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Educación alimentaria, con límites

L. en N. Liliana Ortega

Consultora

La sociedad va cambiando según el rumbo de la historia que le toca vivir y la gente va ajustando sus hábitos de vida para adaptarse a las corrientes ideológicas del momento, a los movimientos culturales, económicos y también a los avances de la tecnología.

En la actualidad, la era de las comunicaciones y la era digital dominan los intereses de la sociedad y esto permea hasta los rubros de la gastronomía y la alimentación. Los dispositivos móviles como el celular, las tabletas, computadoras personales, invaden cada día más un entorno tan íntimo como es el hogar familiar. 

Por otro lado, las largas jornadas laborales, las largas distancias entre el hogar y el centro de trabajo, han contribuido a que al proceso de alimentación se le dedique muy poco tiempo y atención. 

Y a esta difícil realidad de la sociedad mexicana, hay que sumar los altos índices de obesidad y sobrepeso que existen, tanto en niños como en adultos. Actualmente, las principales causas de muerte en el país están relacionadas con hábitos de vida, principalmente, con los hábitos de alimentación.

Principales causas de mortalidad por residencia habitual, grupos de edad y sexo en México:

  • Enfermedades del corazón (Isquémicas del corazón)
  • Diabetes mellitus
  • Tumores malignos
  • Enfermedades del hígado (enfermedad alcohólica del hígado)
  • Accidentes
  • Enfermedades cerebrovasculares
  • Agresiones
  • Enfermedades pulmonares obstructivas crónicas
  • Influenza y neumonía
  • Insuficiencia renal (1)

Como sociedad, nos cuesta mucho relacionar el impacto que la alimentación tiene en relación con la salud a corto y largo plazo. Sin embargo, las estadísticas están ahí registradas y no son alentadoras, por lo tanto, es tiempo de remar contra corriente y comenzar a trabajar en nuestro bienestar.

Vivimos en una generación a la que le cuesta establecer límites con sus hijos, así vemos cada día con más frecuencia, niños pequeños y también adolescentes que dominan el uso de tabletas y celulares, que pasan largas horas frente al televisor o jugando viedojuegos, llegando incluso a crear una adicción. Estos niños y adolescentes no saben interactuar en una reunión con familiares, peor aún, no saben convivir con sus iguales.

Y sucede algo muy extraño entre los jóvenes: se da poco valor a los hábitos saludables y se exaltan los negativos. Por ejemplo, algunos chicos sufren burlas por dormir temprano, desayunar, llevar lunch, tomar agua, no fumar y no beber bebidas alcohólicas, pasar tiempo haciendo ejercicio en vez de estar cada día de fiesta; estos buenos hábitos son de “ñoños´”. 

¿Por dónde comenzamos? Es en el hogar donde se fortalece la mente, el espíritu y donde se aprende el cuidado personal, que está estrechamente relacionado con la salud. Podría parecer abrumador el tener que hacer cambios, pues muchos de los hábitos actuales fueron adoptados por ser más cómodos. Sin embargo, recordemos que se trata de nuestro bienestar y el de nuestra familia; de no hacer cambios urgentes, a la larga, el costo y mantenimiento de las enfermedades será mucho más alto. Así que, analicemos la realidad de cada una de nuestras familias y comencemos a hacer poco a poco cambios significativos. 

Planeación y organización

  • Diseña menús semanales (pide ayuda si se te complica o revisa portales de internet confiables para orientarte, como www.hablemosclaro.org).
  • Realiza las compras semanales. Ten a la mano siempre, verduras y frutas de temporada, granos como arroz, trigo, cebada, frijol, lenteja, garbanzo, semillas oleaginosas y algo de proteína animal como quesos, huevo, carne blanca y un poco de carne roja.
  • Organízate para cocinar, hay platillos que no requieren demasiado tiempo para su elaboración. Si no puedes cocinar, contrata a una persona que lo haga. Procura que las comidas fuera de casa, sean cada vez menos. Si comes en el trabajo, observa cuidadosamente las opciones y elige la mejor, y no olvides abastecer lo necesario para la familia.
  • Involucra a la familia en todo el proceso de alimentación de acuerdo a su edad: en las compras, la preparación de los alimentos, acondicionar un lugar agradable para comer, lavar las ollas y vajilla. Incluso, asigna a los adolescentes que un día del fin de semana, sean ellos los que preparen el menú completo, así  aprenderán, poco a poco, que no se lleva demasiado tiempo la preparación de un buen platillo.
  • Ningún miembro de la familia debe salir de casa sin desayunar. Hay preparaciones también muy sencillas para la hora del desayuno (yogurt, fruta picada, semillas como almendras, cacahuates, o bien amaranto y arándanos, se sirve en minutos; quesadillas con rodajas de jitomate y cualquier fruta fresca, si el tiempo es mínimo que tal un licuado con leche, fruta, nuez o amaranto. Y por supuesto, se deben realizar los otros tiempos de comida, si se cuenta con poco tiempo, esos 10 minutos destinados para comer, tomarlos con seriedad y pensando en el bienestar.

El cerebro requiere alimento para realizar cualquier función: respirar, pensar, caminar, hacer ejercicio. Habrá personas que digan “llevo años sin desayunar y funciono”, y sí, el organismo se adapta, sin embargo, eso no significa que sea lo mejor para nuestro cuerpo, las consecuencias se verán con el pasar de los años. 

Trabajar con los niños desde muy pequeños

Los hábitos aprendidos en la niñez, generalmente, serán seguidos en la juventud y en la vida adulta, así que éste es un tiempo imprescindible de trabajo importante. Son horas muy valiosas que no se deben dejar para después.

  • Destinar un espacio para realizar las comidas y respetarlo. Si el trabajo diario permite sólo realizar un tiempo de comida en familia, hacer de ese tiempo un momento especial. Comer en el comedor, en la cocina, hasta en la sala, pero sin distractores. Es decir, con la televisión apagada, los celulares deben estar lejos de la mesa familiar, se puede poner un poco de música suave. Crear un momento íntimo para platicar, para conocer los intereses de los hijos y para mostrar afecto, evitar durante el tiempo de comida, los regaños, alzar la voz y por supuesto, pelear… ya habrá otro tiempo para discutir sobre situaciones que se tienen que aclarar. Usa tus mejores platos, vasos; despeja la mesa, que esta sea muy agradable a la vista, para que todos se sienten la mesa con buena disposición de consumir los alimentos.
  • Hay que ser muy ingeniosos con los niños pequeños, a veces, la lista de alimentos que no les gustan es muy larga. Respetemos sus gustos y ofrezcamos algún otro alimento que sea equivalente. Eso sí, no dejes de preparar alimentos variados y de vez en cuando ofrece una pequeña porción al pequeño. Es muy importante educar con el ejemplo, si el niño ve que sus padres comen pescado, verduras o frutas, es muy probable que acepte fácilmente este tipo de alimentos.
  • ¡El secreto está en la sazón! Los niños comerán casi cualquier platillo si tiene un buen sabor. Probemos dar mayor sabor a la comida con hierbas de olor, ajo, cebolla, condimentos y siempre acompañar con verduras. La dieta debe ser variada, este también es un punto clave para que la comida sea atractiva para los niños. Revisa las frutas y verduras de temporada e inclúyelas en su menú semanal. No se requiere preparar platillos complicados y costosos, de hecho, la comida saludable también es económica.
  • No premies ni castigues con alimentos. La comida es para nutrir, disfrutar en familia, la comida también es un placer. Así que, reprende con algo relacionado con la falta que cometió su hijo o bien, premia con salidas, libros, o momentos especiales junto a él, como pasar tiempo jugando juegos de mesa, o viendo una película.
  • Observa, siempre observa y consume tus alimentos con consciencia.  Es muy común que en los restaurantes el menú infantil sea una verdadera falta de respeto para el niño: platillos densos en energía, es decir, altos en grasa y azúcares refinados, con proteínas de baja calidad… ¡Cómo si se tratara sólo de llenar el estómago de los niños y cómo si ellos no merecieran comer saludablemente! En esa carta infantil generalmente hay nuggets, papas fritas, malteadas, postres, hamburguesas y las más consumidas … ¡pizzas!  En verdad, hay que detenernos y pensar un poco en esto. Enseñemos a los niños a disfrutar de otro tipo de alimentos, con preparaciones sencillas, que el consumo de alimentos densos en energía sea esporádico, no de cada fin de semana. Los meseros son muy hábiles y de inmediato colocan la carta infantil a la vista del niño. Elige mejor del menú para adultos algo para compartir que cumpla con lo que quieres para tu familia; por ejemplo, el niño puede comer huevo con alguna verdura, quesadillas, pechuga con alguna ensalada, bistec asado con guarnición de pepinos etc. El niño, poco a poco aprenderá a elegir lo mejor y cuando sea joven y tenga que comer fuera, sabrá elegir sabiamente.

Comencemos por nosotros mismos

Si como adultos, le damos un valor importante a la salud, el resto de la familia aprenderá a seguir hábitos que le beneficien. No pospongamos más el tiempo de hacernos cargo de nosotros mismos y tampoco desesperemos. Comencemos poco a poco, pero hay que ser consistentes, perseverantes, hay que ser creativos, la comida no debe ser aburrida y sin sabor, hay muchas técnicas de las cuales nos podemos apoyar, para disfrutar los platillos.

Es tiempo de adaptarnos al tiempo actual y elegir responsablemente. Hay que pensar siempre en que elegir comer saludablemente no es un castigo, es un acto de amor propio. 

Referencias:

http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/registros/vitales/mortalidad/tabulados/ConsultaMortalidad.asp
http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2017/muertos2017_Nal.pdf
https://basica.sep.gob.mx/multimedia/RSC/BASICA/Documento/201611/201611-3-RSC-ItAg4TmfWb-vida.pdf

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