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Los alimentos funcionales y los alimentos nutracéuticos son diferentes.

Además del apelativo de funcional, se han utilizado otros términos para referirse a estos alimentos, uno de ellos es alimentos nutracéuticos y aunque nutracéutico es utilizado como sinónimo de funcional, este término en realidad hace referencia al componente o ingrediente funcional aislado del alimento, por ejemplo la fibra dietética que se comercializa para su consumo.

Este tipo de errores han contribuido a asociar a los alimentos funcionales un efecto terapéutico, similar al de fármacos o medicamentos, generando confusión en la frontera entre el fármaco y el alimento. Hoy por hoy ningún alimento funcional puede sustituir a un fármaco.

Referencias:

  • Vidal Carou, Carmen, “Alimentos Funcionales. Algunas reflexiones en torno a su necesidad, seguridad y eficacia y a cómo declarar sus defectos sobre la salud”, Revista HUMANITAS Humanidades Médicas, N° 24, febrero 2008 (tema del mes on-line) en fundacionmhm.org

Todos los alimentos que se dicen “funcionales” son benéficos para la salud.

Durante los últimos veinte años la industria alimentaria ha crecido en el campo de los alimentos funcionales, pues descubrieron un nuevo mercado que explotar. Sin embargo, no todo alimento que se dice funcional lo es, un alimento no se transforma en funcional por el simple hecho de agregarle algún componente “bioactivo saludable”. Es necesario estudiar la incorporación de dicho componente, caso por caso y en cada alimento, para demostrar que la dosis es lo suficientemente alta como para producir el efecto benéfico deseado, y baja como para no causar efectos adversos.

Hoy en día académicos, científicos y organismos reguladores trabajan para encontrar maneras de establecer una base científica que demuestre las declaraciones benéficas asociadas a los componentes funcionales o a los alimentos que los contienen.

Japón es el líder del mundo en este aspecto, ya que desde 1991 estableció el concepto de “Alimentos para Uso Especifico en la Salud” (Food for Specified Health Use, FOSHU). Los alimentos incluidos en esta categoría deben ser autorizados por el Ministerio de Salud, después de presentar pruebas exhaustivas con fundamento científico, que apoyen la alegación relativa a las propiedades de dichos alimentos, cuando son consumidos como parte de una dieta ordinaria.

En el resto del mundo no existe un marco regulatorio que proteja a los consumidores de las propiedades falsas o confusas. En la Unión Europea no existe una legislación armonizada, debido a esto y al creciente interés en el concepto de “alimentos funcionales” se creó la Comisión Europea de Acción Concertada sobre Bromatología Funcional en Europa (Functional Food Science in Europe, FUFOSE), el programa ha sido coordinado por el Instituto Internacional de Ciencias Biológicas (International Life Sciences Institute (ILSI) Europe) y su objetivo es desarrollar y establecer un enfoque científico sobre las pruebas que se necesitan para respaldar el desarrollo de productos alimenticios que puedan tener un efecto beneficioso sobre una función fisiológica del cuerpo y mejorar el estado de salud y bienestar de un individuo.

Otros organismos han tomado iniciativas para validar el uso de declaraciones de salud, por ejemplo en Estados Unidos desde 1993 se permite que se declaren propiedades de reducir el riesgo de padecer enfermedades en ciertos alimentos, siempre que existan evidencias científicas públicamente disponibles. Dichas declaraciones deben ser autorizadas por la Administración para Alimentos y Medicamentos (FDA).

Referencias:

 

Los alimentos funcionales surgieron para reducir costos del sector sanitario.

El término de alimento funcional (functional food) apareció por primera vez en Japón en la década de los ochentas. El gobierno japonés financió tres programas de investigación a gran escala con el objetivo de controlar los gastos sanitarios generados por la mayor esperanza de vida de la población, buscando darle a la sociedad una mejor calidad de vida. Se introdujo así un nuevo concepto de alimentos, que se desarrollaron específicamente para mejorar la salud y reducir el riesgo de contraer enfermedades.

Referencias:

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