Dra. Aurora E. Serralde Z.
Consultora de la Fundación Mexicana de la Salud
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las naciones Unidas para la infancia (UNICEF), desarrollaron la Estrategia Mundial para la Alimentación del Lactante y del Niño Pequeño. Este programa está orientado a proteger, promover y apoyar la lactancia materna exclusiva, es decir, que el bebé sólo reciba leche materna, durante los primeros seis meses y proveer alimentos complementarios seguros y apropiados desde los seis meses, manteniendo la lactancia materna hasta los dos años de edad o más. Esta estrategia responde a que más de dos tercios de las muertes en menores de 5 años a menudo están relacionadas con las prácticas inadecuadas de alimentación que ocurren durante el primer año de vida.
A partir de los seis meses la leche materna no es suficiente por sí misma y un error común es que la alimentación complementaria (introducir otros alimentos a la dieta del bebé) suele comenzar demasiado pronto o muy tarde, y con frecuencia los alimentos son nutricionalmente inadecuados e insalubres. Sin embargo, durante los primeros seis meses de vida la leche materna provee todos los nutrimentos y el agua que el bebé necesita. A continuación se describe la composición de la leche humana y los beneficios que se obtienen de la lactancia tanto para el bebé, como para la madre y la sociedad.
Composición
La leche humana cambia durante las primeras semanas después del parto, en los primeros días de vida recibe el nombre de calostro: es espeso y amarillento debido a su alto contenido en vitaminas liposolubles, especialmente betacaroteno que es precursor de la vitamina A, que ayuda a reducir la gravedad de cualquier infección que el bebé pueda adquirir, contiene lactoferrina, es rico en anticuerpos (inmunoglobulinas como IgA), glóbulos blancos y minerales.
El calostro ayuda a prevenir infecciones bacterianas que son peligrosas para los recién nacidos y brinda la primera inmunización contra enfermedades, ante las cuales el bebé debe enfrentarse después del parto. Contiene muchos factores de crecimiento que ayudan a que el intestino inmaduro del bebé se termine de desarrollar. Con esto podemos ver la importancia de que los bebés reciban calostro, el cual está disponible en el pecho materno en el momento del nacimiento; hay que señalar que los bebés no deben recibir ningún líquido ni alimentos antes del inicio de la lactancia materna.
La leche de transición cambia desde el séptimo día hasta 15 días después del parto: disminuye la concentración de proteínas, de inmunoglobulinas y vitaminas liposolubles; aumenta la lactosa, grasa, vitaminas liposolubles y el valor calórico total.
A partir de entre los 15-20 días después del parto, aparece la leche madura: el contenido de proteínas es bajo (1-1.5 g/100 ml), las grasas constituyen la mitad de la energía para el lactante, ya que contiene ácidos grasos indispensables para el crecimiento y el desarrollo del cerebro, retina, centros auditivos, vasos sanguíneos, etc., y los hidratos de carbono (90% de los cuales es lactosa) representan el 40% de la energía proporcionada por la leche materna.
Aunque todas las leches contienen grasa, proteína para el crecimiento y azúcar de la leche (llamada lactosa), la leche animal contiene más proteína que la leche humana. Para los riñones inmaduros del bebé, resulta difícil excretar la carga adicional de proteína que existe en la leche animal. La calidad de la proteína cambia entre una leche y otra, al igual que la cantidad; a pesar de que es posible modificar la cantidad de la proteína en la leche de vaca, la calidad de las proteínas no puede ser modificada. Por otra parte, la cantidad de agua es de 87% por lo que el bebé amamantado no necesita agua complementaria y tiene menos riesgo de deshidratación.
Ventajas de la leche materna para el bebé
Previene infecciones. Debido a su alto contenido en anticuerpos y glóbulos blancos brinda protección frente a las enfermedades infecciosas (gastrointestinales, respiratorias, del oído, meningitis y del tracto urinario).
Menos síntomas negativos gastrointestinales. El bebé puede digerir la leche materna más fácilmente, la presencia de lactosa en el intestino favorece el tránsito intestinal (evacuaciones más líquidas y ácidas), evitando el estreñimiento y la dermatitis del pañal. La frecuencia de vómito, diarrea, regurgitaciones y reflujo es baja por su contenido en prostaglandinas. Si se continúa con el amamantamiento en caso de diarrea mejora la consistencia de las evacuaciones y disminuye su frecuencia.
Reducción en las reacciones alérgicas. Las proteínas de la leche materna disminuyen la probabilidad de reacciones alérgicas como el asma, eritema (enrojecimiento) y eccema (hinchazón de la piel). Dado que las fórmulas lácteas son elaboradas a partir de leches animales, soya y aceites vegetales, a manera que se parezcan a la leche humana, es probable que presenten reacciones adversas a alguno de los componentes de esos alimentos. Los bebés alimentados con fórmulas artificiales pueden desarrollar intolerancia hacia la proteína de la leche animal y presentan diarrea, dolor abdominal, erupción cutánea y otros síntomas, los que se relacionan con el consumo de leche que contiene diferentes tipos de proteína.
Mejor tolerancia. Siempre está disponible a la temperatura y consistencia adecuada, lo que favorece su tolerancia.
Beneficios psicosociales. El vínculo que se establece con la lactancia materna le brinda al bebé una sensación de bienestar y seguridad, lo que constituye la primera experiencia social de su vida; esto potencia una autoestima adecuada, atención y protección materna. Los bebés que son amamantados tienden a llorar menos, son más seguros emocionalmente y les ayuda en su desarrollo intelectual.
Ventajas de la leche materna para la madre
Recuperación después del parto. El inicio inmediato de la lactancia después del parto promueve las contracciones del útero o matriz por la liberación de oxitocina, y evita la hemorragia acelerando que recupere su tamaño.
Ayuda a retrasar un nuevo embarazo. La lactancia incrementa la secreción de prolactina, se inhibe el desarrollo de folículos ováricos y mientras sea frecuente, se estimulará la producción suficiente de leche para el bebé e incrementará el intervalo entre los embarazos.
Previene la depresión posparto. La succión del pezón desencadena en la madre un efecto tranquilizador y de bienestar, se secretan endorfinas provocando sensaciones placenteras. El bebé también se ve recompensado, porque se las transfiere a través de la leche creando un vínculo (apego) muy especial.
Recuperación del peso. Durante el embarazo se deposita tejido adiposo que es utilizado como fuente energética para la demanda de nutrimentos que implica la producción de leche por la madre y así la mujer que amamanta a su bebé utilizará esa energía acumulada; aunado a ello la prolactina disminuye el depósito de tejido adiposo contribuyendo a una recuperación del peso previo al embarazo rápidamente.
Protección de la salud. Protege a la madre contra el cáncer de mama y ovario por la reducción en la exposición a los estrógenos durante el embarazo y lactancia.
Comodidad. Le brinda comodidad porque no tiene que prepararla ni esterilizar biberones especialmente cuando trabaja o viaja.
Familiares y sociales
Lazos afectivos. La lactancia materna refuerza los lazos afectivos en la familia, promueve el cuidado de los hijos, previene el maltrato infantil y retrasa nuevos embarazos.
Ahorro económico. La familia obtiene la ventaja económica al no gastar en leche artificial, biberones, envases, etc. Por otro lado implica un menor costo para los sistemas de salud por la reducción en las complicaciones y mortalidad.
Ecológicas. La leche humana es un producto natural, renovable y no contaminante, con esta práctica se evita el daño al medio ambiente ocasionado durante la producción y degradación de los materiales usados en la producción de fórmulas lácteas, biberones, etc.
Referencias: