Dra. Claudia Pimentel Hernández
Unidad de Apoyo a la Investigación
Instituto Nacional de Pediatría
El agua es el componente más abundante del cuerpo humano y debe ser considerada como un nutrimento esencial para el mantenimiento de la vida, ya que está involucrada en prácticamente todas las funciones del cuerpo humano como: 1) digestión, absorción y transporte de nutrimentos; 2) formación y estabilidad de las estructuras celulares; 3) eliminación de productos de desecho y toxinas; 4) como medio de las reacciones bioquímicas; 5) en la termorregulación del cuerpo; y en 6) la lubricación de cavidades como las articulaciones.
Definir el estado nutricional del agua como un nutrimento, usualmente descrito como el equilibrio de líquidos o estado de hidratación, y sus requerimientos es todo un reto; la razón principal es que no existe una reserva de agua en el cuerpo humano. El organismo pierde agua constantemente a través de los pulmones, la piel, los riñones y el tracto gastrointestinal, por lo que para compensar estas pérdidas y mantener un equilibrio hídrico adecuado, se requiere consumir agua a lo largo de todo el día.
Las necesidades de ingesta de agua están determinadas por factores como la edad, el género y el peso corporal. Además, se debe ingerir más agua en determinadas circunstancias, en cantidades que compensen los incrementos de su pérdida, como sucede con la práctica de actividad física, los climas cálidos y las alteraciones relacionadas con la salud como cuando se presenta fiebre, vómito y diarrea.
Aunque la ingesta total de agua incluye el agua contenida en los alimentos y la proporcionada por los líquidos, el agua es el único líquido que necesita el cuerpo para hidratarse, por lo que el agua simple debería constituir la mayor parte de la ingesta diaria total de líquidos.
A pesar de la importancia que tiene para la salud el consumo de agua, se ha demostrado que los niños no solo no beben suficientes cantidades de agua y, en consecuencia, no alcanzan la ingesta diaria recomendada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, sino que además consumen cantidades importantes de bebidas azucaradas y jugos de frutas consideradas como no saludables, por las consecuencias negativas que tienen para la salud, ya que aumentan el riesgo entre un 50 y un 80% de sufrir caries dentales, sobrepeso y obesidad y síndrome metabólico, lo que es un motivo de preocupación en muchos países. Por ello, la Organización Mundial de la Salud ha establecido recomendaciones para la ingesta de azúcares libres en <10% de la ingesta energética total y sugiere una reducción adicional a <5%. La evidencia pone de manifiesto que se puede lograr una reducción en la ingesta energética que facilite el control del peso entre los consumidores habituales de bebidas azucaradas si éstas son reemplazadas por agua simple.
Afortunadamente, la importancia del aprendizaje temprano de conocimientos, actitudes y comportamientos relacionados con la hidratación saludable ha sido reconocida desde hace mucho tiempo. Se ha demostrado que cuando los niños van al colegio, la influencia de los padres en la dieta disminuye, y los alimentos y bebidas proporcionados en las escuelas y la influencia de los compañeros se vuelven más importantes. Además, cada vez se reconoce más que el entorno alimentario escolar tiene una incidencia significativa en los comportamientos alimentarios de los niños debido a la cantidad de tiempo que pasan en la escuela y el gran porcentaje de la ingesta de alimentos consumida mientras están ahí.
Un beneficio potencial adicional de la promoción de la nutrición escolar es que, al mejorar la nutrición y la salud de los niños, se puede mejorar el rendimiento educativo y el aprendizaje. Existe un consenso dentro de las comunidades científicas y de las partes interesadas en salud de que el objetivo para implementar programas de fomento de la nutrición utilizando un enfoque de escuelas promotoras de la salud debe ser una prioridad. Esta acción puede crear un entorno de apoyo que permita a los niños tomar decisiones informadas al elegir alimentos y bebidas saludables que, en última instancia, reducirán la morbilidad y la mortalidad futuras asociadas con el sobrepeso y la obesidad.
Los maestros, padres de familia y personal de salud debemos enseñar a los niños a hidratarse de forma correcta y a que identifiquen su estado de hidratación para que ellos sean capaces de autorregular el consumo de agua. Se requiere fortalecer las políticas actuales de salud para mejorar la nutrición, reducir el consumo de bebidas azucaradas e implementar estrategias dirigidas a promover una hidratación saludable desde etapas tempranas de la vida para que ello impacte en su salud a lo largo de la vida.
Bibliografía:
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