Que una dieta funcione o no, sea benéfica o perjudicial, depende de las características de la persona que la consuma, porque hasta una dieta alta en grasas puede tener beneficios específicos.
Un estudio encontró que las dietas altas en grasas causan daños estructurales en los riñones, pero otra investigación señala que ese tipo de dietas revierten la insuficiencia renal derivada de diabetes 1 y 2. ¿Cómo es eso posible?
La evidencia científica no es un dogma ni tampoco una verdad definitiva que hay que seguir ciegamente. La ciencia está en constante cambio, porque entre más se profundiza sobre un tema, se descubren más cosas; en eso consiste su progreso.
Más de una vez sucede que la evidencia científica es contradictoria. Una serie de estudios presentan resultados que apoyan que A es bueno para B, mientras que otros muestran lo contrario.
Por otro lado, los resultados de las investigaciones científicas responden al diseño del estudio, su hipótesis y su objetivo. Es algo así como si un mismo ingrediente sirviera para varias cosas, dependiendo de que lo buscas lograr. El almidón de maíz que usas para espesar una sopa es el mismo que puedes tomar en caso de una alergia, pero lo ocupa de maneras diferentes.
Una dieta alta en grasas es siempre mala, ¿no?
Un estudio publicado en el Journal of Anatomy (realizado por M. Eyüp, E. Özbek, B. Zuhal, y otros colaboradores) llegó a la conclusión que una dieta alta en grasas lleva a daño renal. Entre las observaciones del equipo de investigación, obtenidas a partir de análisis en ratas, están que ese tipo de dietas aumenta la cantidad de grasa corporal acumulada en la región del abdomen y desata procesos inflamatorios.
Los procesos inflamatorios dañan paulatinamente la estructura de los riñones y la pared externa de estos. Eventualmente esta situación deriva en insuficiencia renal e incluso nefrosis. Ese estudio señala que al principio de las investigaciones científicas sobre obesidad se encontró que ese padecimiento afectaba severamente a los riñones, pero dado que las consecuencias de esta afectan más a otros órganos como el corazón, se le dio prioridad a la relación entre enfermedades cardiacas y obesidad.
Una dieta alta en grasas es buena, ¿no?
Otra investigación, llevada por el Dr. Charles Mobbs del Instituto de Medicina del Monte Sinaí en Nueva York, encontró que una dieta alta en grasas puede revertir el daño renal. Los análisis en ratones mostraron que una dieta conocida como cetogénica (restringida en carbohidratos) que consiste en un alto contenido de grasas y pocos carbohidratos, revierte la insuficiencia renal derivada de la diabetes 1 y 2, en 8 semanas. No olvidar que un estudio hecho con ratones es considerado de nivel bajo en calidad de evidencia científica y que sus resultados no pueden extrapolarse al organismo humano, porque funciona diferente.
El contexto lo es todo
En ambos casos las investigaciones fueron hechas de acuerdo a los procesos establecidos para que sean considerados como válidos. ¿Por qué llegaron a conclusiones tan diferentes si las dos hablan de dieta alta en grasas?
En el primer caso, se analizó una dieta habitual alta en grasas y sus consecuencias sobre la salud de los riñones. En la segunda se trata de una dieta controlada, por un periodo específico. Es más, el mismo Dr. Mobbs aclara que el diseño de la dieta es fundamental para que funcione: los alimentos que la componen deben consumirse en cantidades específicas, se eliminan los dulces y postres, etc., y tiene una duración en particular.
Es decir, no es lo mismo analizar roedores que llevan años en una dieta alta en grasas, que a otros que solo la consumen por 8 semanas. Los resultados son diferentes. Así es como dos estudios difieren entre sí, porque no están hablando de lo mismo, aunque a simple vista lo parezca.
En este caso se trata de la diferencia entre un hábito (comer siempre una dieta alta en grasas) y una intervención (llevar la dieta por un tiempo limitado y de manera controlada). Cabe mencionar que a las dos investigaciones les falta ser probadas en humanos para que sus conclusiones tengan más peso. Pero ambas aportan conocimiento sobre los efectos de la obesidad sobre la salud de los riñones.
Por ahora habrá que esperar más resultados y tener en cuenta el contexto de los avances científicos de los que nos enteramos.
Fuentes: