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Un nuevo estudio sugiere que las personas con trastornos del estado de ánimo son incapaces de distinguir entre los alimentos altos y bajos en grasas, lo cual puede fomentar una “alimentación inconsciente” de alimentos grasos en las personas con depresión subclínica y ansiedad.

En el artículo, publicado en la revista PLoS One, el equipo de investigación reveló que las personas con mayores puntuaciones de depresión, calificaron los sabores amargos y dulces como más intensos.

Dirigido por la Dra. Petra Platte, de la Universidad de Würzburg, Alemania, el equipo de investigación siguió la pista de estudios anteriores que sugerían que el consumo de grasa juega un papel importante en los trastornos alimenticios. Mediante la evaluación de las percepciones orales de grasa y el estímulo del sabor, se puede saber si estas percepciones están alteradas en las personas que tienen un estado de ansiedad o de depresión leve.

“Hemos observado que entre los estímulos sensoriales orales examinados, las clasificaciones de las grasas no fueron distinguidas de la concentración de grasa en el grupo con depresión subclínica leve, pero solo después de una inducción positiva o negativa en el estado de ánimo”, dijo Platte y sus colegas. “Es decir, las personas con depresión subclínica leve no fueron capaces de evaluar la intensidad de grasa de acuerdo con las concentraciones después de la inducción en el estado de ánimo ya sea positiva o negativa”

El equipo sugirió que esta incapacidad para distinguir sabores puede hacer que las personas con depresión leve coman inconscientemente más alimentos grasos.

“Tenemos entendido que este es el primer estudio que investiga cómo los estados de ánimos afectan la percepción de los estímulos del gusto”, señaló Platte.

Detalles del Estudio

El equipo evaluó cómo los niveles no patológicos de la depresión, la ansiedad y los estados de ánimo experimentalmente manipulados, podrían afectar la percepción oral de los participantes respecto de la grasa y otros estímulos de sabor, como los sabores dulces, agrios, amargos y umami.

Los participantes en el estudio, 48 mujeres y 32 hombres fueron calificados con síntomas de depresión y ansiedad y se les mostraron videoclips de escenas felices, tristes y neutrales, para ponerlos en un estado de ánimo positivo, negativo o neutral.

Antes y después de ver los videos se les pidió que clasificaran una serie de líquidos basándose en la intensidad del sabor que experimentaron y también se les pidió que midieran el contenido de grasa en muestras de leche por la sensación en la boca.

Platte y su equipo encontraron que los participantes con síntomas de depresión subclínica leve eran incapaces de distinguir la diferencia entre una muestra rica y una baja en grasas después de ver un clip de una película alegre o triste, mientras que podían distinguir entre ambos después de ver un clip de una película neutra, así como antes de ver las películas.

Los participantes con mayores puntuaciones de depresión también calificaron los sabores amargos y dulces como más intensos después de haber visto los videoclips, de lo que lo hacían antes de que este ejercicio fuera inducido.

Platte dijo que los hallazgos podrían tener implicaciones potenciales para los malos hábitos alimenticios observados en las personas con depresión y los trastornos leves del estado de ánimo.

Fuente: PLoS One

Petra Platte, Cornelia Herbert, Paul Pauli, Paul A. S. Breslin, Oral Perceptions of Fat and Taste Stimuli Are Modulated by Affect and Mood Induction, publicado en línea antes de la impresión, doi:10.1371/journal.pone.0065006

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