Dra. Araceli Monter Arciniega
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
Dra. Gabriela M. Rodríguez Serrano
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa
La leche, alimento de amplio consumo en el mundo, está compuesta por proteínas de alto valor biológico, variedad de ácidos grasos, lactosa, prebióticos, vitaminas liposolubles y minerales (Burbano et al., 2022). Algunos de estos compuestos se consideran bioactivos entre los que destacan las inmunoglobulinas, la lactoferrina y los péptidos bioactivos, con diversas funciones como la modulación del sistema inmune y la presión arterial (Salinas, 2023). La leche posee una gran versatilidad para la transformación en diversos productos como quesos, mantequilla, leche en polvo, leches fermentadas y concentrados proteicos (Soto-Yange et al., 2022).
Para alcanzar una producción óptima de leche, las vacas requieren una dieta equilibrada que represente aproximadamente el 3.5% de su peso corporal en materia seca, además de un suministro de agua suficiente, estimado en al menos 100L por día (Vázquez-Martínez, 2008). Esta dieta debe estar compuesta por diversos ingredientes que garanticen el aporte adecuado de nutrimentos esenciales para su crecimiento, mantenimiento y producción. Una alimentación bien balanceada no solo impacta en la producción de leche, sino también en la salud y longevidad de las vacas, favoreciendo su eficiencia productiva y reproductiva a lo largo del tiempo (De Díaz, 2004).
La alimentación de las vacas lecheras varía en función de múltiples factores ambientales y económicos, como la época del año, el sistema de producción, la raza, lo que afecta la producción de leche (Meléndez et al., 2021). Durante períodos de sequía o invierno, la disponibilidad de forraje fresco puede verse reducida, lo que hace necesario el uso de suplementos como ensilados o heno para mantener un equilibrio nutricional adecuado (Torres et al., 2022). Los costos de los insumos y la disponibilidad de materias primas juegan un papel crucial en la formulación de las dietas, obligando a los productores a buscar alternativas viables sin comprometer la calidad nutricional del ganado.
Uno de los principales riesgos en la alimentación del ganado es la contaminación del alimento por hongos micotoxigénicos, que ocurre principalmente durante el almacenamiento de forrajes y granos. Factores como la humedad elevada, las temperaturas inadecuadas, el almacenamiento prolongado, malas prácticas, condiciones climáticas inadecuadas y las condiciones deficientes de ventilación favorecen la proliferación de estos microorganismos e incrementa el riesgo de contaminación con micotoxinas. Entre los hongos de mayor importancia destacan las especies Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus productores de aflatoxinas. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer ha clasificado a las aflatoxinas B1 (AFB1) en el Grupo 1, lo que indica que existe suficiente evidencia científica sobre su potencial carcinogénico en humanos (IARC, 2021). Además de su asociación con el desarrollo de cáncer hepático, estas micotoxinas pueden generar efectos adversos en el sistema inmunológico, alteraciones en el metabolismo de proteínas y lípidos, así como daños en órganos como el hígado y los riñones (Ekwomadu et al., 2022).
Las aflatoxinas pertenecen a un grupo de metabolitos secundarios que, aunque no son esenciales para el crecimiento de los hongos, les confieren ventajas competitivas al inhibir el desarrollo de otros microorganismos y reducir el riesgo de ser consumidos por insectos y otros depredadores (Khaneghahi et al., 2019). Cuando las vacas consumen alimentos contaminados con AFB1, la toxina es absorbida en el tracto gastrointestinal y transportada al hígado, donde sufre un proceso de biotransformación mediado por enzimas del citocromo P450. En este proceso, la AFB1 es convertida en AFM1, un metabolito hidroxilado con toxicidad reducida en comparación con la aflatoxina original, pero que sigue teniendo un carácter carcinogénico, favorecido por su capacidad de acumularse principalmente en el hígado (Penagos-Tabares, 2022). Una vez transformada, la AFM1 es excretada en la leche, lo que representa un riesgo significativo para la salud humana, especialmente en poblaciones con un alto consumo de leche y productos lácteos, como niños y personas inmunocomprometidas (Li et al., 2022).
Aunado a lo anterior, el contenido de aflatoxinas es particularmente grave en sistemas de producción donde el forraje y los piensos no son monitoreados adecuadamente. En el ganado, la exposición prolongada a aflatoxinas puede provocar reducción en la producción de leche, disminución del crecimiento, problemas reproductivos y mayor susceptibilidad a desarrollo de cáncer, principalmente hepático. El control de la contaminación por aflatoxinas es un desafío en la producción animal, por lo que es fundamental la implementación de estrategias preventivas que incluyan el monitoreo de las condiciones de almacenamiento, vigilar la calidad del alimento, realizar buenas prácticas en la cosecha, procesamiento y almacenamiento del alimento destinado al ganado lechero, así como la aplicación de tratamientos físicos, químicos o biológicos que disminuyan la presencia de micotoxinas en los piensos (Zingales et al., 2022).
Además, el uso de adsorbentes de micotoxinas en la alimentación del ganado, como arcillas modificadas, zeolitas y compuestos a base de levaduras, ha demostrado ser una estrategia eficaz para reducir la biodisponibilidad de las micotoxinas y limitar su absorción en el tracto digestivo del animal. Paralelamente, la implementación de controles sanitarios estrictos en toda la cadena de producción desde la selección de insumos hasta el procesamiento de la leche y la aplicación de normativas que regulen los niveles máximos permitidos de estas micotoxinas en los alimentos destinados tanto al consumo animal como humano, es clave para minimizar la presencia de contaminantes y garantizar la inocuidad alimentaria (Gallardo et al., 2022).
Referencias:
Burbano, A. F. C., Toledo, M. J. F., Pinchao, M. D. L. Á. M., Villota, V. A., & Castro, E. (2022). Prácticas con proyección a la comunidad desde la bromatología. Boletín Informativo CEI, 9(3), 71-72.
De Diáz. (2004). Reduction of aflatoxin M1 in milk by sequestering agents of cows consuming aflatoxin in feed, Mycopathologia. Aflatoxin Binders II, 157, 233-241.
Ekwomadu, T., Mwanza, M., & Musekiwa, A. (2022). Mycotoxin-linked mutations and cancer risk: a global health issue. International journal of environmental research and public health, 19(13), 7754.
Gallardo, J. A., Marín, S., Ramos, A. J., Cano-Sancho, G., & Sanchis, V. (2022). Occurrence and dietary exposure assessment to enniatin B through consumption of cereal-based products in Spain and the Catalonia region. Toxins, 15(1), 24.
IARC. (2021). International Agency for Research on Cancer. GLOBOCAN. France: IARC: 2021.
Khaneghahi-Abyaneh, H., Bahonar, A., Noori, N., Yazdanpanah, H., & Shojaee Aliabadi, M. H. (2019). Aflatoxin M1 in raw, pasteurized and UHT milk marketed in Iran. Food additives & contaminants: part B, 12(4), 236-244.
Li, C., Liu, X., Wu, J., Ji, X., & Xu, Q. (2022). Research progress in toxicological effects and mechanism of aflatoxin B1 toxin. PeerJ, 10, e13850.
Meléndez, P., Bartolomé, J., Roeschmann, C., Soto, B., Arevalo, A., Möller, J., & Coarsey, M. (2021). The association of prepartum urine pH, plasma total calcium concentration at calving and postpartum diseases in Holstein dairy cattle. Animal, 15(3), 100148.
Penagos-Tabares, F. (2022). Assessment of the risk of mycotoxins and other related contaminants in dairy cattle diets in Austria with relevance for cow health and fertility as well as food safety.
Salinas, F. M. (2023). Alimentación de cabras (Capra hircus) estabuladas con dietas para modificar el contenido de Bioactivos en leche, benéficos para el humano.
Soto Yange, K. L. (2022). Staphylococcus aureus y su influencia sobre la calidad de la leche bovina.
Torres, J. A. P., Camacho, Y. I., Lendechy, V. H. S., & Correa, J. C. S. (2022). Producción de leche de vacas Holstein x Gyr en un sistema de doble propósito en el trópico. Revista MVZ Córdoba, 27(1), 17.
Vázquez-Martínez, I. (2008). Análisis del sistema de producción ovina y crecimiento de corderos en la Sierra Norte de Puebla.
Zingales, V., Taroncher, M., Martino, P. A., Ruiz, M. J., & Caloni, F. (2022). Climate change and effects on molds and mycotoxins. Toxins, 14(7), 445.