La suplementación con el ácido docosahexaenoico (DHA), un ácido graso del grupo de los omega-3, contenido en el aceite de algas puede reducir los triglicéridos (TG), aumentar el “colesterol bueno” (lipoproteínas de densidad alta, HDL) y disminuir el “colesterol malo” (lipoproteínas de baja densidad, LDL) en las personas sin enfermedad cardiaca coronaria (CHD). Estos son los resultados de un reciente meta-análisis realizado por investigadores estadounidenses de diversos hospitales de los Estados Unidos, incluyendo el de Harvard.
Tanto el DHA como el EPA (ácido eicosapentaenoico) son ácidos grasos omega-3 que se encuentran en pescados como el salmón, el atún y la caballa. Los pescados en su hábitat natural obtienen estos ácidos grasos omega-3 de las algas marinas de las que se alimentan. Sin embargo, cada vez hay menor acceso a este tipo de peces debido a la sobreexplotación que realizan las flotas pesqueras. La acuicultura (cultivo de peces en granjas) ha tratado de ofrecer una fuente alternativa de producción de pescado, pero hay preocupaciones ambientales alrededor de los cultivos en granjas.
Es importante mencionar que con la disminución de las poblaciones de peces en su hábitat natural, las fuentes alternativas de EPA y DHA son cada vez más relevantes, tal es el caso de la acuicultura antes mencionada. Por otro lado, las algas están siendo cultivadas para producir aceite rico en DHA, que se puede utilizar para fortificar los alimentos o hacer suplementos. Los alimentos fortificados incluyen fórmulas para lactantes, aceites de oliva y de canola y leche de soya. Si alguien toma los suplementos, se recomienda sea supervisado por un médico para evitar reacciones adversas, especialmente aquellas personas con factores de riesgo de cardiopatía coronaria que puedan estar tomando otros medicamentos.
Recientemente, se han extraído los aceites de las algas marinas para desarrollar suplementos de DHA. Sin embargo, su efecto sobre los factores de riesgo de cardiopatía coronaria no ha sido ampliamente evaluado. Por ello los autores de este estudio realizaron un meta-análisis de 11 ensayos clínicos aleatorios y controlados para analizar la existencia de asociaciones entre el aceite de algas y los factores de riesgo cardiovascular como la presión arterial alta o elevados niveles de TG.
Los estudios analizados comprendieron un periodo de 1996 a 2011, con un total de 485 sujetos y la mayoría de los estudios tenían una duración de 6 semanas. La edad media de los participantes fue de entre 24 y 59 años. Todos los suplementos de aceite de algas utilizados contenían una cantidad nula o insignificante de EPA y se evaluó el efecto de la suplementación con aceite de alga en los niveles de TG y colesterol HDL y LDL.
Los investigadores observaron una disminución de 15% en TG, un aumento del 5% en el “colesterol bueno” (HDL) y un aumento del 8% en el “colesterol malo” (LDL) en los participantes suplementados con aceite de algas. De acuerdo con estos resultados, se concluyó que la acción del DHA que reduce los niveles de TG, a su vez aumenta los niveles de colesterol LDL; mientras que el mecanismo que hace que aumente el colesterol HDL por efecto del DHA no se conoce.
Dado que un aumento en el colesterol LDL en la sangre puede ser considerado indeseable, hay que señalar que el DHA también puede aumentar el tamaño de partícula de LDL. Esto es importante, ya que las partículas pequeñas y densas de LDL están específicamente asociadas con un riesgo elevado de sufrir cardiopatía coronaria. El aumento del tamaño de las partículas de LDL puede, en parte, compensar el riesgo vinculado a niveles más altos de colesterol LDL en la sangre.
Para evaluar completamente las causas y probabilidades de desarrollar una enfermedad coronaria, es necesario tener en cuenta otros parámetros como la presión arterial y los marcadores de inflamación. En general, los efectos observados del estudio mencionado fueron positivamente comparables a los que se han observado con los suplementos de aceite de pescado.
La dosis media de DHA en el análisis fue de 1.68 gramos por día. Esto corresponde a una dosis verdadera suplementaria, a diferencia de la cantidad comúnmente lograda en una dieta. En comparación, el consumo adecuado para los adultos, fijado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria para el EPA y el DHA combinado, es de 0.25g/d. El consumo de estos tipos de ácidos grasos es favorable a la salud, y las recomendaciones de consumo son mayores, por ejemplo, para mujeres embarazadas o en período lactante. En esos casos se debe consumir un extra de 0.1 a 0.2g/día de DHA sobre la dosis antes mencionada, y para niños una ingesta diaria de 0.05 a 0.1g/día de DHA es considerada adecuada. Los europeos consumen alrededor de 1 a 2 porciones de pescado graso (como el atún, el salmón, la caballa o el arenque) por mes, aunque la recomendación es de 2 a 3 porciones por semana.
Los autores hicieron un llamado para una investigación más independiente para fortalecer la base de pruebas. En comparación con el aceite de pescado, el aceite de algas pudiera ser igualmente efectivo y constituir una fuente más sustentable de ácidos grasos omega-3. En general, los suplementos están destinados a cerrar las brechas de nutrientes donde las recomendaciones son difíciles de alcanzar. La búsqueda de una dieta sana y equilibrada debe seguir siendo el objetivo principal.
Fuente:
Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación