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¿El etiquetado de los alimentos afecta nuestras decisiones?

De la vista nace el amor, ¿cierto? ¿Qué tanto somos influenciados por las etiquetas nutricionales en los empaques de comida, al elegir qué comer?

Cuando estamos en el súper mercado, solemos pensar en cómo será la semana para decidir qué preparar de comer. Algunos de los productos que elegimos se han convertido en parte de nuestra rutina, como el pan o el queso, por ejemplo.

Pero, a veces, justo antes de decidir, algo en el empaque llama nuestra atención y nos detenemos: las etiquetas nutricionales pueden hacer la diferencia a la hora de elegir la comida; al menos esa es la apuesta.

La función de las etiquetas nutrimentales es mejorar la comprensión de la gente sobre lo que come, con el fin de darles elementos para tomar mejores decisiones para su salud.

Herramientas para la dieta

Las etiquetas nutrimentales sirven para que podamos tener un mejor control sobre los nutrimentos que consumimos. Además, nos ayudan a saber cuántas calorías tiene la comida y con ello, balancear mejor nuestra dieta.

Más o menos desde 1994, año en el que se empezaron a usar, las etiquetas nutrimentales han evolucionado y se han probado diferentes modelos con el fin de dar con el que sea más útil para los consumidores.

Se ha demostrado, a través de diferentes estudios de mercado, cómo los diferentes tipos de etiquetado facilitan o complican la comprensión de la gente sobre los productos. Una de las formas para evaluar su eficacia es medir qué tanto la gente elige el producto más adecuado dentro de una compra general de alimentos. Esto se logra estableciendo parámetros de lo que se consideraría una “decisión correcta” (basada en el conteo de calorías y en las declaraciones nutrimentales en el empaque).

Diferentes presentaciones

Desde los recuadros con los ingredientes del producto enlistados y sus contenidos nutrimentales, o con etiquetas tipo semáforo, hasta los etiquetados frontales, la industria de alimentos tiene todavía el reto de lograr que la información sea lo más clara y fácil de comprender para el consumidor.

Por un lado, la industria tiene que cumplir con las normas que le exigen mostrar los contenidos y valores nutrimentales del producto. Pero, por otro, también quieren mostrar al consumidor porqué su producto es mejor que otros. En ese sentido, los formatos de semáforo pueden ser una buena estrategia. Sin embargo, estos no se prestan del todo para mostrar la información nutrimental completa.

Los estudios de mercado muestran que, a pesar de las diferentes presentaciones de las etiquetas, los consumidores todavía no las utilizan tanto como se quisiera. Es decir, lo que dice la etiqueta sobre el valor nutrimental de un producto no es un factor decisivo para la compra del mismo.

Esto puede deberse a que la información no está siendo comunicada de manera eficiente a la gente, o bien, porque todavía no estamos acostumbrados a revisar el valor de lo que comemos. Pero es un hecho que estas herramientas forman parte de una estrategia para mejorar la calidad de nuestra dieta.

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