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Comer bien con diabetes: guía práctica basada en evidencia

M en C. Darling Castillo Cruz 

Coordinador académico de la licenciatura en Nutrición

Universidad Anáhuac Mayab 

La diabetes es una enfermedad metabólica crónica caracterizada por hiperglucemia persistente que, sin un manejo adecuado, aumenta el riesgo de complicaciones microvasculares y macrovasculares. En este sentido, la alimentación es un pilar esencial en el control glucémico, la prevención de complicaciones y la mejora de la calidad de vida. 

En esta ocasión, esta publicación te ofrece recomendaciones basadas en evidencia actual y guías de sociedades científicas (American Diabetes Association, European Association for the Study of Diabetes, Federación Mexicana de Diabetes y las Guías de Práctica Clínica para la Atención de la Diabetes Mellitus del Sistema Nacional de Salud), orientadas a personas con diabetes tipo 1 y tipo 2, así como a quienes cursan con hiperinsulinemia o prediabetes. El objetivo es brindar herramientas para la toma de decisiones informadas en la vida cotidiana.

¿Cuál es la mejor dieta para la diabetes?

No existe una única “dieta para la diabetes”; las recomendaciones deben adaptarse a:

  • La edad
  • Tipo de diabetes
  • Tratamiento (insulina, medicamentos estimuladores de la liberación de insulina y otros agentes orales que complementan el tratamiento de la persona) 
  • Comorbilidades (enfermedad renal, cardiopatía)
  • Actividad física
  • Preferencias culturales
  • Recursos económicos

Los objetivos metabólicos suelen incluir mantener HbA1c y glucemias en rangos establecidos por el equipo de salud (generalmente HbA1c <7% en la mayoría de adultos, con metas individualizadas), además de controlar lípidos y presión arterial para reducir riesgo cardiovascular. En la práctica, la calidad de los alimentos suele ser más relevante que eliminar por completo nutrimentos específicos; priorizar fuentes saludables de carbohidratos, grasas y proteínas es fundamental.

Los hidratos de carbono son el principal determinante de la glucemia postprandial. No hay una proporción fija universal; una estrategia efectiva es la educación en conteo de hidratos de carbono para personas con terapia intensiva de insulina y recomendaciones prácticas para el resto. Se aconseja preferir hidratos de carbono de bajo índice glucémico y con fibra, como cereales integrales (avena, arroz integral, quinoa), leguminosas, verduras y frutas enteras, y evitar bebidas azucaradas y alimentos con azúcares añadidos.

¿Cómo controlar mejor los picos de glucemia?

La cantidad total y la distribución a lo largo del día influyen en el control glucémico; repartirlos en comidas y colaciones según plan individual ayuda a estabilizar la glucemia.

La fibra, especialmente la soluble (avena, legumbres, frutas), mejora el control glucémico y el perfil lipídico; la ingesta recomendada es de al menos 25–30g/día, idealmente proveniente de alimentos. Recordemos que la fibra soluble es aquella que se disuelve en agua formando una especie de gel en el intestino. Ese gel ralentiza la digestión y la absorción de los azúcares, lo que ayuda a evitar subidas rápidas de glucosa en la sangre, y también contribuye a reducir el colesterol LDL y mejora el tránsito intestinal.

Las proteínas deben aportar aproximadamente 15–25% del aporte energético total en adultos con función renal normal; en enfermedad renal crónica la cantidad se ajusta con el equipo médico y nutricionista. Se recomiendan fuentes como pescadopollo sin piellegumbreslácteos bajos en grasa y cortes magros de carne, evitando exceso de proteínas procesadas y consumo elevado de carnes rojas por su relación con riesgo cardiovascular.

En cuanto a las grasas, debe priorizarse el consumo de grasas insaturadas (aceite de olivaaguacate,frutos secospescado graso rico en omega-3) y limitar las grasas saturadas (<7–10% de energía) y las grasas trans. La calidad de las grasas influye en el riesgo cardiovascular, que es elevado en personas con diabetes, por lo que elegir fuentes saludables es clave para la prevención de complicaciones.

Por otra parte, el control de porciones y la densidad energética son esenciales para el manejo del peso. Enseñar tamaños de porción y sustituciones prácticas (por ejemplo, reemplazar pan blanco por verdura o ensalada para aumentar volumen sin elevar carbohidratos) facilita la adherencia. Estrategias prácticas incluyen el conteo de hidratos de carbono y el uso de raciones para ajustar insulina y estabilizar glucemias. 

La educación estructurada en autocuidado (DSMES — Diabetes Self-Management Education and Support) mejora resultados. Planificar comidas incluyendo proteína y fibra en cada ingesta ayuda a reducir picos glucémicos, y evitar saltarse comidas previene variabilidad glucémica y riesgo de hipoglucemia en pacientes tratados.

La educación en nutrición es el centro de todas estas recomendaciones, guía y/o estrategias. Es fundamental enseñar a leer etiquetas nutricionales para identificar azúcares añadidos, tamaño de porción y contenido de fibra. Acompañar al paciente desde la empatía para que pueda disminuir el consumo de bebidas azucaradas y limitar jugos; preferir agua, infusiones sin azúcar, café y té sin endulzar. Apoyarlo para que incorpore la actividad física a su rutina lo cual hará que mejore la sensibilidad a la insulina. Incluso modestos descensos de peso (5–10%) mejoran control glucémico, lípidos y presión arterial. 

Las estrategias eficaces combinan restricción calórica personalizada, aumento de actividad física, pero sobre todo y como pieza clave el apoyo conductual. Tomando en cuenta eso, el trabajo multidisciplnario de profesionales del área de la salud es escencial.

En conclusión, en la diabetes tipo 1 la educación en conteo de carbohidratos y ajuste prandial de insulina son clave; el monitoreo continuo de glucosa facilita los ajustes. Si además, el paciente ya tiene otras patología, como la enfermedad renal crónica, es necesario ajustar ingestas de proteínas, potasio, fósforo y sodio según estadio y recomendaciones del nefrólogo y nutricionista. 

En embarazo los requerimientos aumentan y se requieren objetivos más estrictos de control glucémico para reducir riesgos perinatales, por lo que la atención multidisciplinaria es esencial. En personas mayores hay que priorizar la prevención de malnutrición, fragilidad y riesgo de hipoglucemia, individualizando metas.

¿Cómo dar un seguimiento adecuado?

El seguimiento incluye evaluación periódica del control glucémico (HbA1c cada 3–6 meses según control), lípidos, presión arterial, función renal y evaluación nutricional. Reforzar la educación continua y adaptar el plan según resultados, cambios de tratamiento o circunstancias personales es clave para mantener el control y prevenir complicaciones.

La “dieta correcta” para la diabetes es, en definitiva, la que se adapta al individuo, basada en alimentos mínimamente procesados, rica en fibra y grasas saludables, con control en la calidad y cantidad de carbohidratos, y acompañada de actividad física y educación estructurada. Las recomendaciones deben aplicarse por un equipo multidisciplinario (nutriólogos, médicos, enfermeras, psicólogos, educadores en diabetes) y actualizarse según la evidencia científica vigente para reducir riesgos y mejorar la calidad de vidade los pacientes.

Adoptar recomendaciones basadas en evidencia —mejorar la calidad de los alimentos, controlar porciones, aumentar fibra y grasas saludables, incorporar actividad física y mantener educación continua— no es una lista de restricciones, sino un plan para recuperar control y bienestar. Pequeños cambios sostenidos se traducen en menos hiperglucemias, menor riesgo de complicaciones, más energía y mejor calidad de vida. Confía en tu equipo de salud, busca apoyo y recuerda: con información, acompañamiento y pasos concretos día a día, vivir bien con diabetes es posible.

Bibliografía:

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Davies, M. J., D’Alessio, D. A., Fradkin, J., Kernan, W. N., Mathieu, C., Mingrone, G., Rossing, P., Tsapas, A., Wexler, D. J., & Buse, J. B. (2018). Management of hyperglycemia in type 2 diabetes, 2018. A consensus report by the American Diabetes Association (ADA) and the European Association for the Study of Diabetes (EASD). Diabetes Care, 41(12), 2669–2701. https://doi.org/10.2337/dci18-0033

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Federación Mexicana de Diabetes, A.C. (2021). Consenso mexicano sobre diabetes mellitus: prevención, diagnóstico y tratamiento. Federación Mexicana de Diabetes. https://www.fmdiabetes.org.mx/consenso

Secretaría de Salud. (2018). Guía de práctica clínica para la atención de la diabetes mellitus tipo 2. Sistema Nacional de Salud. https://www.imss.gob.mx/sites/all/statics/guiasclinicas/718GER.pdf

Secretaría de Salud. (2020). Guía de práctica clínica para la atención de la diabetes mellitus gestacional. Sistema Nacional de Salud. https://www.imss.gob.mx/sites/all/statics/guiasclinicas/320GER.pdf

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