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Nueva ola de medicamentos contra la depresión

La depresión es una enfermedad cada vez más común y que se presenta en cada vez más grupos de la población mundial. ¿Conoces las nuevas investigaciones sobre posibles tratamientos?

La depresión se ha extendido de tal manera en el mundo, que la Organización Mundial para la Salud le dedicará este año una campaña en especial, para crear conciencia en las personas y que puedan buscar ayuda.

Cuando las enfermedades que tienen que ver con las emociones, como la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático, etc., se vuelven agudas, ocasionan cambios en la química del cerebro.

El cerebro necesita ayuda

Es decir, el cerebro “se acostumbra” a las sustancias químicas que provocan esos estados de ánimo y se vuelve más complejo encontrar una solución. En estos casos, los fármacos especializados para el trastorno correspondiente, son una opción de tratamiento médico.

En los últimos 15 años se han realizado estudios sobre sustancias que no son las tradicionales para tratar estas enfermedades. Una de ellas es la marihuana, que se analiza con fines medicinales.

Últimamente, los alucinógenos han entrado a la lista de posibles sustancias que podrían ser efectivas para combatir la depresión crónica y el estrés postraumático. Entre los alucinógenos que se analizan están: el LSD, la psilocibina (sustancia activa en los hongos alucinógenos) y la MDMA que es la base para las metanfetaminas.

Alucinante ayuda

La base de los estudios para saber si estas sustancias pueden ser benéficas para la salud, es que estas tienen efectos más poderosos sobre el sistema nervioso que los medicamentos ya utilizados. A esto se suma a que hay un abuso creciente en el uso de analgésicos y antidepresivos que hace que estos sean menos efectivos.

La FDA (Food and Drug Administration, de los EUA) tiene que aprobar y vigilar todos los análisis para posibles usos de estas sustancias, antes de que puedan ser probados en seres humanos. En una primera fase, se probarán los efectos de la MDMA en personas con estrés postraumático.

Dentro de los estudios que ya se han realizado por la Universidad Johns Hopkins, se encontró que 51 personas con cáncer que tomaron un tratamiento experimental de psilocibina, en dosis 3 veces más altas que las usadas en su forma “recreativa” redujeron considerablemente sus síntomas de ansiedad y depresión, hasta 6 meses después de la dosis.

Este tipo de tratamientos podrían tener alguna pista sobre cómo mejorar la calidad de vida de personas con enfermedades tan invasivas como el cáncer, o incluso, ayudar a eliminar otras como el estrés postraumático, porque actúan en conjunto con la serotonina. Otro posible uso de estas sustancias es para el tratamiento de adicciones como el alcoholismo.

Los obstáculos a los que se enfrentan las pruebas de qué tan útiles pueden ser los alucinógenos son diversos. Desde la necesidad de protocolos estrictos para evitar que se canalicen al mercado negro o que sean adulterados si llegaran a la fase de comercialización, hasta los prejuicios de la opinión pública.

Sin embargo, si ponemos en una balanza que estas sustancias podrían mejorar la calidad de vida de personas enfermas o incluso ayudar a muchas a salir de estados de depresión que les impiden realizar su vida cotidiana, la perspectiva se abre.

Esperemos que, si los resultados de los estudios son favorables, tengamos mejores opciones para combatir los problemas que son señalados como problemas de salud pública por organizaciones internacionales como la OMS.

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