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Los lácteos y la intolerancia a la lactosa

L. en N.  Erika Ochoa 

Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey

La intolerancia a los alimentos habitualmente está asociada a una sintomatología y malestar gastrointestinal; es muy probable que el mayor índice de estas intolerancias esté relacionada con los productos lácteos, debido a que un porcentaje significativo de la población sufre de deficiencia de la enzima lactasa (Heyman, 2006), encargada de la degradación del azúcar de la leche: la lactosa.

¿Qué es la lactosa?

La lactosa es un disacárido, es decir un hidrato de carbono, formado de glucosa y galactosa. Posterior a la ingestión de lactosa, ésta es hidrolizada en el intestino por una enzima llamada lactasa floricina hidrolasa (LPH); los azúcares resultantes de la hidrólisis pueden ser absorbidos y metabolizados por el organismo. La lactosa es el principal hidrato de carbono en la leche de mamíferos, por lo que resulta esencial en la nutrición de infantes. La función de la LPH se encuentra en su punto máximo de actividad desde el nacimiento hasta los dos años de vida, siendo congruente con la necesidad de ingerir lactosa (Antonowicz & Lebenthal, 1977) para obtener energía.

En las etapas posteriores de la vida, la lactosa ya no es un hidrato de carbono esencial por lo que, evolutivamente, los mamíferos, entre ellos el ser humano, desarrollan hipolactasia, es decir, pérdida de la actividad enzimática de LPH. Se ha descrito que la hipolactasia es una condición genética (Enattah, Sahi, Savilaht, Terwilliger, Peltonen, & Javerla, 2002) y los estudios en diferentes poblaciones han permitido generar la hipótesis de que los genes se adaptan al medio (Mattar, Ferraz de Campos Mazo, & Carrilho, 2012). 

Tipos de intolerancia la lactosa

Por las implicaciones fisiopatológicas y terapéuticas que conllevan es importante distinguir la hipolactasia primaria de la secundaria. Ambas causan mala digestión de la lactosa, pero la segunda está asociada a enfermedades o patologías como enteritis infecciosa, alergia, enfermedad celiaca o enfermedad inflamatoria intestinal. La hipolactasia primaria es la disminución de la actividad de la enzima lactasa posterior a la lactancia (Mattar, Ferraz de Campos Mazo, & Carrilho, 2012).

Síntomas de intolerancia a la lactosa

Aquellos individuos con hipolactasia están imposibilitados a digerir correctamente la lactosa, pero esto no significa que sean intolerantes (Mattar, Ferraz de Campos Mazo, & Carrilho, 2012). Cuando la mala digestión y mala absorción de lactosa provoca sintomatología gastrointestinal muy característica (dolor y distensión abdominal, borborigmos, flatulencia, diarrea, constipación, náusea y vómito), se le conoce como intolerancia a la lactosa (Matthews, Waud, Roberts, & Campbell, 2005) (Mattar, Ferraz de Campos Mazo, & Carrilho, 2012). También se ha descrito sintomatología sistémica siendo común la cefalea, pobre concentración y memoria a corto plazo, letargo, dolor muscular, inflamación de articulaciones, entre otros.

La sintomatología gastrointestinal suele ocurrir entre los primeros 30 a 120 minutos después de la ingestión de lactosa y está asociada a su presencia anormal en el colon y su fermentación colónica. La lactosa, por ser hiperosmolar, provoca mayor contenido de agua y electrolitos dentro del intestino. La hiperosmolaridad y contenido de agua se ha asociado a la diarrea osmótica, mientras que el contenido de metano (gas) se ha asociado a disminución de la motilidad gastrointestinal. Por otro lado, la intolerancia a la lactosa no se encuentra asociada con pérdida de peso (Matthews, Waud, Roberts, & Campbell, 2005) (Mattar, Ferraz de Campos Mazo, & Carrilho, 2012).

Diagnóstico de la intolerancia a la lactosa

Actualmente, el diagnóstico está basado en la clínica, y su tratamiento se centra en la eliminación de lactosa de la dieta y la resolución de los síntomas. Sin embargo hay reportes sobre cómo linfluye la subjetividad del individuo al percibir la intolerancia y la intolerancia real (Casellas, Aparici, Casaus, Rodríguez, & Malagelada, 2010). La importancia del diagnóstico se ha vuelto cada vez más relevante, considerando que el tratamiento implica la eliminación de leche y derivados lácteos, incrementando el riesgo de inadecuación a nutrimentos como el calcio (Heaney, 2013). Esto implica mayor riesgo a la salud ósea en especial a aquellos individuos que desde la adolescencia o antes sufren esta condición (Heyman, 2006).

Tratamiento de la intolerancia a la lactosa

La suplementación de calcio podría ser parte del tratamiento, pero antes de tomar cualquier medida es necesario evaluar si la eliminación de los productos lácteos es la solución o si es suficiente con restringir su consumo. El nivel de restricción dependerá de diversos factores:

  • Tolerancia a la lactosa de cada individuo (la cantidad ingerida con relación a la actividad residual de LPH)
  • Adaptación inducida por la microflora (la fermentación de la lactosa por microorganismos en el colon)
  • Características del producto lácteo (el mecanismo de producción y vida de anaquel puede afectar el contenido de lactosa del producto)

Se ha sugerido que el individuo con intolerancia a la lactosa es capaz de tolerar el contenido de lactosa equivalente a una taza de leche (entre 12 a 15g) (Mattar, Ferraz de Campos Mazo, & Carrilho, 2012) (Matthews, Waud, Roberts, & Campbell, 2005). Para aquellos pacientes con muy baja tolerancia, es recomendable la ingestión de lactasa (como fármaco) antes de ingerir alimentos que contengan lactosa.

El yogurt y su contenido de lactosa

El yogurt tiene significativamente menor contenido de lactosa que la leche dado que los cultivos lácticos fermentan el disacárido, no obstante, se suele agregar leche en polvo posterior al proceso de fermentación con el fin de mejorar las características sensoriales del producto, incrementando así el contenido de lactosa. En general el individuo suele tolerar adecuadamente el yogurt y los quesos maduros.

Se ha observado también mayor tolerancia a la leche entera sobre la leche descremada, ya que la grasa mejora la absorción de la lactosa y la de otros hidratos de carbono, porque disminuye el tiempo del vaciamiento gástrico y el tránsito intestinal, prolongando el tiempo en que están en contacto la enzima LPH y la lactosa. Esta fermentación más lenta de la lactosa permite reducir los síntomas de la intolerancia (Brown-Esters, Mc Namara, & Savaiano, 2012).

Si no se consume leche, el requerimiento de calcio puede cubrirse con estas opciones de productos lácteos en compañía de otros alimentos fuente, sin llegar a requerir suplementación.

Tabla 1: Contenido de lactosa de diversos productos lácteos

Producto Contenido de lactosa (%)
Leche de vaca en polvo entera 35.9-38.1
Leche de vaca condensada 11.4-16.3
Leche de vaca líquida 4 – 5
Helado 3.1-8.4
Nieve 0.6-2.1
Yogurt y productos con cultivos lácticos 4.8-8.5
Mantequilla/Margarina 0.8-1
Quesos maduros y fermentados (Camembert y Parmesano) 0.4-2.9
Queso crema 0.4-2.9
Queso cottage No detectable hasta 3.5
Adaptado de
ScrimshawNS, Murray EB. The acceptability of milk and milk products in populations with a high prevalence of lactose intolerance. Am. J. Clin. Nutr, 1988;48:1099–1104

Referencias:

Antonowicz, I., & Lebenthal, E. (1977), “Developmental Pattern of Small Intestinal Enterokinase and Disaccharidase Activities in the Human Fetus”, Gastroenterology, 72, 1299-1303.

Brown-Esters, O., Mc Namara P., Savainao, D. (2012), “Dietary and Biological Factors Influencing Lactose Intolerance”, International Dairy Journal, 22, 98-103.

Casellas, F., Aparici, A., Casaus, M., Rodríguez, P., & Malagelada, J. R. (2010), “Subjective Perception of Lactose Intolerance Does Not Always Indicate Lactose Malabsorption”, Clinical Gastroenterology and Hepatology, 8, 581-586.

Castiglione, F., Di Girolamo, E., Ciacci, C., Caporaso, N., Pasquale, L., Cozzolino, A., y otros. (2008), “Lactose Malabsorption: Clinical or Breath Test Diagnosis?”, The European e-Journal of Clinical Nutrition and Metabolism, 3, e316-e320.

Enattah, N. S., Sahi, T., Savilaht, E., Terwilliger, J., Peltonen, L., & Javerla, I. (2002). “Identification of a Variant Associated With Adult-Type Hypolactasia”, Nat Genet, 30, 233-237.

Heaney, R. P. (2013). “Dairy Intake, Dietary Adequacy, and Lactose Intolerance”, Advances in Nutrition, 4, 151-156.

Heyman, M. B. (2006). “Lactose Intolerance in Infants, Children and Adolescents”, Pediatrics, 118(3), 1279-1285.

Lisker, R. (1981). “Deficiencia de lactasa: frecuencia, modo de herencia e implicaciones prácticas”, Arch Lat Nutr, 31, 224-234.

Lisker, R., Habib-López, G., Daltabuit, M., Roseberg, I., & Arroyo, P. (1974), “Lactase Deficiency in a Rural Area of Mexico”, Am J Clin Nutr, 27, 756-759.

Mattar, R., Ferraz de Campos Mazo, D., & Carrilho, F. (2012), “Lactose Intolerance: Diagnosis, Genetical and Clinical Factors”, Clinical and Experimental gastroenterology, 5, 113-121.

Matthews, S. B., Waud, J. P., Roberts, A. G., & Campbell, A. K. (2005), “Systemic Lactose Intolerance: A New Perspective on an Old Problem”, Postgrad Med J, 81, 167-173.

Novillo, A., Peralta, D., Dima, G., Besasso, H., & Soifer, L. (2010), “Frecuencia de sobrecrecimiento bacteriano en pacientes con intolerancia clínica a la lactosa”, Acta Gastroenterol Latinoam, 40, 221-224.

Usai-Satta, P., Scarpa, M., Oppia, F., & Cabras, F. (2012), “Lactose Malabsorption and Intolerance: What Should Be the Best Clinical Management?”, World Journal of Gastrointestinal Pharmacology and Therapeutics, 3(3), 29-33.

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