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Dr. Francisco Guzmán-Rodríguez 

Dra. Alma Cruz-Guerrero

Dpto. Biotecnología

Universidad Autónoma Metropolitana

La alimentación que recibe el ser humano durante sus primeros meses de vida ejerce una influencia sobre su salud tanto a corto como a largo plazo. Seguramente, has visto que los bebés pueden ser alimentados, ya sea con la leche que produce la madre o bien mediante el suministro de una fórmula infantil. ¿Te has preguntado qué beneficios puede tener la alimentación de una u otra forma?

Empecemos por recordar que la leche materna es un fluido que produce la madre después del parto y que va variando en composición y cantidad para adecuarse a los requerimientos nutricionales del bebé durante su desarrollo, garantizando de esta manera, su adecuado crecimiento. Existen múltiples beneficios de alimentar al bebé con leche materna, tales como:

1) La estimulación de sistema inmunológico.

2) La disminución del riesgo de infecciones gastrointestinales y de vías respiratorias.

3) Promueve el desarrollo neurológico y emocional.

4) Tiene factores hormonales y péptidos que ayudan a la regulación del apetito.

5) Disminuye hasta en un 50% el riesgo de presentar obesidad y diabetes en la edad adulta.

Por su parte, una fórmula infantil es un producto diseñado para asemejarse a la composición de la leche materna, es decir, es un sustituto de esta y se elabora, principalmente, a partir de la leche de vaca.

Si comparamos la composición de la leche materna con la fórmula infantil, podremos ver que en ambos casos los componentes principales como carbohidratos, proteínas, lípidos y agua se encuentran en concentraciones similares. Sin embargo, otros componentes, que son muy importantes para el adecuado desarrollo del bebé, no se encuentran en las fórmulas infantiles, por ejemplo: oligosacáridos (similares a los que se encuentran en la leche materna), anticuerpos, factores de crecimiento y enzimas (como la lipasa, que es indispensable para el metabolismo de los lípidos). Además, los minerales y vitaminas se encuentran en concentraciones diferentes. 

Para que las fórmulas infantiles cubran las necesidades nutricionales de los bebés, la leche de vaca ha sido sometida a varios cambios:

1) Se tiene que eliminar aproximadamente el 50% de las proteínas, principalmente, las caseínas.

2) Se tiene que adicionar algún carbohidrato, principalmente, lactosa, aunque pueden tener glucosa o maltodextrina para obtener concentraciones similares a las de la leche materna.

3) Se adicionan ácidos grados poliinsaturados de cadena larga provenientes de aceites vegetales como: cártamo, soya y girasol.

4) Actualmente, en algunas fórmulas infantiles se adicionan probióticos (como Lactobacillus rhamnosus GG, Lactobacillus reuteriBifidobacterium lactis BB12) que pueden conferir algún beneficio a los bebés, así como prebióticos (como fructooligosacáridos o galactooligosacáridos) que estimulan el desarrollo de los probióticos en el intestino. A nivel internacional ya existe una fórmula infantil adicionada con 2´fucosil-lactosa, el cual es un oligosacárido que se encuentra en la leche materna y se ha reportado que tiene varias funciones biológicas que benefician a los lactantes, como el fortalecimiento del sistema inmune.

Si bien los avances tecnológicos han permitido diseñar fórmulas infantiles cada vez más semejantes a la leche humana, al día de hoy no se ha conseguido la elaboración de un producto idéntico, debido a la compleja y cambiante composición química de la leche materna. La ausencia de algunos de nutrimentos (que sí se encuentran en la leche materna), puede relacionarse con algunos efectos en la salud del bebé, tales como:

1) Dificultad en la digestión de los lípidos provocando malestar estomacal, ocasionado por la ausencia de una enzima llamada lipasa.

3) Disminución del desarrollo del sistema nervioso, debido a la ausencia de ácidos grasos esenciales.

4) Mayor frecuencia de episodios de infecciones intestinales y respiratorias en los lactantes, por la ausencia de anticuerpos como la inmunoglobulina A y oligosacáridos especiales.

5) La presencia de una proteína llamada beta-lactoglobulina puede provocar problemas gastrointestinales y estreñimiento.

En general, las fórmulas infantiles presentan una lenta digestibilidad originando malestares como cólicos o distensión abdominal. 

A pesar de que la leche materna es el alimento ideal para el óptimo crecimiento infantil, la imposibilidad de la madre de alimentar a su bebé con la leche de su propio pecho es una de las razones por las cuales se ha recurrido a la alimentación con fórmulas infantiles. En México, sólo 3 de cada 10 bebés son alimentados con leche materna, por lo que 7 de cada 10 son alimentados con fórmulas infantiles. Lo anterior es motivado por circunstancias muy particulares, por ejemplo:

1) Las madres que padecen de tuberculosis, herpes, VIH (SIDA), o aquellas que han sido sometidas a tratamientos farmacológicos, no debe de alimentar a los bebés con la leche materna por el riesgo que representa a la salud del infante. 

2) Algunas madres tienen una baja producción de leche materna y no es suficiente para alimentar al bebé adecuadamente.

3) También por las condiciones del trabajo materno (razones laborales), ya que, normalmente, las madres regresan a sus empleos a los 2 meses o antes, después del nacimiento del bebé y ya no pueden continuar con la lactancia materna. 

Ante tales situaciones las fórmulas infantiles representan una alternativa aceptable, conveniente y equivalente, para complementar o suplir la ingesta de leche materna, siendo las fórmulas infantiles fortificadas con hierro la alternativa más adecuada para alimentar a los lactantes sanos durante el primer año de vida.

Como puedes observar, la leche materna es el alimento ideal para el crecimiento del bebé. Sin embargo, cuando la madre por alguna razón no puede alimentarlo de esta manera, lo más adecuado es recurrir a las fórmulas infantiles, ya que están diseñadas de acuerdo con los requerimientos nutricionales básicos de los bebés. Y es mejor usar fórmulas infantiles que leche de vaca u otros alimentos que puedan causar daño al bebé. 

Bibliografía:

Labraña, A. (2020). Obesidad en lactantes: efecto protector de la lactancia materna versus fórmulas lácteas. Rev Chil Nutr.  47(3): 478-483. https://scielo.conicyt.cl/pdf/rchnut/v47n3/0717-7518-rchnut-47-03-0478.pdf

Matín Martinez, B. (2005). Estudio comparativo de la leche de mujer con las leches artificiales. An Pediatr. Monogr. 3(1):43-53 https://www.analesdepediatria.org/es-pdf-13081720

González de Cosío Martínez, T y Hernández Cordero, S.  (2016). Lactancia materna en México. https://www.anmm.org.mx/publicaciones/ultimas_publicaciones/LACTANCIA_MATERNA.pdf

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