LN. Angélica Jacobo Gonzáles
LN. Héctor Américo Domínguez Lara
Escuela de Ciencias de la Salud
Universidad Autónoma de Coahuila
Con el paso del tiempo el ser humano sufre cambios biológicos, psicológicos y sociales que marcan cada una de las etapas de la vida: infancia, adolescencia, juventud, adultez y vejez. En cada una se tienen necesidades sociales y biológicas distintas para vivirlas en plenitud y es, tanto en la primera como en la última etapa, donde las necesidades biológicas son mucho más específicas e importantes para prolongar y tener una mejor calidad de vida.
Durante la vejez el organismo vuelve a experimentar esa vulnerabilidad que se obtiene al nacer y durante los primeros años de vida; es entonces cuando los sistemas que conforman al organismo humano dejan de funcionar adecuadamente. Uno de los principales sistemas es el óseo o esquelético que, con el paso del tiempo, sufre diversos cambios y procesos biológicos que son determinados según el sexo, la edad, el entorno ambiental, la alimentación y el genoma (material genético), generando una disminución de la densidad ósea y, a su vez, la reducción en la fortaleza ósea y el aumento de riesgo de fracturas, a lo que se le denomina osteoporosis (OP).
Entre los factores de mayor riesgo para desarrollar esta enfermedad, se encuentran el envejecimiento, fracturas previas, antecedentes hereditarios, bajo consumo de calcio, bajos niveles de vitamina D, tabaquismo, bajo peso, menopausia y baja densidad mineral ósea. [1]
A pesar de ello, existen otros factores que, en lo particular, expresan de una manera más agresiva la bioactividad de la enfermedad. Si se compara el sexo femenino con el masculino, la prevalencia de OP es mayor en mujeres. Según un estudio realizado en mujeres posmenopáusicas, “la prevalencia de OP es del 50.4%, el 27.6% de ellas tenía 70-75 años y el 17.2%, 55-60 años. El 82.8% de las mujeres posmenopáusicas con osteoporosis era <75 años. El 66.7% de las pacientes con un índice de masa corporal (IMC) <25 tenía osteoporosis”. [2]
Ante estos datos existe una explicación racional y científica que determina que, en el sexo femenino, debido al proceso biológico que presenta en la posmenopausia, aumenta de manera prolongada la aparición de dicha enfermedad. Un estudio realizado en la década pasada relaciona la OP con posibles genes específicos en el sexo femenino que, dado que se presenta la posmenopausia, aumenta la probabilidad de presentar OP en años posteriores.
Tales genes, consecuencia de este proceso, codifican para el receptor de estrógeno alfa o tipo 1 (ESR1) y el beta o tipo 2 (ESR2), y tienen un papel importante en las células del tejido óseo, como son los osteoclastos, osteoblastos y células estromales. “Parece que el ESR1 es el principal receptor que media la acción estrogénica en el hueso y tiene una importancia primordial en la regulación de su remodelado, mientras que la acción del ESR2, si bien menos conocida, se ha identificado sobre todo en el hueso trabecular”. [3]
Durante el 2018, en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se brindaron 4,561 atenciones por fractura, principalmente de cadera y columna. Se afirmó que la población más vulnerable son las mujeres después de los 50 años por la llegada de la menopausia que conlleva la disminución de los estrógenos, provocando un cambio en el metabolismo del tejido óseo. [4]
En un estudio reciente se encontró que la prevalencia de OP en México, en mujeres y hombres mayores de 50 años, es de 17 y 9% en columna lumbar, respectivamente, y de 16 y 6% en cadera, respectivamente. Se ha estimado que el riesgo de fractura de cadera a lo largo de la vida es de 8.5% en mujeres y 3.8% en hombres. [5]
Existen vitaminas y minerales que contribuyen a la disminución de padecer ciertas enfermedades, en este caso, el calcio y la vitamina D tienen un papel fundamental para retrasar o bien, tratar la OP.
El calcio es necesario para que los músculos, el corazón y los nervios funcionen debidamente, también tiene un papel importante para la coagulación de la sangre. La insuficiencia de calcio contribuye de manera considerable al desarrollo de la OP. Se han publicado estudios que indican que el consumo inadecuado de calcio durante toda la vida está estrechamente relacionado con la disminución de la densidad ósea y un alto índice de fracturas, debido a que, según las encuestas nacionales de nutrición, la mayoría de las personas no consumen la cantidad de calcio suficiente para que sus huesos crezcan y se mantengan sanos.
A continuación, se muestra una tabla que indica las recomendaciones de calcio por edad o etapa de vida de acuerdo al National Institute of Health. [6]
Tabla 1. Requerimiento diario del consumo de calcio por día | |
Grupo de edad o etapa de la vida | Calcio(mg/día) |
Bebés de 0 a 6 meses | 200 |
Bebés de 6 a 12 meses | 260 |
1 a 3 años | 700 |
4 a 8 años | 1 000 |
9 a 13 años | 1 300 |
14 a 18 años | 1 300 |
19 a 30 años | 1 000 |
31 a 50 años | 1 000 |
51 a 70 años, hombres | 1 000 |
51 a 70 años, mujeres | 1 200 |
Más de 70 años | 1 200 |
14 a 18 años, embarazadas/amamantando | 1 300 |
19 a 50 años, embarazadas/amamantando | 1 000 |
El consumo insuficiente de calcio a lo largo de la vida se relaciona con el tipo de dieta que lleva a cabo la mayoría de la población. Los alimentos ricos en calcio incluyen algunos de origen animal y vegetal, tanto frescos como procesados. Algunos ejemplos de estos alimentos de origen animal son: leche entera, leche descremada, queso, helados y pescados. Entre los de origen vegetal encontramos cereales como la avena y el trigo; leguminosas como los frijoles; frutas y verduras como el jugo de naranja enriquecido con calcio y el brócoli. Una lista más completa de alimentos se presenta en la siguiente tabla reportada por el National Institute of Health. [6]
Tabla 2. Alimentos ricos en calcio | |
Alimentos y porciones | mg |
Avena enriquecida, 1 paquete | 350 |
Sardinas, enlatadas en aceite, con espinas comestibles, 3 oz (85 g) | 324 |
Queso cheddar, 1½ oz (42 g), rayado | 306 |
Leche, descremada, 1 taza | 302 |
Batido de leche, 1 taza | 300 |
Yogur, natural, descremado, 1 taza | 300 |
Frijoles de soya, cocidos, 1 taza | 261 |
Tofu, firme, con calcio, ½ taza | 204 |
Jugo de naranja, enriquecido con calcio, 6oz (170g) | 200–260 (varía) |
Salmón, enlatado, con espinas comestibles, 3oz (85g) | 181 |
Pudín, instantáneo (chocolate, plátano, etc.), hecho con 2% de leche, ½ taza | 153 |
Frijoles cocidos, 1 taza | 142 |
Queso fresco (cottage), 1% de grasa, 1 taza | 138 |
Fideos, lasaña, 1 taza | 125 |
Helado blando de yogur, vainilla, ½ taza | 103 |
Cereal listo para consumir, enriquecido con calcio, 1 taza | 100–1000 (varía) |
Pizza de queso, 1 porción | 100 |
Waffles enriquecidos, 2 | 100 |
Nabo, hervido, ½ taza | 99 |
Brócoli, crudo, 1 taza | 90 |
Helado, vainilla, ½ taza | 85 |
Leche de soya o de arroz, enriquecida con calcio, 1 taza | 80–500 (varía) |
En cuanto a la vitamina D, sabemos que es necesaria para que el calcio se absorba adecuadamente. Sin suficiente vitamina D, no se producen las cantidades adecuadas de la hormona calcitriol (conocida como vitamina D activa), lo que implica una absorción insuficiente de calcio proveniente de los alimentos. Cuando esto ocurre, los depósitos de calcio en el esqueleto se movilizan a otras partes del cuerpo, generando que los huesos se debiliten.
Se puede obtener vitamina D de tres formas: cuando la piel se expone a la luz solar, al ingerir ciertos alimentos y por medio de suplementos. La vitamina D se produce naturalmente en el cuerpo después de la exposición a la luz del sol. Los expertos recomiendan un consumo diario de 600 Unidades Internacionales (UI) de vitamina D para personas hasta los 70 años.
Hombres y mujeres mayores de 70 años deben aumentar su consumo diario de vitamina D a 800 UI, que también se puede obtener de suplementos o de alimentos ricos en vitamina D, como son las yemas de huevo, el pescado de agua salada, el hígado y la leche enriquecida. [6]
Otra parte esencial en el tratamiento de la osteoporosis es el ejercicio físico. En el caso de la OP, un entrenamiento de seis semanas aumenta la fuerza muscular y el contenido mineral óseo. El ejercicio físico debe ser moderado y regular. Se aconseja una actividad en la que las pulsaciones no superen los 130 latidos por minuto. Debe integrarse en los hábitos diarios de vida o al menos realizarlo dos o tres veces por semana en sesiones de 30 minutos y, al finalizar, agregar un periodo de relajación.
“Lograr mantenerse en el peso ideal y realizar ejercicio físico aeróbico o ejercicios de resistencia periódicamente, pueden mantener o incrementar la densidad ósea en mujeres posmenopáusicas”. [7]
El tratamiento para la OP deberá ser integral, es decir, llevar atención médica, nutricional y una rutina de ejercicio adecuada para cada persona, para mejorar los niveles de calcio en el organismo y evitar el progreso de la enfermedad.
Bibliografía: