pathophysiology and therapeutic options. EXCLI Journal, 19, 1017.

Jiménez, J. A. M., Moya, B. C., & Jiménez, M. T. M. (2015). Factores nutricionales en la prevención de la osteoporosis. Nutrición Hospitalaria, 32(1), 49-55.

Barrios-Moyano, A., & De la Peña-García, C. (2018). Prevalencia de osteoporosis y osteopenia en pacientes laboralmente activos. Acta Ortopédica Mexicana, 32(3), 131-133.

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