Dra. Arely Vergara Castañeda
Grupo de Investigación en Promoción y Educación para la Salud y Alimentación
Dr. Alejandro Islas García
Grupo de Investigación en Ciencia y Tecnología Ambiental Aplicada
Vicerrectoría de Investigación, Universidad La Salle México
Priorizar el consumo de fuentes de proteína vegetal, incluidas las oleaginosas, es una de las principales recomendaciones dietéticas, que no sólo contribuye a la mejora de la calidad de la dieta sino al cuidado del medio ambiente.
Alimentación y medio ambiente: ¿qué es una dieta sostenible?
En los últimos años, la relación entre la alimentación, la salud y el medio ambiente, ha sido objeto de interés y, quizás, se ha convertido en uno de los principales desafíos a nivel mundial, prestando especial atención a aspectos relacionados con la producción y el consumo de alimentos con un menor impacto para el entorno.
Asimismo, en un contexto de creciente conciencia social, la búsqueda de alternativas en el camino hacia una dieta saludable y sostenible prioriza opciones dietéticas que incluyan una diversidad de alimentos de origen vegetal, a partir de frutas, verduras, cereales y granos integrales, leguminosas y oleaginosas; patrón de alimentación que se ve reflejado en diferentes propuestas (Dieta DASH, Mediterránea, MIND, Nórdica, Asiática y de la Milpa, por mencionar algunos ejemplos), y que en su conjunto ofrece una serie de beneficios para la salud respaldados por diversos estudios.
Estas propuestas de alimentación, al ser naturalmente bajas en grasas saturadas y colesterol, y ricas en grasas mono y poliinsaturadas, fibra y antioxidantes, ayudan a un mejor control glucémico y de la presión arterial, así como a reducir los niveles de colesterol LDL, y de manera integral, reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares, a la vez que tiene un menor impacto ambiental.
Algo que tienen en común todas estas recomendaciones, es la promoción del consumo de frutos secos oleaginosos, como los pistaches, posicionándolos como fuentes de proteína vegetal, y considerados como alimentos de alto valor nutricional con impacto ambiental muy bajo, ya que disminuyen la huella hídrica y la emisión de gases de efecto invernadero como el CO2. Se reporta que, por cada 100 gramos de proteína vegetal a partir de oleaginosas, se emplean 379 litros de agua y con una emisión de cerca de 0.26 kg de CO2equivalente. En cambio, para la producción de la misma cantidad de proteína animal (100g), en el caso de la carne de res, se usan 1541 litros de agua y contempla una emisión de alrededor de 49.89kg de CO2equivalente. Es decir, un uso de 75% menos de agua y una generación de casi 200 veces menos emisiones para obtener un alimento rico en proteína vegetal en comparación con la producción de carne, contribuyendo a la mitigación del cambio climático y a la protección del medio ambiente.
De ahí que las recomendaciones nutricionales sugieran duplicar el consumo de alimentos de origen vegetal a la par que se modera el consumo de alimentos de origen animal, para lograr una reducción de hasta un 70-80% las emisiones de gases de efecto invernadero y el uso de suelo, y hasta un 50% del uso de agua. Por otro lado, priorizar el consumo de alimentos cultivados localmente y de temporada, que contemplen un bajo o nulo uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos, el empleo de métodos de gestión integrada de plagas, implementación de tecnologías y procesos que empleen energías limpias y el uso mesurado de agua también contribuiría a esta meta.
Disminuir nuestra huella ambiental y cuidar del planeta es un acto de amor propio y comprender cómo nuestras elecciones alimentarias impactan en nuestro entorno es el primer paso para adoptar hábitos más sostenibles. Encontrar soluciones sustentables que garanticen el derecho básico a la alimentación sin comprometer las necesidades de futuras generaciones representa uno de los más grandes desafíos a nivel mundial. Para empezar, podemos hacerlo con pequeños cambios como el incluir en nuestra dieta diaria alimentos deliciosos, vegetales y nutritivos; por ejemplo, con una porción de pistaches, 28 gramos o 49 piezas al día. Todo esto sin dejar a un lado la importancia de adoptar otros comportamientos saludables que potencien y nos ayuden a mantener sus beneficios.
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