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Malnutrición: desnutrición y obesidad infantil

L. en N. Liliana Ortega 

Consultora

Hace algunas décadas la principal preocupación de las políticas de salud infantil en México, estaban dirigidas a enfrentar la desnutrición en niños, principalmente en las zonas rurales del país y mayormente en estados como Oaxaca, Guerrero y Chiapas. Los niños menores de cinco años vivían en situación de carencia y presentaban deficiencias nutrimentales importantes. Incluso en zonas urbanas, se distribuía ayuda alimentaria a los niños, a través de los desayunos escolares que supervisaba el DIF (Desarrollo Integral Familiar).

Sin embargo, actualmente, el panorama de salud infantil en México se ha modificado y se ha polarizado. Desafortunadamente, la desnutrición sigue presente en niños que viven en poblaciones muy pobres y, por otro lado, de una manera veloz, el desarrollo de sobrepeso y obesidad se ha incrementado entre la población infantil a lo largo y ancho de la República Mexicana.

La desnutrición se entiende como “la condición patológica derivada del poco aprovechamiento de los nutrientes esenciales en las células del cuerpo. De acuerdo con los factores que la causan, la desnutrición se clasifica en: 

Desnutrición primaria, cuando los alimentos necesarios no pueden ser aportados por la situación económica, cultural y/o educativa. 

Desnutrición secundaria, cundo los aportes nutricionales son adecuados, pero debido a otras enfermedades, la absorción o utilización de estos alimentos no es adecuada”. (1)

La restricción prolongada de nutrimentos esenciales, a la larga, afecta funciones vitales y, si no se interviene a tiempo, las consecuencias son fatales.

Como se menciona, las causas para el desarrollo de desnutrición en niños, son diversas e intervienen factores económicos, culturales y educativos. Así que, aunque los gobiernos estatales y federales implementen programas de apoyo alimentario, aunque lleguen a lugares recónditos para ofrecer la ayuda alimentaria, aunque se fomenten campañas masivas de vacunación para erradicar enfermedades, programas de desparasitación y administración de vitaminas, hay diversos factores que pueden impedir un resultado exitoso. Y estos tienen que ver específicamente con la educación, la cultura y, por supuesto, la economía de cada familia.

Por ejemplo, hay familias que no cuentan con agua potable para asearse, lavar y desinfectar sus alimentos o para cocinar. Tampoco tienen sanitarios con agua corriente, refrigeración para los alimentos; es decir, no cuentan con las medidas higiénicas básicas en el hogar.

De igual forma, las poblaciones más marginadas, no tienen acceso a la educación, situación que, de muchas maneras, restringe su progreso en la vida.

Si una niña o adolescente desnutrida, que aún no concluye su propio crecimiento y desarrollo, está en la espera de un hijo, es muy probable que el niño tenga un bajo peso al nacer y esté desnutrido, y ella al final del embarazo tendrá carencias nutrimentales importantes, pues la demanda para el crecimiento y desarrollo de un nuevo ser es de un alto costo nutrimental. Niños con bajo peso al nacer tienen un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad durante toda su vida.

La desnutrición afecta principalmente a niños menores de cinco años. La vigilancia del estado de salud de un niño, particularmente del recién nacido hasta los dos años, es fundamental. Si en las revisiones pediátricasmensuales o eventuales se diagnostica bajo peso, detención del crecimiento y si se evalúan carencias nutrimentales pero se atienden de inmediato, el resultado llega a ser favorecedor. Desafortunadamente, es poco probable que esto suceda en casos de familias que viven en marginación.

“Las consecuencias inmediatas de la desnutrición durante estos años formativos incluyen un desarrollo mental y motor retrasado, además de una serie de enfermedades que en ocasiones llegan a ser mortales. A largo plazo, las deficiencias nutricionales están ligadas a impedimentos en el rendimiento intelectual, capacidad de trabajo, salud reproductiva y salud general, durante la adolescencia y la edad adulta.” (2)

Los niños que padecen desnutrición pueden llegar a presentar: bajo peso y estatura, diarrea frecuente, poco desarrollo muscular, piel reseca, descamación, cabello seco y quebradizo, enfermedades recurrentes, anemia, poca capacidad para concentrarse, etc. 

El estado de salud tan carente en estos niños repercute en su adolescencia y vida adulta y, por supuesto, tienen menos probabilidades de progreso en las diferentes esferas de la vida (educación, vida laboral, familiar y estado de salud en general).

La desnutrición infantil tiene orígenes muy complejos y lamentablemente sigue presente en la sociedad mundial. Sin embargo, debe seguir siendo una prioridad en la atención pública de cada país, pues de no hacerlo, el círculo de pobreza y desnutrición continúa. Debe ser prioritario promover la salud de las mujeres y adolescentes embarazadas, las que están lactando y de los niños menores de cinco años.

La desnutrición no es el único problema de malnutrición infantil en la actualidad; el sobrepeso y la obesidad se han disparado a niveles no esperados. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, ENSANUT 2016, en “Niños en edad escolar -5 a 11 años de edad, 3 de cada 10 menores padecen sobrepeso u obesidad.

“Adolescentes -12 a 19 años de edad, casi cuatro de cada 10 adolescentes presentan sobrepeso u obesidad” (3).

En la actualidad, México ocupa el no digno primer lugar en obesidad infantil. Las demandas de la vida actual se han ido modificando y, desafortunadamente, los ajustes hechos al diario trajín, no han sido favorables para la salud de la sociedad y de los niños en particular.

La necesidad de ambos padres de incorporarse en el ámbito laboral para el sostenimiento de las necesidades familiares, las largas distancias del hogar al trabajo, el poco tiempo para la planeación, adquisición preparación y consumo de los alimentos, además de la escasa actividad física que los niños tienen en la actualidad, entre muchos otros factores, han favorecido el desarrollo de sobrepeso y obesidad a edades muy tempranas. La obesidad, también es un problema multifactorial.

Los adultos responsables del cuidado de los niños tienen mucho trabajo por hacer, pues son ellos los que llevan el alimento al hogar, los que promueven la selección de alimentos fuera de casa, quienes promueven o no la práctica de algún deporte o actividad física y quienes enseñan al niño el cuidado de uno mismo.

Se debe vigilar el peso de los niños desde recién nacidos, particularmente en el primer año de vida y durante la adolescencia, que son dos períodos de crecimiento acelerado. De no hacerlo, la obesidad repercutirá desfavorablemente en la calidad de vida de ese niño. 

La obesidad es un factor de riesgo para el desarrollo de diabetes mellitus, problemas de columna, pies, espalda, postura, trastornos hormonales, hipertensión arterial, várices, cáncer, además de un daño emocional a su autoestima que lo pueden llevar a desarrollar ansiedad y depresión, además de un rechazo social.

La vida de un niño obeso representa una pobre calidad de vida, por lo cual se deben hacer esfuerzos conjuntos padres de familia y escuelas, para promover y seguir estilos de vida saludable, que ayuden al niño en la pérdida de peso y en el mantenimiento de su salud.

Antes de llegar a casos extremos (o incluso si ya se está en ellos), hay acciones que se pueden seguir con un poco de organización y disposición, y los beneficios serán de gran impacto. Por ejemplo:

  • Llevar periódicamente al niño a una revisión médica, solicitar que lo midan y pesen. Si el médico reporta que está fuera del rango de un peso saludable, pedir asesoría con profesionales de la nutrición; leer fuentes confiables que orienten sobre alimentación saludable.
  • Planear menús semanales que incluyan alimentos de los tres grupos (verduras y frutas, cereales y tubérculos, leguminosas y alimentos de origen animal).
  • Los menús deben incluir también el lunch del niño.
  • Organizar los tiempos de comida para que todos desayunen en casa, alguna opción sencilla que incluya los 3 grupos de alimentos.
  • Involucrar a todos los miembros de la familia en el proceso de la alimentación (adquisición y preparación de insumos, poner la mesa, lavar los trastes, etc.) a fin de que el tiempo compartido sea un buen momento que transmita la importancia de cuidar su salud.
  • Elegir menús con diferentes texturas y colores para hacer muy atractiva la comida a la vista y al gusto.
  • Cuidar las porciones: El plato que se sirva debe tener mayor cantidad de verduras, una porción de cereales y tubérculos (tortilla, arroz, pasta, papa) y una pequeña porción de leguminosas o carne.

Es fundamental fomentar diariamente la actividad física. De ser posible, salir a caminar o inscribirlo a clases extra escolares para realizar algún deporte. Los fines de semana, también tener actividades al aire libre, salir a pasear con la mascota, realizar caminatas o partidos de fútbol o basquetbol.

Observa cuidadosamente las opciones para comer fuera de casa y elige solamente aquella, que cumpla con lo descrito anteriormente. 

Y el punto más importante: predica con el ejemplo. El niño aprenderá de sus padres el autocuidado, la importancia de la selección de alimentos y la práctica de actividad física, así que es momento de unir esfuerzos y trabajar de manera conjunta, por el bienestar individual y de los niños a nuestro cargo.

Referencias:

1 y 2 https://www.insp.mx/images/stories/INSP/Docs/cts/cts_dic.pdf

3.http://oment.uanl.mx/cifras-de-sobrepeso-y-obesidad-en-mexico-ensanut-mc-2016/

http://www.imss.gob.mx/salud-en-linea/obesidad-menoredad

http://www.revista.unam.mx/vol.16/num5/art34/

https://www.unicef.org/mexico/spanish/17047_17494.html

https://www.gob.mx/salud/articulos/desnutricion-calorico-proteica

https://www.insp.mx/images/stories/INSP/Docs/cts/cts_dic.pdf

http://www.fao.org/3/w0073s/w0073s05.htm

http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/nom/031ssa29.html

https://www.who.int/features/qa/malnutrition/es/

https://www.who.int/features/factfiles/nutrition/es/

http://www.fao.org/3/a-as603s.pdf

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