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La obesidad infantil aumenta el riesgo de coágulos en la sangre

La obesidad tiene muchas consecuencias que afectan al organismo completo. Algunas de estas pueden afectar a los huesos, al corazón o incluso traer una serie de padecimientos que alteren el metabolismo. La obesidad puede ser también un factor de riesgo para la formación de coágulos, incluso en los niños.

Un estudio reciente logró establecer un vínculo entre la obesidad y la formación de coágulos en niños y adolescentes. Anteriormente, ya se conocía la relación entre esta enfermedad y el riesgo de desarrollar trombo embolismo venoso (TEV) en adultos. Pero la evidencia más reciente señala que este riesgo no es exclusivo de los adultos y que puede ser un predictor de la formación de trombos en menores de edad.

La investigación, conducida por la Dra. Elizabeth Halvorson del Hospital Infantil de Wake Forest Baptist Brenner, en EE.UU., encontró una pequeña pero estadísticamente significativa asociación entre la obesidad infantil y el TEV.

El TEV en conjunción con la obesidad puede causar problemas agudos de salud que si no son tratados a tiempo y de la manera adecuada, pueden derivar en enfermedades crónicas o ser fatales.

El interés de Halvorson en encontrar una relación entre los dos padecimientos se debe a que “la incidencia de TEV pediátrico ha aumentado dramáticamente en los últimos 20 años y la obesidad infantil sigue siendo muy frecuente en los Estados Unidos”.

Datos previos

Como antecedente a esta investigación, se tienen los datos de un estudio de 2014 en el que se mostró un índice de TEV en niños con obesidad que estaban hospitalizados. A pesar de que la relación entre obesidad infantil y TEV no es fuerte, sí es un foco de alerta a considerar, ya que la obesidad es una enfermedad que afecta distintas partes del organismo y en combinación con otros factores, puede tener consecuencias aún más graves.

La coagulación de la sangre es un proceso normal del cuerpo que sirve para reparar los vasos sanguíneos dañados por una herida o alguna lesión. Cuando este mecanismo no funciona correctamente, se producen coágulos que pueden generar lesiones graves y, en caso de llegar al cerebro o al corazón, la muerte.

La obesidad aumenta el factor de riesgo de la formación de coágulos porque una de las consecuencias de esta enfermedad es la acumulación de grasa en las arterias. Si las arterias están parcialmente bloqueadas, la sangre no fluye como debería.

Por otro lado, la hormona que regula el apetito, la leptina, es producida por el tejido graso del cuerpo. El receptor de esta hormona está en las plaquetas, que son las que participan en primer lugar en el proceso de coagulación. Las personas con obesidad tienen alterados los niveles de leptina e incluso pueden volverse tolerantes a estos, lo cual produce un bajo control sobre el apetito, pero también hace que esas personas sean más sensibles a la coagulación.

Una de las explicaciones de que la obesidad aumente el riesgo de trombosis son los efectos que tiene la acumulación de grasa corporal que limita la capacidad venosa. Por otra parte, la obesidad está relacionada con procesos inflamatorios que desencadenan procesos de reparación en el cuerpo, que, bajo condiciones de alteración como las que provoca la obesidad, no funcionan como deberían. En muchos pacientes, la reducción del peso corporal ha regresado a la normalidad los niveles de leptina y ha bajado considerablemente el riesgo de coágulos.

La obesidad infantil es un problema mundial que no ha dejado de crecer. Los padecimientos relacionados con ella traen con más frecuencia consecuencias más graves. La calidad de vida de los niños y adolescentes se puede ver seriamente vulnerada ante un problema de este tipo. Por ello, es importante continuar las investigaciones sobre otros peligros derivados de la obesidad y procurar el posterior diseño de estrategias de intervención y prevención.

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