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Mente sana y estómago sano para un cuerpo sano

Una buena microbiota tiene efectos sobre nuestra salud en general, y la fibra es indispensable para esto.

La relación entre el estómago y el cerebro cada vez se estudia más. Nuestra microbiota, los microorganismos que antes se conocían como “flora intestinal”, son elementos que nos ayudan a tener una buena salud, y no exclusivamente digestiva.

Resulta que los probióticos, esos microorganismos que habitan en el intestino, tienen un papel importante en el desarrollo del cerebro, la función cerebral y el comportamiento.

Probióticos y fibra

Los probióticos pueden ser bacterias o levaduras que traen un beneficio al organismo en el que viven. Estos microorganismos se alimentan de fibra dietética, que se le llama prebiótica.

No toda la fibra es prebiótica, solamente la que llega sin digerir al intestino. Esta es la que le permite a los probióticos crecer y aumentar su número dentro de nuestro cuerpo. El colon fermenta la fibra dietética y produce ácidos grasos de cadena corta; esto es lo que alimenta a los probióticos.

Hay una línea de comunicación entre el sistema digestivo y el cerebro, conocido como el eje intestino-cerebro. Una dieta que favorezca el crecimiento de los probióticos ayudará a que el eje funcione mejor. Las dietas ricas en vegetales son buenas para los probióticos, precisamente por el contenido de fibra que tienen. Además, hay una asociación entre un mayor consumo de fibra y la disminución de la depresión.

Contra el estrés, la ansiedad y la depresión

En estudios recientes se ha mostrado que si el eje intestino-cerebro funciona bien, se reducen los problemas de ansiedad y contribuye a que el estrés disminuya. Este eje es la relación del sistema nervioso con el digestivo y si hay una alteración en el eje, podría ocasionar un desequilibrio en alguna sustancia química esencial para el sistema nervioso, como la serotonina.

Esto se debe a que los probióticos sintetizan las vitaminas en el intestino, lo que permite que haya una comunicación fluida en el eje. Por ejemplo, el folato que es provechado gracias a los probióticos, es fundamental para el desarrollo cerebral.

Nuestra microbiota tiene una complejidad especial por las relaciones entre los microorganismos que la componen, el papel de estos en nuestra salud y su interacción con los alimentos que consumimos.

Todavía faltan investigaciones que muestren con más claridad el impacto que tienen esos microorganismos sobre nuestra salud y cómo les afecta las condiciones ambientales, como la contaminación, el estrés, el clima, etc.

Por ahora se sabe que el estilo de vida influye sobre el desempeño de los probióticos en nuestro organismo. El tipo de dieta, que haya actividad física frecuente, un descanso adecuado y la hidratación, son factores que alteran para bien o mal, según sea el caso, a la microbiota.

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