Lizeth Cruz Martínez
Viridiana Mancilla Castillo
Brenda Pacheco Hernández
CIATEJ
La leche es una emulsión natural compleja secretada por las glándulas mamarias de los mamíferos, compuesta por agua, lípidos, proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales en proporciones variables según la especie, la dieta y las condiciones fisiológicas del animal productor. Su valor nutricional ha sido reconocido desde tiempos antiguos, siendo una fuente primaria de energía y nutrimentos esenciales, particularmente para los lactantes. En los últimos años, la investigación científica ha profundizado en el estudio de sus componentes, revelando su potencial más allá del aporte nutricional básico, puesto que la leche y los productos lácteos derivados no solo cumplen con proporcionar calcio para los huesos, proteína para los músculos o alguna función nutritiva, sino que también cuentan con compuestos de efectos positivos para la salud.
¿Cómo es la composición de la leche? Proteínas, grasas, vitaminas y minerales
La leche destaca por su perfil nutrimental, especialmente en proteínas, ácidos grasos y micronutrimentos (vitaminas y minerales). Contiene proteínas de alto valor biológico que aportan aminoácidos indispensables con alta digestibilidad. Estas se dividen en proteínas del suero (20%) y caseínas (80%), ambas con funciones importantes tanto estructurales y en salud, ya que, al ser hidrolizadas, generan péptidos con acciones antibacterianas, inmunomoduladoras, analgésicas, antitrombóticas y tranquilizantes.
El suero lácteo contiene componentes como alfa-lactoalbúmina, beta-lactoglobulina, inmunoglobulinas, lactoferrina y lactoperoxidasa, los cuales intervienen en procesos antioxidantes, inmunológicos y anticancerígenos. La beta-lactoglobulina, por ejemplo, transporta retinol y ácidos grasos, y tiene propiedades antioxidantes. Por su parte, la lactoferrina favorece la absorción de hierro y ha demostrado efectos antitumorales junto con otras proteínas como la alfa-lactoalbúmina.
En cuanto a los lípidos, la leche contiene un 70% de grasas saturadas y un 30% de grasas insaturadas, entre las cuales destaca el ácido linoleico conjugado, un compuesto generado por la microbiota de los rumiantes. El ácido linoleico conjugado posee propiedades cardioprotectoras, inmunomoduladoras, anticancerígenas y reguladoras de lípidos en sangre.
Además, la leche es rica en minerales esenciales como calcio, fósforo, magnesio, zinc y selenio, y aporta vitaminas liposolubles (A, D, E) e hidrosolubles como la vitamina C y el complejo B (notablemente la riboflavina). Cabe mencionar que la concentración de vitaminas liposolubles depende del contenido graso, por lo que las leches descremadas pueden requerir adición de vitaminas A y D en algunos países.
Probióticos y prebióticos
Las leches comerciales y derivados lácteos pueden contener probióticos o fibras prebióticas como inulina y galacto-oligosacáridos. Estos prebióticos no se digieren en el estómago ni en el intestino delgado, lo que permite equilibrar la microbiota intestinal. Los probióticos son microorganismos vivos no patógenos que ayudan a mejorar la diversidad de la microbiota intestinal por medio de varios mecanismos, como la exclusión competitiva, la mejora de la colonización intestinal, el fortalecimiento de la barrera intestinal y regulación de la función inmune.
Cuando los prebióticos son digeridos por los microorganismos, se producen ácidos grasos de cadena corta (AGCC) y se reduce el pH en el intestino, lo que contribuye a prevenir la colonización de patógenos. Además, sus propiedades antiadherentes ayudan a reducir la presencia de microorganismos dañinos en el tracto intestinal. En conjunto, los probióticos y prebióticos trabajan para mantener un intestino saludable, favoreciendo tanto el equilibrio microbiano como el fortalecimiento de las defensas del cuerpo.
En la actualidad, se están desarrollando productos lácteos como leches enriquecidas, yogur y kéfir que combinan probióticos y prebióticos, con el objetivo de optimizar sus beneficios para la salud intestinal. Debido a esto las investigaciones se centran en mejorar la liberación controlada de estos compuestos en el intestino, con el fin de maximizar su eficacia y asegurar su estabilidad durante el proceso digestivo.
Péptidos bioactivos
Los péptidos bioactivos son pequeños fragmentos de proteínas que se liberan durante la digestión natural de los alimentos o mediante procesos tecnológicos como la fermentación o la hidrólisis enzimática. Como se mencionó anteriormente, los péptidos se generan principalmente a partir de las proteínas del suero y de la caseína, dos componentes clave del perfil proteico de este alimento. Aunque en su forma original estas proteínas cumplen funciones estructurales y nutritivas, al ser descompuestas dan lugar a péptidos que pueden tener efectos biológicos importantes en el cuerpo humano.
El interés por estos compuestos ha crecido en los últimos años debido a su potencial en la prevención y tratamiento de diversas enfermedades. Los estudios actuales han demostrado que los péptidos derivados de la leche pueden actuar como reguladores naturales de la presión arterial, gracias a su capacidad para inhibir la enzima convertidora de angiotensina , un mecanismo similar al de algunos fármacos antihipertensivos. Además, varios péptidos han mostrado actividad antidiabética, favoreciendo la captación de glucosa o mejorando la sensibilidad a la insulina. Otro campo emergente es su papel como inhibidores de la enzima xantina oxidasa, lo cual podría ser útil en el manejo de enfermedades relacionadas con el estrés oxidativo, como la gota o algunos trastornos cardiovasculares.
Aunque muchos de estos efectos positivos se han observado en estudios de laboratorio y en animales, actualmente se están llevando a cabo ensayos clínicos para comprobar su eficacia en personas. Además, los científicos estudian si estos péptidos resisten el proceso digestivo y logran llegar a los órganos donde deben actuar para cumplir su función. Todo esto apunta a un futuro prometedor, puesto que los péptidos bioactivos de la leche podrían convertirse en aliados naturales para cuidar el corazón, regular el metabolismo y fortalecer el sistema inmune. Incorporarlos en alimentos funcionales o suplementos podría ofrecer nuevas opciones para apoyar la salud de manera segura y efectiva.
Por lo anterior, se puede concluir que la leche, además de ser una fuente clave de nutrimentos esenciales, contiene compuestos funcionales como probióticos, prebióticos y péptidos bioactivos, que brindan beneficios para la salud intestinal, el sistema inmunológico y el metabolismo. Los avances científicos han demostrado su potencial en la prevención de enfermedades como la hipertensión y la diabetes. De esta manera, la leche se posiciona no sólo como un alimento nutritivo, sino como un valioso aliado en la promoción y mantenimiento de la salud.
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