La hipertensión arterial constituye una enfermedad crónica no transmisible cuya prevalencia ha ido en aumento en las últimas décadas.
La hipertensión tiene un rol fundamental en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, las cuales constituyen la primera causa de muerte en muchos países del mundo. Este incremento se debe a diversos factores entre los que se encuentran la alimentación poco saludable, el sedentarismo, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el estrés.
Se ha sugerido que consumir frutas y verduras disminuye la presión arterial, a pesar de que no se sabe exactamente la magnitud del efecto en proporción a la cantidad consumida.
Diversos estudios han concluido que la alimentación tiene un rol clave en el aumento de la presión, por lo que en la década de los noventa el National Institutes of Health de Estados Unidos desarrolló la dieta DASH, Dietary Approaches to Stop Hypertension, (aproximaciones dietéticas para detener la hipertensión) como estrategia para la prevención y tratamiento. Dicha dieta se basa en un bajo consumo de sal y alimentos que la contengan, alto consumo de frutas y verduras, así como el bajo consumo de grasas saturadas, colesterol y azúcares simples, además de incluir la realización de actividad física.
El consumo de frutas y verduras tendría un efecto reductor sobre la presión arterial a través del mejoramiento de la función endotelial por su aporte de potasio, magnesio y fibra dietética. Diversos estudios han encontrado esta asociación, pero los resultados aún no son concluyentes y tampoco está claro en qué cantidad deben consumirse para obtener dichos beneficios. Sin embargo, otros análisis no han obtenido los mismos resultados ya que esta es una enfermedad multifactorial y la participación de otros factores puede ser también relevante en el control y desarrollo de la misma.
Tomando todo esto como antecedente, la Escuela de Salud Publica de la Universidad de Chile realizó un estudio cuyo objetivo fue analizar la asociación entre el consumo de frutas y verduras y la presión arterial en una población de adultos de una zona semi rural de Chile.
El estudio se llevó a cabo con 777 adultos de entre 32 y 38 años, excluyendo a personas en tratamiento medico para la hipertensión, a los cuales se les midió la presión arterial sistólica (PAS) y diastólica (PAD), en reposo durante el transcurso de la mañana, cuyos valores promedios estuvieron dentro del rango que se considera normal. Adicionalmente se aplicó una encuesta de tendencia de consumo cuantificada del último mes con apoyo de personal profesional.
El grupo se dividió en tres de acuerdo a la ingesta de frutas y verduras: menor a 200g, de 200 a 400g y mayor a 400g. Para el análisis de los resultados se tomaron en cuenta factores como el sexo, el índice de masa corporal (IMC), actividad física, nivel socioeconómico, tabaquismo e ingesta de sodio.
Al analizar la asociación entre consumo de frutas y verduras, y presión arterial, se pudo observar que a medida que aumenta la ingesta hay una disminución de la presión arterial, con un efecto dosis-respuesta que es evidente para la presión arterial sistólica, llegando a disminuir 4.02 mmHg en las personas que consumen 400 gramos diarios, en comparación con los que consumen menos de 200 gramos. Para la presión arterial sistólica con solo consumir más de 400g diarios, se produce un efecto significativo, disminuyendo aproximadamente 3.0 mmHg.
Estos resultados muestran un efecto semejante al obtenido en estudios previos realizados en otros países en los que también se observó un efecto protector con el consumo de frutas y verduras sobre la presión arterial.
Este efecto protector se debe al elevado contenido de potasio de estos alimentos, ya que aumenta la natriuresis (proceso de excreción de sodio en la orina a través de la acción de los riñones), y además provoca una vasodilatación al aumentar la actividad de la bomba Na+/K+. Por otro lado, el aporte de fibra alimentaria de las frutas y verduras también podría tener un efecto protector.
En síntesis, el efecto encontrado en este estudio sobre la presión arterial sistólica se observa con un consumo mayor a 200 gramos de fruta y verdura, que corresponden a dos porciones y media, lo cual es similar a los hallazgos de otros estudios mencionados anteriormente. El efecto sobre la presión arterial diastólica se encontró solo en las personas que consumían más de 400 gramos, es decir, cinco porciones. A partir de esto, se puede señalar que el consumo de las cantidades recomendadas de estos alimentos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de cinco porciones, contribuye a disminuir ambas presiones (diastólica y sistólica) a nivel poblacional.
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