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El brócoli… algunos lo odian, otros lo aman. ¿Sabías que este vegetal tiene un alto contenido de selenio? ¿Sabes por qué es importante este mineral?

El brócoli es la hortaliza acumuladora de selenio por excelencia. El selenio es un elemento químico involucrado en el mecanismo de detoxificación de radicales libres y tiene efecto antioxidante. Las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, están relacionados con la falta de selenio.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir unos 60 microgramos diarios de selenio. Este valioso micronutriente sólo se puede obtener por medio de la dieta.

Con la idea de mejorar el consumo de selenio y cubrir la ingesta diaria recomendada, investigadores de la Universidad Nacional de Litoral (UNL), Argentina, tuvieron la idea de biofortificar brócolis, logrando así incrementar el contenido de elementos beneficiosos para la salud en este vegetal.

¿Qué es la biofortificación?

Por un lado, existe la biofortificación agronómica, que es la utilizada en este estudio, y por otro, la biofortificación genómica, que se realiza a partir de la manipulación de genes en las plantas para que puedan asimilar los nutrimentos de manera más eficiente a partir del suelo, señaló Fernando Muñoz, quien trabaja en el área de Cultivos Intensivos de la UNL.

La utilización de brócoli es ideal porque es como una fábrica natural de selenio orgánico. Cuando se obtiene por medio de la dieta queda más biodisponible para el organismo y cumple mejor las funciones metabólicas.

Muñoz informó que Argentina, en la región de Santa Fe, se producen cerca de mil toneladas de brócoli al año y la idea es que los productores los biofortifiquen por medio de fertilización foliar. Es decir, diseminando sales de selenio sobre las plantas y asperjado sobre las hojas. Al tener este elemento agregado, los brócolis costarán un poco más que los comunes, aclaró.

Brócoli antioxidante

Al aplicar las sales en estadios tempranos de la planta, los investigadores testearon cómo el selenio se mueve desde las hojas hasta la cabeza, que es la parte que se consume. Luego, cuantificaron la concentración del mineral y confirmaron que las plantas poseían el suficiente efecto antioxidante.

De acuerdo con Muñoz, las sales que utilizan para biofortificar son inorgánicas, producto de las extracciones de metales de las minas; son el residuo que queda de la refinación del cobre. En el país se suministran al ganado para mejorar la producción y la calidad de la leche.

La idea es que cualquier productor disponga del formulado y que lo pueda aplicar sin necesidad de conocimientos especiales, como lo haría con otros fertilizantes foliares.

De la planta de brócoli se consume solo el 25%, que es la cabeza, mientras que el resto es material de descarte, pero según Muñoz podría aprovecharse para fabricar productos nutracéuticos, ya que posee una buena dosis de selenio. “Pueden realizarse purificaciones orgánicas para la generación de productos dietarios muy diferentes a los que hay en el mercado hoy y que son hechos a partir de sales inorgánicas”, diferenció.

Por último, apuntó que estas sales pueden aplicarse en tomates y en plantas de hoja como lechuga, achicoria o rúcula.

En lugares como Finlandia se ha trabajado en programas de biofortificación desde la década de los ochenta, aunque básicamente lo hacen en cereales, porque tienen un gran problema de baja incorporación de selenio en la dieta. De esta manera, bajaron notablemente el índice de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cáncer. En Argentina, estas son las dos principales causas de muerte. En Santa Fe, por ejemplo, las primeras representan el 28% de los decesos, mientras que por enfermedades tumorales muere el 21%, por tanto, es necesario comenzar a trabajar con la biofortificación de diversos alimentos.

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