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DCE. Nancy Griselda Pérez Briones 

MSP. Irma Fabiola Covarrubias Solís

Facultad de Enfermería Unidad Saltillo

Universidad Autónoma de Coahuila

A nivel mundial, la pandemia por COVID-19 generó un aumento en la tasa de morbimortalidad en pacientes con algunas enfermedades crónicas no transmisibles como hipertensión y diabetes mellitus. Por lo que, derivado de la enfermedad y complicaciones, se incrementaron las necesidades de cuidados informales dentro del hogar. A esto, se unieron los cambios sociales, familiares y económicos que cada familia enfrentó durante el confinamiento y que, incluso, hubo personas que tuvieron que adaptar una habitación para brindar el cuidado en casa (Asociación Mexicana de Diabetes [AMD], 2022; Ayala y colaboradores, 2023; Parada Rico y colaboradores, 2023). 

Esta situación generó un inmenso aumento en el cuidado informal, que se define como la prestación de cuidados de salud a personas que requieren asistencia parcial o total por parte de familiares, amigos u otras personas de la red social inmediata, que no reciben remuneración económica ni tampoco tienen un horario estipulado para ayudar en las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria como son servicios de alojamiento, alimentación, higiene, compras, compañía, transporte, vigilancia, aplicación de tratamientos, gestión de trámites hospitalarios, pagos, entre otros (López García, 2016a; 2016b). 

De la misma manera, los cuidados informales son una forma de trabajo vinculada a la perspectiva de género. Se trata de una responsabilidad asignada por tradición a las mujeres, debido a que desde tiempos remotos y por cuestión de cultura, son ellas quienes cuidan desde el nacimiento e incluso en el proceso de enfermedad de sus familiares más cercanos como su pareja, padres e hijos. Por lo tanto, se ven más perjudicadas en su calidad de viday en su vida cotidiana por desempeñar el cuidado a otros individuos (Ayala y colaboradores, 2023; López García, 2016b). 

La mayor parte de la literatura menciona el deterioro en su esfera biopsicosocial y espiritual que conduce al síndrome del cuidador, lo que las mujeres perciben como algo inusual y que ocurre con el paso del tiempo como cuidadoras informales. Por lo tanto, el síndrome que se caracteriza por la presencia de ansiedad, depresión, estrés, trastornos del sueño, problemas en el estado de ánimo, cansancio persistente, aislamiento social y sufrimiento espiritual derivado del cuidado prolongado a su familiar enfermo que causa problemas a corto y largo plazo en su calidad de vida (López García, 2016b; Martínez Pizarro, 2020; Parada Rico y colaboradores, 2023).

Por consiguiente, es imperante para la disciplina de enfermería realizar campañas de educación a las mujeres cuidadoras de familiares con enfermedades crónicas para evitar el síndrome del cuidador, sobre todo enseñarles a (López García, 2016b):

  • Poner límites para poder cuidar sin anteponer su propia salud.
  • Tener conocimiento sobre las enfermedades crónicas.
  • Pedir ayuda a otros familiares o amigos para dividir la tarea del cuidado.
  • Buscar grupos de ayuda. 
  • Fomentar tiempos de recreación.
  • Tener una alimentación saludable
  • Dormir entre 6-8 horas
  • Realizar algún tipo de actividad física
  • Realizar terapias alternativas de baja complejidad dentro del hogar como son autosesiones de reiki, aromaterapia, musicoterapia y meditación guiada para sentirse relajadas.

Por lo anterior, si las mujeres cuidadoras hubiesen recibido todo este conocimiento previo a la pandemia, hoy en día serían las menos afectadas dado que muchas continúan luchando con las secuelas que el virus dejó en sus familiares. La COVID-19 vino a realzar las necesidades que vive el mundo entero, modificando la esperanza de viday aumentando la necesidad de capacitación para el cuidado informal. Por ello, resulta importante que el gobierno mexicano coadyuve a la creación de un mayor número de residencias, centros de día y grupos de ayuda mutua que les permitan a las mujeres cuidadoras el desahogo de sus actividades, así como la elaboración de actividades remuneradas desde el hogar para no descuidar a su familiar enfermo, pero, sobre todo, para que ellas mantengan una calidad de vida optima con bienestar físico, psicológico, social y espiritual. 

Bibliografía:

Asociación Mexicana de Diabetes (2022). Cuidadores primarios informales para personas que viven con diabeteshttps://www.amdiabetes.org/post/cuidadores-primarios-informales-para-personas-que-viven-con-diabetes

Ayala, M., Obregón, N. & Figueroa, M. del R. (2023). Narrativas de mujeres mexicanas frente al covid-19: precarización laboral y sobrecarga familiar. Revista Colombiana de Sociología, 46(1), 69-91. https://doi.org/10.15446/rcs.v46n1/100929

López García, E. P. (2016a). Puesta al día: cuidador informal. Revista Enfermería Castilla y León, 8(1): 71-77. http://www.revistaenfermeriacyl.com/index.php/revistaenfermeriacyl/article/viewFile/164/144

López García, E. P. (2016b). Cuidar a los que cuidan: los cuidadores informales. Revista Uruguaya de Enfermería, 11(2): 49-58. http://rue.fenf.edu.uy/index.php/rue/article/view/198/193

Martínez Pizarro, S. (2020). Síndrome del cuidador quemado. Revista Clínica de Medicina de Familia13(1): 97-100. http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1699-695X2020000100013&lng=es&tlng=es

Parada Rico, D. A., Carreño Moreno, S., Chaparro Díaz, O. L. (2023). Soledad, ansiedad y depresión en la adopción del rol de cuidador familiar del paciente crónico. Revista Cuidarte, 14(1): e2451. http://dx.doi.org/10.15649/cuidarte.2451

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