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Dra. Nimbe Torres y Torres,

Departamento de Fisiología de la Nutrición, INCMNSZ

Dra. Caudia Márquez Mota,

Departamento de Nutrición Animal, FMVZ, UNAM.

 

La alimentación de los habitantes del México prehispánico era a base del consumo de los productos de la milpa, formada por la llamada triada mesoamericana, es decir, calabaza, frijol y maíz.

Desde la antigüedad, los cereales han constituido la base fundamental de la alimentación de todas las civilizaciones humanas.

En México en particular, el consumo de frijol y maíz en forma conjunta permitió que nuestros antepasados tuvieran una alimentación completa.

Las leguminosas, como el frijol, dan proteínas a nuestra dieta y son una buena fuente de lisina (un aminoácido necesario para el desarrollo y crecimiento de nuestro organismo). Sin embargo, son deficientes en amino ácidos que contienen azufre en su composición, mientras que las proteínas provenientes de cereales como el maíz, son ricas en esos aminoácidos: la metionina y la cisteína (que son importantes para la salud de la piel, los huesos y los tendones), pero deficientes en los aminoácidos lisina y triptófano (Otten, 2006).

La combinación del frijol y maíz genera fuentes de proteínas que aportan amino ácidos indispensables en cantidades suficientes para asegurar el crecimiento.

Para cubrir los requerimientos nutricionales, las proteínas dietarias de buena calidad deben tener cantidades suficientes de aminoácidos indispensables, como la metionina, triptófano, fenilalanina, lisina, leucina, isoleucina, valina y treonina. La deficiencia de uno de estos puede ocasionar alteraciones a la salud (Farfournoux, Bruhat, & Jousse, 2000).

Estudios recientes han permitido demostrar el mecanismo por el cual la combinación de las proteínas de frijol y maíz favorecen el crecimiento. El maíz tiene aproximadamente tres veces más leucina que la recomendación de este aminoácido. Es importante para la sintesis de proteínas en el músculo y favorece el crecimiento, proceso que está regulado por una proteína llamada blanco mecanístico de rapamicina (mTORC1, por sus siglas en inglés).

Estudios de nutrigenómica en nuestro laboratorio han demostrado que la alimentación con caseína, que es la proteína de la leche, o con la mezcla de proteína de frijol y de maíz, presenta la misma ganancia de peso, lo que indica que la complementación de estas proteínas cubre los requerimientos de aminoácidos en la misma proporción que la caseína, proteína considerada de buena calidad.

Adicionalmente, se demostró que la combinación de proteína de frijol y proteína de maíz favorece la síntesis de proteínas de músculo a través de un aumento en la expresión de mTORC1 (Márquez-Mota, y col, 2016).

Por último, también hemos demostrado que el consumo de proteínas de origen vegetal disminuye el riesgo de presentar enfermedad cardiovascular (ECV), ya que baja la concentración de homocisteína en suero con respecto a proteínas de origen animal.

Debido a lo anterior, los resultados del estudio permiten poner de manifiesto la importancia del consumo de frijol y maíz en la dieta del mexicano, tal como lo hacían nuestros antepasados. Por lo tanto, es necesario volver a impulsar el consumo de alimentos tradicionales mexicanos, que desde luego tendrían un posible efecto benéfico para la salud.

Bibliografía:

Farfournoux, P., Bruhat, A., & Jousse, C. (2000). Amino acid regulation of gene expression. Biochem J, 1-12.

Márquez-Mota, C., Rodriguez-Gaytan, I., Adjibade, P., Mazoui, R., Galvez, A., Granados, O., . . . Torres, N. (2016). The mTORC1-Signaling Pathway and Hepatic Polyribosome Profile Are Enhanced after the Recovery of a Protein Restricted Diet by a Combination of Soy or Black Bean with Corn Protein. Nutrients, 1-24.

Otten, J. (2006). Dietary References Intakes: The Essential Guide to Nutrient Requirements. USA: Institute of Medicina.

 

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